Cuando estuve en Portugal compré un artilugio para asar el pollo. No sé si tiene nombre. Es una fuente de horno con un "pincho" donde colocas al pollo. Queda ahí sentadito "el pobre" y tiene la ventaja de que se dora por todas partes.
Hoy lo he hecho al limón, ya sabéis, con un limón y una pastilla de caldo dentro. No creáis que es tan fácil poner el limón y la pastilla y colocar al pollo en el pincho. Tiene su aquel... Pues bueno, una vez pinchado el pollo, lo froto con aceite, sal y tomillo. Para que la piel esté rica y crujiente. Lo llevo al horno una hora a temperatura media. Después añado champiñones y setas de cardo, jamón o bacon en daditos, dos o tres dientes de ajo chafados con su piel y, si le falta jugo, un cucharón de caldo limpio. Lo dejo 45 minutos más, o hasta que veáis que la carne de las patas se separa del hueso (entonces está hecho). Si queréis que se dore más, al final le dais un golpe da calor 250º. Me da a mí que mi horno no está muy sano porque todo tarda mucho en hacerse. Tenedlo en cuenta, no os vaya a quedar negro como un murciélago.
Las patatas, cortadas en "cachos" grandes, las he hecho en la freidora al mínimo durante diez minutos. Han quedado tiernísimas. Un poco distintas. Y ya veis que al pollo, bien limpio para la foto, le he puesto una mandarina por cabeza. Ha salido muy guapo.
Deciros que la fuente del pollo no vale para un pollo demasiado grande. Ni cabe de pie en el horno si el pollo es "muy alto". En fin, que lo venden en las ferias de Portugal. Vosotros veréis si os merece la pena.
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