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miércoles, 30 de agosto de 2017

Arroz con almejas


  
     Esta es una de las recetas de aprovechamiento que hice este agosto. ¡Qué aprovechada soy! Bueno, tuvimos algún día de fiesta y tomamos algún marisquito. En esta ocasión sobraron unas almejas, un puñado, con su rica salsa marinera que sería alrededor de una taza. Lo que se me ocurrió fue hacer un arroz. No he hecho muchos arroces este verano pero es un plato que soluciona muchos imprevistos. Bien, a lo que íbamos, con las almejas y un par de cosas más, improvisé un arroz la mar de bueno. Vamos con los ingredientes:

Sobras de almejas a la marinera
Un diente de ajo
Un puñadito de bacon
Una taza de arroz
Una taza de agua
Medio tazón de guisantes
Azafrán
Aceite y sal

     Lo primero que hice fue separar las almejas de la salsa y reservarlas, entre otras cosas para medir la cantidad de salsa que tenía. Hay que aclarar que es una salsa que suele resultar saladita. Como la salsa era una taza, calculé que esa era la cantidad de arroz a utilizar y que necesitaría otra taza de agua. El concepto taza-tazón es algo relativo...


     Hecho esto, doramos un diente de ajo en aceite de oliva, como para cualquier arroz, junto con el bacon. A continuación añadimos el arroz, a fuego medio y le damos unas vueltas. Que se impregne para que quede suelto y brillante. 

     Después añadimos la taza de salsa, ya sabéis que lleva algo de cebollita, ajo y perejil, pero bien vale con todo. Es muy sabrosona, así pues, incorporamos la taza de agua y dejamos que hierva suavemente. Probamos si necesitamos más sal. Es posible que no.

     Ponemos también el azafrán o, si preferís, colorante alimentario. El azafrán sabe a azafrán y el colorante no sabe. El tiempo de hervir del arroz es 18 minutos a fuego suave. Esto es bastante exacto para mi gusto personal y para el arroz Sos que suelo utilizar. Queda incorporar los guisantes y las almejas. Será suficiente hacerlo los últimos 5 minutos. Las almejas ya están cocinadas y a los guisantes, que son congelados, les damos unas vueltas en el micro para que no lleven hielo... Nada nuevo bajo el sol. 

     Yo creo que quedó un arroz francamente rico, muy suave y sencillo. Estos platos me encantan, lo sabéis, porque no me gusta nada desperdiciar la comida. No están los tiempos para eso (y no me gusta aunque lo estén). Ya estoy en casa, ya tengo ordenador y wifi y, poco a poco, espero recuperar el ritmo. Aunque las visitas han bajado un algo, la cosa no ha ido del todo mal. A partir de ahora intentaré ser más puntual y cumplidora en mis publicaciones. Tengo pendientes algunas recetas que hice en verano y que irán saliendo poco a poco. Me gusta septiembre porque es siempre un nuevo comienzo y tiempo de proyectos. Este curso voy a intentar hacer cosas nuevas... Me apena un poco que se vaya la luz y las tardes se acorten pero la normalidad, creo yo, también es buena. Os deseo a todos muy buenas tardes. Gracias por estar ahí. 


viernes, 25 de agosto de 2017

La sota de bastos


     Sí, ya sé que la sota de bastos es una carta de la baraja española. La cosa es que mi amiga Rosa apareció en casa con una calabaza alargada tan grande que no pudimos pensar en otra cosa. Yo, al principio, consideré que sería uno de esos calabacines que en Galicia crecen a lo loco. Pero no, era una calabaza de carne anaranjada y algo dulzona. ¡Hoy la terminé! Me siento como una heroína. Con ella hice: Calabaza en béchamel, bizcocho de calabaza, crema de calabaza y tomate, pisto de calabaza, pizza de pisto de calabaza, potaje de calabaza y pollo,... Y pensé que era una excelente calabaza para preparar un delicioso pumpkin pie ¡¡Era como las gambas de Forest Gump!!

     Os voy a contar solamente como hice el pisto y la pizza (que era del propio pisto). Bien, simplemente doré media cebolla, medio pimiento rojo y la calabaza en daditos, añadí media taza de tomate frito que había por ahí, todo con mucha calma. Salpimenté y añadí algo de tomillo, recordando al ratatouille. Como resultaba, con todo, algo dulce y tontito, añadí al momento de apagar el fuego dos ajos crudos muy picaditos (en en Sur hacen una salsa de calabaza y ajo) que creo que le dieron algo de gracia. De verdad que resultó un pisto rico. 



     Hoy hice una potaje de calabaza y pollo que anda por el blog y en casa nos gusta mucho  y vi que había quedado un poquito de pisto abandonado. Ya sabéis que soy una cocinera tacaña. Yo siempre lo pienso pues no tiro nada. Lo que hice fue estirar la base, que era comprada, y poner sobre ella el pisto algo chafado con un tenedor porque es una calabaza tiernísima. Después puse abundante queso emmental y unas tiras de bacon. No sé... unos 50 gramos. A continuación orégano y un hilo de buen aceite de oliva. Bien dorada al horno a 220º unos 12-15 minutos y todos estuvieron de acuerdo en que estaba realmente buena y con un toque original. 



     Y así va terminando este mes de agosto que nos dio varias alegrías, sobre todo el reencuentro con los seres queridos que viven lejos. Entre flores y preciosas puestas de sol que incluyeron un eclipse que en Galicia fue discreto pero igualmente hermoso. Por el momento estamos morenos, aunque tal vez todo se deba al exceso de calabaza. Pronto estaré de vuelta y dispuesta a continuar con el habitual ritmo de mi blog. No me olvidéis. Besos y abrazos a todos. 





sábado, 12 de agosto de 2017

Empanada de jarrete



    ¡ Aquí estoy de nuevo! No sabéis cuánto echo de menos mi blog y a mis lectores. Hoy he tenido la suerte de tener acceso a un ordenador con wifi y tiempo para escribir una receta. Es una empanada sencilla que aprovecha unas sobras de un guiso de jarrete clásico: Dorado en aceite con cebolla y zanahorias, salpimentado y regado con vino y brandy. Como ya sabéis, lo dejamos hervir tapado a fuego lento hasta que esté bien tierno. Esto puede llevar tranquilamente hora y media pero queda allí, en la cocina, y no nos impide hacer otra cosa mientras tanto. 

     Para el relleno necesitaremos:

Sobras de carne (que tambien podría ser asada)
Una o dos cebollas
Un huevo duro
Un puñado de pasas sin pepitas
Aceite y sal



     Hicimos demasiada cantidad y sobraron dos tarugos de carne. Yo pensé: otra vez guiso no. Y por eso lo reconvertí en empanada. En Ferrol de reconversión sabemos un poco. Vamos a empezar con la masa. Era poca, una empanadita y la hice con:

Medio pocillo de leche
Medio pocillo de vino blanco
Medio pocillo de aceite de oliva suave
Una cucharilla de sal
Harina 

     Yo pongo todo en un cuenco y voy añadiendo harina hasta obtener una bola de masa tierna que amaso en la encimera añadiendo puñaditos de harina según necesite. Eran algo menos de 200 gramos. Dejamos reposar mientras preparamos el relleno


     Cortamos la carne en lonjas finas o como nos dé la gana. Doramos una cebolla grandota hasta que esté bien tierna. Salamos ligeramente, según esté la carne de salerosa. Por otro lado cocemos un huevo unos 12 minutos. A la cebolla le añadimos un par de cucharadas del guiso de carne y no importa si se cuela alguna rueda de zanahoria. 

     Cuando la cebolla está muy tierna la apagamos y comenzamos el estirado de la masa. Dos bolas, una un poco mayor que otra (la de abajo) y muy estiraditas con el rodillo. Es una empanada muy chica y, seguramente, vale la pena doblar las cantidades. En casa duró unos minutos. Bien, sobre la masa ponemos la carne, la cebolla, el huevo duro en tiras y un puñado de pasas sin pepitas. Cubrimos con la otra lámina, cerramos los bordes y cortamos el centro para que no se hinche. Yo suelo utilizar un molde para galletas. Pintamos con huevo batido. 

     Sólo queda llevarla al horno a unos 175º una media hora hasta que esté bien dorada. En un horno nuevo quizás tarde menos.


     Quedó una empanada realmente rica y muy rellena de carne. Se la comieron en un santiamén y yo pensé que había hecho muy poca cantidad de masa y que fue una pena. Creo recordar que quedaba poca harina y por eso lo hice así. ¡Cocinera precipitada e impaciente! Os animo a hacerla por rica. Tengo que reconocer que le puse el huevo duro recordando el pastel de cierva cartagenero. En casa son muy entusiastas de mis empanadas lo cual, por supuesto, me satisface. No podría ser de otra forma. 

     Os doy las gracias por seguir leyéndome mientras yo estoy ausente de mis obligaciones blogueras. Es algo que no puedo evitar por la vida loca del verano que, no es tan loca, pero me tiene de paseo y me impide publicar. No es malo para mí porque descanso y me renuevo un poco. Sin embargo, no dejo de teneros presentes y pensar nuevas recetas. Cuando como fuera, por ejemplo, pienso: Esto lo haría para mi blog de esta o aquella manera (más sencillo, más barato, más sabe Dios cómo,...). Estos días he tenido muchos lectores desde Panamá a los que mando un saludo cariñoso. Como decía aquella canción: 


"Panamá, tierra querida,
Yo te canto con amor..."

     También me han leído desde Filipinas y Japón... Lugares bien lejanos. He pensado con rubor si habrán visto mi tuneo del ramen... Bueno, ya sabéis que todo lo hago con cariño. Ya sin más, os deseo a todos un muy feliz fin de semana. 




jueves, 3 de agosto de 2017

Ensalada de brécol


     Esta ensalada me la enseñó a hacer una de mis cuñadas. Es muy rica y me sorprendió tomar el brécol crudo. Se hace en un momentito y admite, como todas, pequeñas variantes. Lo que yo le puse fue:

Un buen montón de "florcitas" de brécol
Un puñado de nueces
Unos dátiles picados
Un puñado de bacon dorado y crujiente
Mayonesa
Mostaza
Miel 
(Vinagre, aceite y sal) 

     Del brécol limpio vamos cortando las florecitas con una tijera. Podemos aprovechar el resto para un puré o lo que se nos ocurra. Doramos el bacon en tiritas en una sartén a fuego medio hasta que esté en su punto. Pelamos las nueces y las cortamos en trocitos. También cortamos los dátiles. Las cantidades son un poco "a según" y al gusto. 

     Por otro lado hacemos el aliño con mayonesa, mostaza y miel. Se pueden mezclar estas salsas y ya... Yo no quería poner mucha mayonesa y aliñé con aceite sal y vinagre, y añadí dos cucharadas de mayonesa, una de miel y una cucharilla de mostaza antigua. 


     Quedó una ensalada francamente rica. Nos gustó mucho a todos. En cuanto a la variación, cabe la posibilidad de usas pasas en vez de dátiles, o pistachos en lugar de nueces. Siempre adaptándonos un poco a la despensa. En verano ya se sabe que todo es un desorden. Aunque a mí no me dio tiempo, es bueno que esté un rato en la nevera para que el brécol esté más tierno. En todo caso, es muy rica y se hace volando. Os deseo a todos muy buen fin de semana, que ya va llegando. 

     ¡Ah! y en la primera foto os dejo una sugerencia de menú que, como veis, consiste en: zorza de pollo, patatas y batatas fritas, acompañadas de la deliciosa ensalada. Hasta la semana que viene.