Translate

martes, 25 de febrero de 2020

Tartita estilo La Viña


   Esta es una tarta bastante famosa que se hace en San Sebastián. Bueno, en muchos sitios, ahora también en mi casa. Yo había oído algo de ella pero no había hecho mucho caso. Comemos ya tantas cosas... El caso es que mi amiga María me preguntó por una tarta de queso y yo indagué un poco y llegué a esta y  otras tartas también muy interesantes. Hace varias semanas, para saber de qué hablaba, la hice para el domingo. Ya veis que he puesto "tartita" pues hice un tamaño pequeño. ¿El resultado?, nos dejó asombrados. Es realmente rica. Os voy a poner cómo la he hecho porque, como me suele pasar, no es exactamente igual a lo que vi pero riquísima. 

   Ingredientes: 
300 gramos de queso de untar (Mercadona)
3 huevos medianitos (o dos grandes)
200 ml de nata de montar
Media taza de azúcar (100-125 gramos)
Una cucharada de harina

Ralladura de limón
Canela molida 


   Empezamos batiendo el queso y el azúcar con el batidor de varillas. Se puede hacer a mano o a máquina. Añadimos los huevos y seguimos batiendo. Incorporamos la nata. Batimos bien y, por último, una cucharada de harina tamizada. Que se mezcle todo perfectamente. Yo, como soy de aromas, puse un poco de ralladura de limón y una pizca de canela. Esto está fuera de receta pero quedó la tarta divina. 

   Como es pequeñita, podéis doblar cantidades, escogí un molde pequeño (menuda frase). Ha de tener cierta profundidad. Nos mojamos las manos y arrugamos el papel de hornear que pondremos en el molde adaptándolo a su hechura. Es sencillo. Vertemos la mezcla sobre el papel y ya está lista para ir al horno. 


   La teoría es unos 40 minutos a 200º. Yo tuve miedo de que se quemara y a los 20 minutos bajé el horno a 180º. Tened en cuenta que la medida de tiempo y temperatura es para una tarta el doble de grande. Vale la pena. Si la hacéis pequeña, atención a partir de los 30 minutos. También depende del horno. El mío es lento. La tarta sube y se pone preciosa. La podéis dorar un poco más pero yo no tuve queja. Antes de desmoldarla debe reposar unas 4 horas. Bajará un poco y quedará más hundida en el centro, lo cual me parece bonito. Se puede tomar del tiempo o fría de nevera. De cualquiera de las dos maneras es deliciosa. ¿Mermelada? Os aconsejo probarla sin ella porque tiene un sabor y un tacto realmente sorprendentes. Es exquisita.


   Aquí podéis ver el corte, la textura que tiene... Os animo a hacerla porque la dificultad es cero patatero y el resultado os satisfará sin duda. Perdonad la demora en escribir. Ando un poco liada, y mira que he tenido años soporíferos... Pues ahora no paro. Afortunadamente. Nos vemos en unos pocos días. No dejéis de hacer la tarta. Bicos.

viernes, 14 de febrero de 2020

Carne al toro


   Hoy os traigo una receta que no es del todo nueva en el blog pero la he hecho un poco distinta y me ha encantado. Es más salerosa que la anterior, que la acompañé con pasta Fideuá al toro. Esto lo vi en el facebook de una prima y me animé porque me gustan las recetas sabrosas. Vamos, que no te deja indiferente. Lo que necesitamos es fácil:

Un kilo de carne de añojo o ternera para guisar
Una cebolla grande
Un pimiento verde
Una zanahoria
Unas cucharadas de salsa de tomate
Un vaso de vino tinto
Dos dientes de ajo
Aceite, sal y pimienta
una hoja de laurel
Una rebanada de pan
Pimentón picante
Cominos

   Sólo tengo la foto de arriba. Un desastre... Pero os podéis imaginar cómo empezamos. Lo primero, ponemos a calentar el aceite, mejor si es virgen extra, en una tartera y doramos la rebanada de pan que reservamos. Doramos bien la carne en dados cortados un poco al gusto. Yo hice añojo, que tarda más, pero podemos hacer ternera igualmente. Cuando la carne está dorada la reservamos. Tened en cuenta que no salamos la carne todavía. 

   Vamos cortando las hortalizas y las sofreímos en el mismo aceite. Si hiciera falta, añadimos un poco. Generosidad sin exageración. Los ajos los chafamos con piel y los añadimos también. Cuando las hortalizas tienen un color bonito, ponemos la carne otra vez en la tartera y salpimentamos. Ya podemos añadir el pimentón, le damos unas vueltas rápidamente para que no se queme e incorporamos el vino.

   En un mortero deshacemos la rebanada de pan y, si los cominos son en grano, también los rompemos. Ponemos en la tartera, no olvidando la hoja de laurel. Como veis es un guiso sabrosón.

   Ya sólo queda hervir a fuego suave hasta que la carne esté muy tierna. La ternera puede tardar una hora y el añojo un rato más. Lo mejor es probar un trozo y, si no está bien tierno, le damos más tiempo. También comprobamos el punto de sal.

   El pan engorda la salsa y las especias le dan un toque muy especial. Pica un poquito y tiene el intenso sabor de los cominos. ¿Qué cantidad? Media cucharilla de cada me parece bastante para empezar. Para añadir más, siempre hay tiempo.

   Nosotros lo acompañamos con unas patatas fritas cortadas en cuadrados. Un puré de patatas, casero o no, tampoco le va nada mal. Como complemento, sería muy adecuada una ensalada para aligerar un poco la digestión.

   Aquí queda la receta. La anterior no llevaba estas especias y era un guiso más tradicional. También delicioso. En cualquier caso, son guisos estupendos para febrero. Pronto estará aquí el Carnaval y habrá que pensar en comer... ¿pescado? Os deseo un feliz día de San Valentín y un estupendo fin de semana. Bicos.

   Por cierto, que no se me olvide, el blog ha cumplido ya siete años... Y yo en la luna, despistadísima ¡qué raro! Tengo que deciros que, aunque se ha convertido en un blog tranquilo en el que nadie comenta, sigue siendo leído y no tengo intención de dejarlo, si bien es cierto que lo tomo con más calma. Os agradezco muchísimo a todos que me leáis y confiéis en mi criterio. Son muchos, muchísimos años cocinando, algunos enseñando mis recetas y, a veces, dando clases por afición... No es una profesión, es... lo que quiera que sea.


 Mil gracias a todos por leerme.

sábado, 1 de febrero de 2020

Pastelón de pollo al estilo moruno





   Creo recordar que os había anunciado que este sería el siguiente plato que subiría al blog. Es un plato de aprovechamiento. Había sobrado mucho pollo cocido de hacer el consomé y había que darle salida. Recordando la pastela moruna, vi un par de vídeos de cómo se prepara este plato, para ver qué se podía hacer. Yo siempre suelo buscar explicaciones que no se alarguen demasiado. No quiero estar horas viendo recetas, no tengo tanta paciencia. Dicho esto, os voy a decir varias cosas de la pastela porque lo que yo he hecho no es una pastela moruna en absoluto. 

   Lo primero es que la pastela se hace con pasta brick, muuuy fina. Yo no la he utilizado. Lo segundo, se guisa el pollo, yo he aprovechado pollo cocido. Lo tercero, lleva tres capas y yo lo he rellenado todo junto, como una empanada, por varias razones: el pollo estaba ya cocido y... no quería meter tantas calorías con la capa de azúcar, canela y almendras. En cuanto a las especias, he visto variedad pero yo he sido muy conservadora. Vamos que no he puesto ni todas las que vi ni mucha cantidad. Una  vez dicho esto, voy a explicaros la receta y, a lo mejor, otro día hacemos una verdadera pastela.

   Necesitamos:
Dos láminas de masa quebrada (la he comprado)
Pollo cocido limpio abundante 
Dos cebollas grandes
Perejil
Especias
Un huevo
Azúcar y canela
Almendras laminadas crudas



   Ya hemos dicho que el pollo estaba cocido. Así pues, lo limpiamos de piel y huesos, y lo cortamos en pedacitos. En una sartén con aceite pochamos las dos cebollas hasta que estén transparentes, añadimos el perejil, ellos ponen mucho pero yo tenía más bien poco, y las especias morunas. Si tenéis Ras el Hanout, genial. Si no, ponemos cúrcuma, azafrán, cominos,... He visto a veces ponen agua de azahar y canela. Yo he puesto las tres primeras y un poco de jengibre -también lo leí-. Para mí los cominos son lo que le da el toque más moruno, junto con el acabado dulce.   

   Incorporamos el pollo, que al estar cocido, solo necesitará unos minutos para aromatizarse con la mezcla de cebolla, perejil y especias. Apagamos el fuego.

   Como ya os comenté yo he utilizado masa quebrada, le apeteció a mi hijo, pero si queréis usar la pasta brick, os aconsejo ver en un vídeo la manera de colocarla. Es curioso. Yo he rellenado, lo mismo que una empanada, he hecho unos cortes a lo loco dejando alguna abertura para que salga el aire. Después he pincelado huevo batido, cerrando antes con un tenedor todo alrededor. No ha quedado fea.



Una de las opciones, la más conservadora, sería poner las almendras laminadas, sin más, sobre la masa. Sería rico y menos exótico. Tal como veis en la foto siguiente:


   El punto que le he dado yo es poner en un cuenco dos cucharadas de azúcar y una pizca de canela -la punta de una cucharilla o media cucharilla si sois animados- y remover bien. Con esto espolvoreamos la almendra. El toque es delicioso. También es una idea fantástica para terminar una tarta de manzana con tapa ¿o no?




   Y ya podemos mandar al horno. Alrededor de media hora a 180-200º, según sea vuestro horno de listo. El mío es corriente. 



   Aquí veis, en las dos fotos, el pastelón, que nunca quiso ser pastela, terminado. Os digo que fue un éxito rotundo. Faltó, eso sí, más perejil y, para mi gusto, un poco más de cominos. ¡Ah! y la pastela lleva unos huevos batidos con la cebolla. Yo no tenía intención de ponerlos pero si añadí al relleno el huevo que me sobró de pintar la masa. Por no tirarlo. Lo acompañamos con un revuelto de espinacas frescas con ajo, pasas y jamón en daditos. Me pareció que se llevaron francamente bien. Muy agradable la combinación.

   Dicho todo esto, os animo a probar este pastelón de aprovechamiento de pollo cocido. Os animo también a hacerlo con pasta brick y, por supuesto, a ver cómo se hace la pastela moruna y valorar si os atrevéis a hacerla u os parece demasiado exótica. Yo me atrevería... Sin duda. 

   Pienso que es bonito conocer y aprender nuevas recetas, probar nuevos platos con la mente abierta para después valorar si realmente nos gustan o no. Y además, como veis, nos llevan a veces a hacer nuevas mezclas, aportando cosas nuevas a nuestros platos que quizás no se nos hubieran ocurrido. 


   Si os preguntáis a qué nos puede recordar, aquí hablaron de los exploradores de Cartagena. Unas empanadillas saladas de carne que se sirven bañadas en azúcar glass. O incluso al pastel de cierva, que lleva una masa muy dulce. Esto dicho así, de aquella manera. Pues aquí me quedo. Como veis, no he tardado tanto en sentarme a escribir y, afortunadamente, me encuentro mucho mejor. Casi recuperada al cien por cien. Ha empezado febrero y las tardes se han alargado un pelín... ¡Ganas de primavera! Nos vemos pronto.