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miércoles, 25 de abril de 2018

Secreto a la plancha



   Yo tomé por primera vez el secreto ibérico en Sevilla hace ya muchos años. Es un corte especial, como la presa y la pluma, que antes no era corriente tomar en Galicia. Quizás yo me equivoque pero me da la impresión de que eran piezas de carne que se tomaban más en el Sur. 

   Hoy en día todo se conoce y ya lo podemos encontrar en cualquier supermercado. Es una carne muy rica y tierna que yo he hecho en casa muy pocas veces porque, la verdad, se me olvida. Mi hija me dijo que a ella le gustaba mucho a la plancha cortado en tiras. Tiene de bueno que estas tiras se doran por todas partes y queda realmente tierno y crujiente. ¿Cuánto tarda? Bueno, una vez cortado el secreto, lo ponemos a dorar en una sartén grande en un par de cucharadas de aceite a fuego fuerte o medio-fuerte (ya sabemos que las cocinas no son todas iguales). Mientras va tomando color, cortamos un par de dientes de ajo y un puñadito de perejil. Añadimos el picadillo y lo salpimentamos. Damos unas vueltas para que todo se dore bien sin que se queme el ajo y... ya tenemos nuestro secreto a la plancha. Vamos, que no es que lleve mucho rato hacerlo pero tiene que estar cocinado y doradito porque es cerdo. Para acompañar... Lo de siempre, unas patatitas, ensalada, unos pimientos fritos o asados. Los acompañamientos ya sabemos que algunas veces son lo que más engorda. Me gusta mucho tomar antes, recordando aquel precioso viaje a Sevilla, una taza de salmorejo con su huevo duro y su jamoncito. 

   Bueno, pues esto no tiene ningún misterio pero en casa se quedaron "pampos". ¡Qué rico estaba! En otra ocasión, a ver si me acuerdo, haré presa o pluma y os comentaré cómo ha quedado. Os deseo a todos muy buenas noches.

jueves, 19 de abril de 2018

Lasagna fácil de carne



   Había prometido a las amigas de facebook subir esta lasagna, muy fácil de hacer, al blog. La cosa es que encontré unas hojas de lasagna frescas, que no necesitan cocción y decidí probarlas. Ya sabéis que cocer la lasagna y los canelones suele ser engorroso: un cacharro más a añadir y, además, muchas veces se pegan entre sí y es una lata. Vi en Froiz estas placas, nuevas para mí, y me faltó tiempo para comprarlas. Ni siquiera salen caras pues dan para una buena fuente de tamaño familiar bien completa.


   Como a las placas no hay que hacerles nada, vamos con el relleno de carne y tomate. Para esta fuente grande hemos puesto:

750grs de carne picada
Una cebolla
Un puñado de setas shiitake
Una lata grande de tomate triturado
Aceite, sal y pimienta
Tomillo

   Empezamos dorando la cebolla, incorporamos la carne y las setas. Doramos bien, salpimentamos y, por último añadimos el tomate y, si gusta, el tomillo. Podemos poner también una copita de vino. Dejamos hervir al menos 20 minutos para que se haga bien y los sabores se fundan. Si os parece que necesita una cucharada de azúcar, la añadís. Ya sabéis que algunas veces el tomate resulta ácido. Esto es muy sencillo y lo hacéis como os guste. Simplemente.


   Mi marido hizo la carne y a mí me tocó hacer la béchamel. Era como un litro y cuarto. Entonces, ponemos más cantidad que para las croquetas:

100grs de harina
Litro y cuarto de leche
aceite o mantequilla
Sal, pimienta y nuez moscada
Unos corazones de espinacas picaditas

   Procedemos como siempre. Doramos la harina en el aceite a fuego suave. Incorporamos la leche sin dejar de remover, fuera del fuego, y volvemos al calor para que se espese poco a poco. Si se nos queda  algún grumo impertinente, metemos la batidora. Yo, al menos, prefiero que no haya grumos. Salpimentamos y añadimos una pizca de nuez moscada. Dejamos hervir unos 12 minutos, suficiente porque va a ir al horno. En los últimos momentos, ponemos las espinacas que son congeladas y se disuelven enseguida y le dan un tono verde y un sabor muy rico. Que preferís sin espinacas... pues sin ellas. Tiene que quedar una béchamel algo más fina que la de las croquetas. 


   Vamos montando la lasagna, alternando capas de carne, pasta y béchamel, hasta concluir, arriba del todo, bien llena la fuente, con béchamel y queso. Yo en cada capa de béchamel pongo una buena cantidad de queso fundente porque me gusta así, bien cargadita de queso. La cosa es que quede tierna y sabrosa. El queso, para mi gusto, aporta mucho sabor. Escogéis, claro está, uno que os guste. Hay muchas ofertas para todos los gustos y bolsillos. 




   Sólo queda llevarla al horno. Si habéis dejado que se enfríe, primero ponéis al horno a una temperatura media para que vaya cogiendo calor por dentro. Al final subimos para que se dore bien. Le lleva lo suyo calentarse, si se ha enfriado, y vale la pena que esté bien caliente. Si la metemos en el horno recién montada, estará más cálida y no le llevará tanto tiempo. Verdades de Pero Gruyo. Bueno, quiero deciros con esto que la toméis bien caliente. Vale la pena.



   Al cortar, quedan las capas muy bien definidas y, os digo la verdad, quedó francamente rica y cundió lo suyo. Podríamos hacerla de otras cosas como: bonito, marisco, sobras de cocido, hortalizas,... También podríamos cortar las placas y hacer canelones. En fin, que os animo a hacerla porque es muy sencillo y, una vez hechas la béchamel y la salsa de tomate, no tiene ninguna dificultad. Sé que estoy publicando algo menos porque este año tengo más cosas que hacer y la vida no da para todo, hay que repartirse un poco. Os agradezco infinito que me leáis. A Ferrol ha llegado la primavera, por fin, y el sol y el calor parecen un milagro. Quizás lo sean... Os deseo a todos muy buenos días. 


miércoles, 11 de abril de 2018

Fideuá "al toro"


 
   Esta receta yo creo que es originaria de Cádiz. La tomé por primera vez en San Fernando y me encantó. En el viaje a Cartagena, nos la hizo un día Víctor de comida. Deliciosa. Así pues, no había que demorarse más en hacerla y subirla al blog. Yo supongo que la receta original se haría con carne de toro pero se suele hacer con ternera y queda muy bien. Los ingredientes de esta receta en particular -por que habrá variantes- son:

Medio kilo de ternera
Un pimiento rojo
Una cebolla
Dos tomates
Un brick pequeño de tomate frito
3-4 rebanadas de pan
Un vaso de vino blanco
Una cucharada de bovril
3-4 hojas de laurel

Un vaso de agua
250grs de fideuá



   Tengo que decir que este estofado lo hizo mi marido y que empezó dorando bien la carne que reservó mientras sofreía las hortalizas. Era un kilo de jarrete cortado en cuadrados. También serviría perfectamente falda sin hueso. Yo no sé en qué momento añadió mi marido el pan pero podemos dorarlo un poco con el pimiento, la cebolla y los tomates pelados. Si no queremos que el guiso tenga gluten, pasamos del pan. Estos cambios siempre se pueden hacer, claro.

   Volvemos la carne a la tartera, salpimentamos, añadimos el tomate frito, el vino, el laurel y el bovril y llevamos a ebullición. Dejamos cocer lentamente hasta que esté tiernísima. 2 horas o lo que haga falta. Aquí la calidad de la carne se nota, claro. Queda un guiso muy rico, aromático y con mucho fundamento. Si nos diera la gana, podríamos hacer unas carrilleras "al toro", u otra pieza que os guste, como por ejemplo el osso bucco. Vamos, que es una receta que admite cualquier pieza de carne para guisar que nos parezca bien.


   Me estoy enredando un poco y, además, he perdido alguna foto que espero recuperar. Lo que os iba a decir es que podríamos poner tomillo y nuez moscada, aunque la receta que a nosotros nos dieron era sin ellos.

   ¿Por qué fideuá? Bueno, el hecho de transformar la carne al toro en una fideuá se debió a querer que el plato nos llegara bien para todos los que éramos. ¿Qué hacemos? Añadimos un vaso de agua al guiso, además del de vino blanco, con lo cual tendremos más líquido para cocer la pasta. El último ratito, ya tierna la carne, añadimos los fideos y seguimos las instrucciones de cocción. Yo puse un cuarto y quedó muy bien, no muy mojada pero si untuosa. Os digo que todos quedaron encantados y dijeron que eran una de las fideuás más ricas que habían tomado. Ya veis, fideuá al toro. Con esta receta me despido por hoy. Os digo que estoy deseando volver a repetirla con patatitas nuevas fritas para variar los fideos. Es muuuy rica. Siento no haber publicado antes pero he tenido varios contratiempos leves. Espero no volver a retrasarme tanto. Os deseo a todos muy buenas tardes. 

martes, 3 de abril de 2018

Regreso de Cartagena


   Ya estoy de vuelta. De nuevo he estado en Cartagena. La segunda Semana Santa que paso fuera de Ferrol. No sé por dónde empezar a contaros. Hicimos el viaje parando en Tordesillas donde pudimos visitar el convento de las Clarisas. Allí contemplamos el Duero y recordamos a la desdichada reina Juana. Loca o no, la pobre no tuvo mucha suerte en la vida. También vimos una procesión castellana, la del Cristo del Perdón. Casi como nuestro Cristo de los Navegantes.

   Para seguir a nuestro destino cruzamos, además del tunel de Guadarrama, La Mancha. Estaban los campos preciosos en esta época primaveral. Los molinos de viento nos recordaban a aquel caballero andante que recorría aquellas tierras con su escudero Sancho.


   Cartagena nos recibió con sol y una brisa fresca. Llegamos el Martes Santo y pudimos ver a San Pedro en el Arsenal. El almirante lo indulta y sale en procesión. Cada año es arrestado. Os digo que es algo muy bonito de ver y hay un ambiente bárbaro. 



   No tengo ahora fotos de las procesiones así que os voy a poner las de una excursión que hicimos a Cabo Tiñoso. Estuvimos en los Castillitos que es una defensa costera muy bien conservada, con sus cañones, no como en Ferrol, y con unas vistas que nos muestran el Cabo de Gata en lontananza. Es una preciosidad.  


   En la foto inferior podemos ver las vistas hacia el otro lado. De verdad que es algo digno de verse. 


   Allí las flores crecen pegaditas al suelo, supongo que para protegerse del viento. Es curioso como la naturaleza cambia las cosas. 



   Hicimos más excursiones, como la de la foto que veis abajo. No estuvo mal para cuatro días y medio. el parque natural de Calblanque es un paraje natural protegido que tiene unas playas realmente preciosas. No hacía tiempo para bañarse porque, como os dije, la brisa es todavía fresca pero las vistas bien merecían una visita.


   En la foto siguiente podéis ver el Mar Menor con sus islas. Tomamos un aperitivo allí mismo, en la playa y al sol. Saliendo de Ferroliño y de un invierno terrorífico, parece que más que el mar es el cielo. 


   Y aquí, desde Cabo de Palos, podemos ver al fondo la provincia de Alicante. En estas provincias, que he visto en la lejanía nunca he estado, Almería y Alicante. Son de los pocas que me van quedando por conocer de la Península. 



   No os he puesto fotos de las procesiones porque mi móvil las hace bastante malas por la noche. Contaros que fuimos a ver el Encuentro a las ¡Cinco y media de la madrugada! a la plaza del Lago. Es impresionante: los tronos, los arreglos florales, la música, la cantidad de gente que hay a esa hora en la calle... Me asombraba estar yo misma allí a tales horas.



   De vuelta, como el viaje es largo, paramos en Ávila. Es espectacular. Yo ya había estado pero mi marido no la conocía. Allí, junto a la Sierra de Gredos, y bañada por el río Adaja, está esta increíble ciudad. Aparte de los verracos vetones y la muralla medieval, hay infinidad de igleias y palacios. Yo decía a mi marido: Esto es como ir a Roma. No se puede visitar todo.

   Pero bueno, tuvimos la suerte de ver la Encarnación donde ingresó Santa Teresa por primera vez en el Carmelo, antes de reformarlo. No se puede dejar de ir. Nos acercamos a las Madres, que es el primer convento ya reformado, bajo la advocación de San José. Vimos también San Vicente, una iglesia que te deja asombrado. Desde el crucero románico, el cenotafio de los mártires, la capilla subterránea de la Virgen, el pórtico exterior... Te quedas pasmado ante tanta belleza y tanta historia.

   Como había poco tiempo, decidimos acercarnos a Santo Tomás a ver el sepulcro del príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos. El pobre murió a los 19 años. Casado con Margarita de Austria, no dejó descendencia. Como todos sabemos, su muerte cambió el curso de la historia y su hermana Juana pasó a ser heredera.

   Como veis, Ávila es historia la mires por donde la mires, desde Roma, la repoblación tras la recuperación de Toledo, su muralla, sus palacios, iglesias y conventos... Si no habéis estado, os aconsejo ir. Eso sí, es un sitio fresco, la capital más alta de España, id abrigados.

   De camino paramos en Arévalo a comer. Allí vivió de niña la reina Isabel. Es la segunda ciudad de la provincia de Ávila y tiene también mucho patrimonio. Os digo que no es posible ver todo en tan poco tiempo. Tomamos unas chuletitas de cordero y un cochinillo que quitaban el sentido. Yo hacía mil años que no comía en Castilla y es una experiencia que no se puede perder. 

   Ya en Galicia, llovía tanto que me dio un poco de tristeza pensar que habíamos dejado atrás el Mediterráneo, nuestro mar, el Mare Nostrum de los romanos con su sol, sus flores y sus paseos al borde del mar. 

   Queda por contar qué cosas comimos en Cartagena -ya que este es un blog gastronómico- y no debo dejar de hacerlo. Allí se come distinto y muy rico. Tomamos mojama y  huevas, unas aceitunas y un aceite cartagenero muy ricos, alcachofas a la brasa con jamón y queso -divinas-, milhojas de berenjena y pisto,... Un caldero en Katy que estaba realmente bueno,... Seguro que olvido algo pero ya os lo iré contando.

   Estoy contenta de haber vuelto porque la casa de uno es el lugar al que hay que volver. Es así. De Cartagena soy admiradora porque es una ciudad comoda, acogedora y soleada. Donde, por ser departamento naval como Ferrol, siempre encuentras a gente conocida y querida. Estoy muy agradecida de estas tres maravillosas visitas que he tenido la oportunidad de hacer. Hasta aquí mi crónica viajera. Buenos días a todos.