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viernes, 30 de octubre de 2015

Raya guisada


     Este guiso es básicamente el mismo que hacemos con los chipirones y me gusta repetirlo con otros productos de mar. Es sabor es diferente de la caldeirada porque lleva más hortalizas, y también es muy fácil de hacer. Se puede hacer con cualquier pescado. 

     Ingredientes:
Un buen trozo de raya por cabeza
Una cebolla
Un pimiento verde
Un tomate
Un diente de ajo
Pimentón agridulce
Cuatro patatas grandecitas
Una hoja de laurel
Perejil
Aceite, agua y sal

   

     Empezamos, como siempre, dorando las hortalizas. Las cortáis más o menos menudas según prefiráis. Si no queremos encontrarnos las hortalizas, las picamos con una picadora. El tomate hay que pelarlo.  Cuando vayan cogiendo color añadimos el diente de ajo -que no se nos queme- y, a continuación, una cucharada de pimentón agridulce (o el que os guste). En cuanto ponemos el pimentón bajamos el fuego y añadimos las patatas, cortadas en trozos irregulares y tronchadas para que engorden la salsa. Ya sabéis, cortamos y rompemos la patata al final. Dejamos hacer un poco en todo ese batiburrillo y cubrimos con agua. Ya podemos poner la hoja de laurel que a estos guisos les va muy bien. Las patatas deben quedar cubiertas por completo para que se hagan. Salamos y llevamos a ebullición. Dejamos hervir unos 5-7 minutos -según el tamaño y la clase de patatas-.


     Es el momento de poner el pescado, cuando las patatas están casi hechas. Puede tardar unos 7 minutos o algo más. Siempre tapada porque necesita del vapor para cocinarse. En este caso, por ser raya y casi no caber, tardó un poco más. Que veáis que el pescado está hecho. Tiene la ventaja de que se pueden añadir unos toros de merluza sin piel ni espinas para los niños. Ya sabéis que la raya tiene unos cartílagos en medio y es muy fácil de limpiar. No a todo el mundo le gusta pero a mí, de vez en cuando, me encanta. Algún hijo mío no es muy partidario.

     Cuando el guiso esté listo, si os gusta y si os da la gana, espolvoreáis con perejil fresco. Ya tenemos listo el plato que es sopero y precisa pala de pescado para limpiar las alas de cartílagos. Y al que no le guste la raya, le animo a hacerlo con merluza porque queda muy rico. Nada más por hoy. Os deseo feliz puente de todos los Santos, como dicen los franceses La toussaint. Yo no sé si haré buñuelos o si compraremos una cantidad simbólica de huesitos de santo -que son tan caros- pero descansaré un poco. Nos vemos el miércoles si Dios quiere. Buenos días. 



lunes, 26 de octubre de 2015

CAMINO FRANCES V, VI y VII



     No sé si recordaréis que habíamos dejado el Camino en Ligonde, un punto en medio de la nada, dicho esto en el sentido de que no es parada oficial, si bien nosotros hicimos una división según nuestro criterio, que era no hacer tantos kilómetros en una sola jornada. De esta manera, partimos de Ligonde a Melide, para continuar después de Melide a Arzúa y, por último, seguir de Arzúa a Pedrouzo, donde nos hemos quedado a una sola etapa de la meta. Parece mentira, yo ya pensaba que no lo íbamos a terminar nunca. Todo esto ha sido porque somos un grupo de amigos amplio que vamos cambiando según las necesidades de cada cual. Total: que hemos tardado más de un año. Yo misma no recuerdo bien los tramos y tengo que consultar las fotos y las fechas para aclararme. Más allá de eso, creo que vale la pena terminar de contar este periplo por el mero hecho de haberlo comenzado. Me refiero tanto al Camino en sí como a estos relatos. La cosa es que son tres jornadas distintas que os contaré un poco por encima y compartiré algunas fotos. 

     Ligonde-Melide: 

     Esta etapa la hicimos el 14 de junio. Casi la he olvidado y la medio confundo con la siguiente. Salimos de Ligonde y pasamos por Palas de Rei sin apenas detenernos. Fue una etapa muy divertida, el día era nublado y no hizo calor. Recuerdo que nos entretuvimos cogiendo rosas que estaban en su mejor momento. Yo suelo cantar mientras camino y, como siempre, lo hice. Creo que esta fue la etapa en la que un ciclista nos adelantaba cada poco. No entiendo como lo podíamos volver a alcanzar entre recogida de rosas y coreografías... Pasamos por sitios realmente bonitos y, lo que sí recuerdo, es que el maíz apenas había empezado a nacer. Llegados a Melide, como la etapa no había sido muy dura, fuimos a visitar el castillo de Pambre, que es una fortaleza impresionante en medio de ninguna parte. Para terminar la etapa, cenamos en una conocida pulpería de Melide.



     Esta es una foto del lugar de salida, Ligonde, ya muy cerca de Palas de Rei. La foto de debajo es una iglesia en dicha localidad donde tomamos nuestros bocatas rápidamente antes de continuar la marcha.


     Y, por último, una imagen del castillo de Pambre, que como veis está en obras. Es realmente magnífico. Ya veis que voy haciendo menos fotos. Es el cansancio al caminar. 



     Melide-Arzúa:
    
     Fue una etapa dura porque, aunque el día no era caluroso, no dejaba de ser pleno verano y eso se nota. Para mis pies fue bastante dolorosa. Pudimos visitar varias iglesias muy bonitas y caminar entre preciosos campos de maíz, ya muy crecidos. Hay diferencias grandes según camines en una estación u otra. No hay mucho que contar aparte del esfuerzo, cuestas muy serias que te machacan los pies y las rodillas, iglesias preciosas y algún puente realmente chulo.  Como ya os imaginaréis, la llegada y la cena que sigue a continuación son de lo más divertido. Es el momento de comentar las anécdotas del Camino, reír y descansar antes de volver a casa. Como han pasado varios meses... Pues estoy un poco despistada pero, básicamente, fue una etapa tranquila. Lo peor fueron las cuestas de Ribadiso, arriba y abajo -el Iso es un río-; y una vez abajo, la subidita a Arzúa casi me hizo llorar pero, lo demás, fue llevadero, aunque las uñas de mis pies opinaron distinto.

     Aquí os dejo algunas imágenes de las preciosidades románicas que pudimos contemplar. Son verdaderas joyas. Si están abiertas, disfrutamos también de su interior. Cuando hay frescos, está prohibido hacer fotos. En todo caso, son realmente bonitas.


     Un precioso puente sobre "no sé que río". Me falla la memoria pues son muchas iglesias y muchos puentes.


     Y, como os dije, el maíz que va creciendo hasta ponerse "esplendoroso".



     Arzúa-Pedrouzo: 

     Por fin llego a la jornada del último sábado, 24 de octubre. Ya estábamos ansiosos por continuar este Camino tan largo en el tiempo. Tres meses habían pasado sin retomarlo y todos queríamos y queremos acabarlo pronto. Salimos el sábado bastante tarde por diversidad de causas y nos pusimos en camino muy animados. A las dos horas escasas de salir nos detuvimos a comer nuestro bocadillo en un bar donde tomamos unas cañas, solemos hacerlo, y descansamos una media hora. Después de comer se puso a llover bastante pero decidimos seguir con nuestros chubasqueros. Ya os he comentado alguna vez lo incómodo que es pues sueles mojarte los pantalones y da sensación de frío, aunque al andar no lo tienes. Vamos, que para las rodillas no es nada agradable. Fue un tramo no demasiado duro. Un par de cuestas antes de comer no demasiado empinadas. La tarde, una vez que dejó de llover, fue agradable. Yo canté casi todo mi repertorio -que me ayuda a seguir un ritmo constante- y, sólo al final, desesperamos un poco pues se nos hicieron muy largos los últimos kilómetros. Yo llevaba sin caminar varios meses y así, sin anestesia, me hice los diecinueve kilómetros y pico sin que mis pies se resintieran, sin una sola ampolla ni agujetas al día siguiente. Como decía aquel: el cuerpo es muy listo. Al llegar a Pedrouzo nos mandaron a cenar a un local muy animado donde tomamos: sopa de fideos, caldo gallego, bistecs de ternera y jamón asado,... En fin, un menú generoso y económico, regado con vino y gaseosa. Además, hacía frío fuera y estaba bien caldeado. Ya se van notando las tardes frías y al dejar de caminar te quedas helado. Al menos me pasa a mí... 




      En la última jornada apenas hicimos fotos a causa de la lluvia. Mi marido inmortalizó a estas vaquiñas y yo fotografié estas calabazas que están ya preparadas para los primeros días de noviembre. Las tardes se acortan y el invierno se acerca. El maíz ya ha sido recogido dejando los campos vacíos y tristes. 


     Hasta aquí estas etapas que concluirán, si Dios quiere, con la llegada a Santiago en el mes de noviembre, en cuanto todos nos pongamos de acuerdo y podamos. Voy haciendo menos fotos aunque los paisajes siguen siendo bellos. El campo gallego siempre es bonito. Yo reconozco que las tres primeras etapas, fueron las que más me gustaron pero es que vivo en Galicia y estoy acostumbrada a sus bosques verdes y umbríos. En cuanto lleguemos a Santiago, procuraré contaros el fin de este Camino Francés que tanto se ha demorado. Lo mejor, para mí, son mis amigos. Vayamos a donde vayamos, lo pasamos bien y nos apoyamos en los momentos duros cuando el esfuerzo es mayor. Respecto al Camino, muy recomendable en todos los sentidos. Ya veis que el cuerpo aprende a esforzarse por encima de lo que creíamos posible. Hoy no os pongo receta pero me quedo contenta de dejar estas etapas escritas. Si algún error he cometido, procuraré enmendarlo. Mientras tanto, buenas tardes a todos.


viernes, 23 de octubre de 2015

Empanada de bonito


     Para hacer esta empanada de bonito, he utilizado una harina que me trajo mi marido de Callobre. Una harina totalmente gallega. Es muy rica, aunque no es totalmente blanca, lleva algo de salvado. Normalmente hago la masa casera para empanadas mezclando a partes iguales: aceite, leche y vino. Esta vez decidí suprimir el vino y hacer una masa con mayor proporción de grasa. Ya sabemos que la grasa hace que la masa quede más quebrada y eso, para empanada es muy rico. A parte de aquello de "Cuanto más grasa..." que es un disparate, creo que la masa ha quedado buenísima y os voy a decir cómo la he hecho: En un cuenco grande he mezclado una tacita de café de aceite y otra de leche, he añadido también una pizca generosa de sal; después he incorporado taza y media de harina y he removido. Ya he visto, sobre la marcha, que la masa se quebraba y la he trabajado en el mármol lo justo para hacer una bola que he dejado reposar mientras preparaba el relleno.

     Deciros que la primera tontada que he hecho ha sido hacer tan poca cantidad de masa pues la empanada ha salido muy pequeña. Tenía yo, quizás, un cierto miedo a que la masa no saliera bien. Pues salió bárbaro.

     El relleno lleva lo siguiente:
Una cebolla bien grande o dos medianas
Dos cucharadas de salsa de tomate casero
Dos latitas de bonito en aceite (corrientes)
Un huevo duro

      Ponemos la cebolla a pochar con una pizca de sal y la dejamos dorar lentamente. Cuando vemos que está a nuestro gusto le agregamos dos buenas cucharadas de salsa de tomate. En este caso era un "tomate" hecho con dos tomates grandotes, una cebolla, un pimiento rojo y un diente de ajo. Quiero decir con esto que era una salsa un poco especial. Todo fresco y con un buen toque de pimiento. Otra opción sería dorar un tomate pelado con la cebolla y añadir unas tiras de pimiento morrón al relleno. Ya sabéis. cambiamos "a según". Cuando ya está el tomate, lo apagamos y añadimos el bonito, escurrido y algo desmigado pero sin pasarse. Que queden tropezones.

     Dejamos enfriar el relleno y pelamos el huevo duro (esto si os gusta ponérselo). La bola de masa la cortamos en dos, un trozo, el de abajo, ligeramente más grande. Estiramos con rodillo y harina hasta formar dos círculos -en este caso- o dos rectángulos. Rellenamos, ponemos el huevo duro cortado en ocho trozos bien repartidos.

     Cerramos la empanada como siempre y, con un molde de galletas, cortamos en el centro un pescado -me ha parecido propio- y así sabemos de qué es la empanada. A la vez, tenemos un respiradero para que no se hinche. La podemos pintar con huevo pero yo he optado por espolvorearla con harina, que es más rústico, y también me encanta.

     La llevamos al horno precalentado a unos 200º una media hora. Si vuestro horno es muy "arrebatador" la ponéis a 180. Que se haga y se dore bien.



     La valoración final es muy positiva. Mi marido preguntó: ¿Por que tan pequeña? La verdad es que era una empanada del tamaño de una quiche. Creo que fue un poco de inseguridad mía ¡a estas alturas! en cuanto al resultado de la masa. Uno de mis hijos la probó y dijo: No entiendo por qué compráis empanadas pudiendo hacerlas en casa. Cuando llegó mi otro hijo y le pregunté si le gustaba me dijo: No entiendo por que compráis empanadas... En fin, que los dos dijeron exactamente lo mismo. Les prometí hacer empanada con más frecuencia y de mayor tamaño. La verdad es que es tonto ponerse a hacer una empanada, que es un plato elaborado, y hacerla tan chica.



     En cuanto a la masa, que salió riquísima y no sé si fue casualidad o no... pero la repetiré más veces para comprobarlo porque nos encantó a todos. Muy quebradita. Si no tenéis ánimo de hacerla, os aconsejo comprarla ya sea de hojaldre o quebrada y rellenarla de esta manera porque quedó el relleno también delicioso. El relleno, sirve perfectamente para hacer empanadillas, y en cada una se pone un poco de huevo duro -como en las empanadillas chilenas- y quedan estupendamente. Creo que no queda más que decir de la empanada. ¡Vaya rollo! He tenido hoy un inconveniente grande y es que la cámara y el ordenador se han enfadado y no he podido subir las fotos de la elaboración. Afortunadamente tenía estas tres fotos en el móvil... Cosas que pasan. ¡Qué rabia me da! Si consigo solucionarlo, subiré las fotos del proceso. También repetiré la masa pesando todos los componentes para que sea más fácil. Es que yo me acostumbré a hacer las masas a "ojímetro" por culpa de Carmen que me decía: Pon la harina que pida... 

     Aquí os dejo esta empanada que casi es más larga de contar que de hacer. Hoy tenemos en Ferrol una mañana preciosa. Muy buenos días a todos y feliz fin de semana.

lunes, 19 de octubre de 2015

Tarta de queso y calabaza



     La receta de hoy es una combinación de tarta de queso y calabaza. Muy sencilla y rica. El color es mas claro que el  del pumpkin pie porque lleva más componentes. A mí me ha gustado mucho. 

     Ingredientes:
Una base de hojaldre
tres huevos
200 grs de calabaza
Un yogur natural
Una medida de yogur de azúcar
Una medida de yogur de harina
100 grs de queso filadelfia
Canela, pimienta negra y nuez moscada
Piel de limón 




     La base la preparamos como siempre. Batimos los huevos antes que nada y aprovechamos para pintar los extremos que quedan así más bonitos. Yo he hecho unos cortes un poco tontos... La pinchamos y la "medio hacemos" mientras se calienta el horno. Ya en su molde, claro.



     A los huevos batidos añadimos los demás ingredientes, incluyendo la calabaza que hemos cocido envuelta en un papel transparente en el micro unos 5 minutos. Batimos bien, de manera que quede totalmente homogénea la mezcla de: huevos, yogur, queso, azúcar y harina, especias -una pizca de cada- y una tirita de piel de limón limpia. 



     Llevamos la tarta al horno a unos 180-200º -según el horno- una media hora. Vigiladla, no se vaya a quemar.



     Aquí tenéis el acabado, no muy perfecto pues los flecos que corté se han movido un poco como han querido. El resultado, muy suave y agradable, y sabe menos a calabaza que el pumpkin pie, lógicamente, pero le da un toque de color y sabor. Con el trozo de calabaza que ha sobrado haré un puré. Es una tartita que también se puede cubrir con un poco de mermelada de arándanos. Al gusto de cada cual. Buenos días a todos.


lunes, 12 de octubre de 2015

Bizcocho de zanahoria, nueces y jengibre



     Supongo que todos recordáis que ya hemos hecho infinidad de veces el bizcocho de yogur con muchas variantes, ya fueran: chocolate, almendras, maizena,... En un conocido supermercado venden un bizcocho muy rico de nueces y zanahoria. Yo quería tunearlo y no me ha salido ni parecido, pero sí un bizcocho muy bueno. Aquel es totalmente marrón y el mío es color maíz. No importa, yo creo que vale la pena hacerlo porque es original y muy sabroso. Así pues, os voy a contar cómo lo hice y comenzamos por los ingredientes básicos:


Un yogur
Tres huevos
Dos medidas de azúcar
Tres medidas de harina
Una medida de aceite/leche
Tres cucharillas de levadura royal

     A este bloque principal le añadimos:
Una zanahoria cruda
Una taza de nueces peladas
Dos cucharadas de azúcar moreno
Una cucharada de salvado de trigo
Pimienta, nuez moscada y canela
Una cucharilla de jengibre molido
Una pizca de sal



     Como sabéis, el bizcocho de yogur se puede hacer batiendo todos los ingredientes por las buenas. Yo soy partidaria de hacerlo con el método  tradicional de batir los huevos y el azúcar porque queda algo más esponjoso pero hoy he optado por batir, ¿por qué? Pues porque quería que la zanahoria quedase perfectamente deshecha -experimentos que se me ocurren-. Entonces, lo que he hecho es batir el yogur y la medida de aceite y leche con la zanahoria cruda. Una zanahoria pelada de tamaño mediano. Es la foto de arriba. Queda la mezcla muy anaranjada y bonita. Después vamos añadiendo todo lo demás: los huevos, la harina, el azúcar, las especias... Todo excepto las nueces y el salvado y batimos bien. 




     En la foto superior veis las especias: nuez moscada, pimienta, canela -una pizca- y una cucharilla de jengibre. No os creáis que sabía demasiado a jengibre. El bizcocho del que os hablo al principio era mucho más fuerte.



     Finalmente he incorparado las nueces y el salvado, sin batir, mezclándolas con la espátula blanda. Las nueces en trozos muy irregulares, que me encantan, pero si preferís podéis picarlas más. La pega que he tenido es que han quedado muy mal repartidas en el bizcocho. Quizás la próxima vez las ponga ya en el molde sobre la masa del bizcocho para repartirlas mejor. 



     El bizcocho recién salido del horno, tiene un aspecto de lo más corriente. Al cortarlo, queda de un amarillo realmente bonito, por la zanahoria batida, y nos recuerda a un bizcocho de maíz aunque sólo es algo visual, claro. Una vez fuera del molde, lo espolvoreamos con azúcar glas -impalpable-.



     Pues nada más, aquí queda este bizcocho la mar de mono y con un aroma original pero nada exagerado. Por supuesto, podéis cambiar las especias. Es un simple bizcocho de yogur que al tomarlo te quedas pensando ¿pero es una bica o un bizcocho de maíz...? Os animo a hacerlo porque es fácil y rico. Mejor con nueces peladas en casa que son más ricas que las que venden sin cáscara. Sólo hace falta un poco de paciencia. Os deseo a todos un buen día del Pilar y felicito con todo cariño a las que así se llaman. 

viernes, 9 de octubre de 2015

Arroz de otoño



     Hay varias cosas muy otoñales en lo que a cocina se refiere. Dos de ellas son las setas y la matanza -ya sabéis aquello de que a todo cerdo le llega su San Martín-. San Martín se celebra el 11 de noviembre y en muchos lugares era el día del sacrificio del cerdo. También es un refrán que significa que en algún momento hay que pagar por los actos cometidos. El pobre cerdo no creo yo que tenga culpa de nada... Bueno, ni ha llegado San Martín ni hemos ido a buscar setas, sino que las hemos comprado: Champiñones portobello y setas de cardo. Ya sabéis que esto lo hay todo el año. También hemos comprado algo de carne de cerdo que se puede elegir al gusto. Con todo ello he hecho un arroz otoñal, parecido al de matanza, que ha quedado la mar de rico. Con boletos y níscalos estaría genial también, claro. 



     Los ingredientes de este arroz serían:
300 grs de setas variadas

300 grs de magro de cerdo
Un chorizo criollo
Un chorizo rojo fresco
Medio pimiento rojo
Guisantes
Dos tazones de arroz
Dos dientes de ajo
Aceite y sal
Azafrán o colorante
Cuatro tazones de agua (o caldo)



     Empezamos dorando la carne y el chorizo criollo en dos o tres cucharadas de aceite. Incorporamos el pimiento rojo en trocitos y procuramos que todo vaya tomando color. A continuación añadimos los ajos y las setas, todo troceado, también el chorizo rojo. Que todo se dore.


    Lo siguiente es incorporar el arroz, uno o dos tazones según la cantidad de comensales. Y lo dejamos que se impregne de aceite a fuego suave unos tres o cuatro minutos, removiendo muy suavemente. ¿Qué nos queda? Pues añadir agua (o caldo), recordando que es el doble de volumen que el arroz. Llevamos a ebullición, salamos (caso de usar agua) y ponemos el azafrán o colorante (ya sabéis que el azafrán sabe y el colorante no). Para saber si está bien de sal, hay que probar el agüita del arroz. El arroz admite bastante sal, por eso es mejor añadir y probar antes que pasarse. Pasados unos dieciocho minutos a fuego suave, el arroz debería estar en su punto. Los últimos minutos añadimos los guisantes que se hacen enseguida. 



     Yo creo que ha quedado buenísimo. No lleva demasiadas hortalizas, lo cual para los niños suele ser una ventaja, y lleva una buena cantidad de carnes de cerdo. Podríais añadir más cosas si queréis, claro. Las salchichas frescas también le van muy bien... Pues aquí os dejo esta receta otoñal y dominguera que con una ensalada y un postre nos dará para una buena siesta. Felicito por adelantado a todas las Pilares. Buenos días y muy feliz puente.


lunes, 5 de octubre de 2015

Pencas de acelga rebozadas



     Yo siempre he pensado que las acelgas estaban entre las verduras y ahora dudo si poner esta entrada con las hortalizas... Para que no se me quede "cara de acelga" pongo las dos opciones aunque las alcelgas tienen unas hojas verdes muy de verdura,  me parece a mí. Pero claro, también están entre las plantas que se cultivan en la huerta. Los diccionarios no siempre lo arreglan todo... ¿Os gustan las acelgas? Mucha gente prefiere las espinacas pero las acelgas son también muy buenas y, además, ricas en vitamina A -entre otras cosas-. 

     Mi amiga Mary me envió estas hortalizas de su huerto y desde aquí le doy las gracias. Lo primero que he cocinado son las acelgas. Para hacer las pencas, las cortamos de la parte verde y las cocemos en agua hirviendo con sal. Si son muy anchas, las podéis cortar a lo largo. En unos diez o doce minutos estarán tiernas, entonces las escurrimos y reservamos. Obviamente, la penca es esta parte blanca que veis en la foto que está justo debajo.


   
     Hacemos la pasta de freír como siempre. Si tenéis alguna otra fórmula excelente, pues adelante. Yo la preparo batiendo:
Un huevo

Una taza de harina
Una taza de leche
Una cucharada de aceite
Sal
Una cucharadita de royal

    Batimos todo con la batidora de brazo, la Maripili la llamo yo, y dejamos reposar unos minutos. Esta vez le he añadido una pizca de colorante que no es necesario y sólo aporta color. Se podría poner azafrán si nos gusta la combinación de sabores. Va muy bien con los fritos de bacalao -soldaditos de Pavía-. Si está demasiado espesa, añadís un chorrito de agua.



     Los vamos friendo en aceite de oliva. Entendemos todos que sumergimos las pencas cocidas en la pasta y las pasamos al aceite caliente. Que se doren por ambos lados y a un plato con papel de cocina. Ya veis que es fácil. Para mí son una auténtica delicatessen... Muy suaves de tacto y sabor, no demasiado conocidas, creo. Hace muchos años nos hospedamos en una casa rural en Valdivielso, provincia de Burgos, y nos las dieron. Pensaban que no las conoceríamos pero sí, son un clásico de casa de mi madre. Os animo a hacerlas porque son muy ricas, la pasta queda crujiente y es un agradable aperitivo o una guarnición muy rica para un asado, por ejemplo.



     Si queda algo de verde en las pencas no os preocupéis porque es muy rico y yo creo que hasta hace bonito. Con esta pasta, claro, podéis rebozar cualquier cosa que se os ocurra porque es muy fácil y sale la mar de buena. 



     Pensaba contaros que este fin de semana estuve en Ávila y lo mucho que me gustó todo pero lo dejo para otro día porque tengo que repasar las fotos que hice, que no me salieron muy allá, releer un poco para no poner ningún disparate y explicaros bien lo que nos dio tiempo a hacer en poco más de un día. Vengo entusiasmada de lo bonito que es todo. Fue un viaje maravilloso con gente muy divertida y buena. El blog va muy bien y todos mis amigos me siguen con el mismo cariño de siempre. Muy buenas tardes a todos y espero que os gusten las pencas. 

     Con lo verde podéis hacer un puré o unas acelgas con bechamel que quedan muy ricas. Yo las puse en la sartén con ajito y jamón y nos encantaron. 

viernes, 2 de octubre de 2015

Zorza moruna




     Ya sabéis que en casa nos gustan los platos exóticos y los hago de vez en cuando. A mí marido le costó un poco adaptarse pero a mis hijos y a mí nos chiflan. Es una suerte porque les gusta comer de todo y muy variado. Si no, no podría tener un blog. Para hacer esta zorza moruna he utilizado carne de pavo que he adobado con: una cucharada de ajo picado, otra de pimentón de la vera y otra de cominos. Lo que llenéis la cucharada dará al plato más o menos personalidad, así que os aconsejo probar con una cantidad prudente la primera vez que lo hagáis (o una cucharadita). La cantidad de carne sería unos 750 grs. Esto así adobado lo dejáis unas horas, mejor de víspera, con un chorro de aceite de oliva. También se podrían hacer pinchos morunos.



     Lo que haremos con el pavo es cocinarlo en una sartén grande hasta que esté bien dorado y tierno. Lo salamos ligeramente. Fuego entre medio y alto. Preparamos también salsa de yogur, ya la hemos hecho más veces: Un yogur griego sin azúcar (claro), unos gotas de zumo de limón, sal y pimienta, un chorro de aceite de oliva virgen y hierbabuena. Si la tenéis fresca, mucho mejor. Picáis dos o tres hojitas y probáis. A mí me entusiasma cuando la hago así. También me gusta con albahaca aunque no sea la receta original.

     El tomate lo pelo, lo corto en cuadraditos y lo pongo con aceite y sal de buena calidad. También le podéis poner unas hojas de hierbabuena picadita. Esto es así, al gusto de cada cual. Ponemos también algo de verde, cebolleta  y unas tortas que, nosotros, vamos tostando según las tomamos en una tostadora que nos gusta más que el micro porque se doran y es muy agradable, aunque sea más lento. Va muy bien un poco de queso. A mí me gusta el queso feta pero mis hijos prefieren poner una loncha de queso entre la torta y la carne calientes para que se funda. Todo vale si gusta. 


     Creo que no queda nada más. Doblamos la torta y a comer con una buena servilleta porque es fácil mancharse con el jugo que suelta... Es una comida muy entretenida porque cada uno va poniendo lo que le apetece y, sobre todo los jóvenes, disfrutan porque da para comer, charlar y compartir... Pues es una propuesta más para una comida moruna medio inventada que queda la mar de rica. Os animo a probarla. Muy buenos días.