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martes, 28 de julio de 2020

Berenjenas a la plancha


   De nuevo escribiendo. Qué días más locos... Hoy, por fin, después de eventos familiares de todo tipo, he decidido que ya está bien de no escribir. Además ha estado casi todo el día nublado, ya no, así que me ha parecido el momento. Ya sabéis que los festejos en Galicia son comer y comer... No hay manera. Entre tanto, yo, que estoy ya desquiciada, procuro comer ligero y sano. Como las berenjenas me encantan de cualquier manera o casi, he decidido hacerme una berenjena a la plancha con cierta frecuencia para aligerar y variar. Lo que necesitamos es:

Una berenjena mediana
Un diente de ajo
Romero y tomillo
Aceite
Sal

   Con las berenjenas, salvo que vaya a freírlas, siempre tomo la misma decisión: Las cuezo al vapor en el micro. Por si no recordáis cómo lo hago os lo vuelvo a explicar. Lavo la berenjena y la corto según me convenga. En este caso en ruedas de un dedo de grueso. Las espolvoreo con sal y las dejo unos 20 minutos. Después las enjuago y así, húmedas, las pongo en un cuenco y las tapo con film. Las cocino en el micro unos 7-8 minutos, según el tamaño y ya están listas para el paso siguiente. Tiernas y blancas.

   En este caso, calentamos un chorrito de aceite y añadimos el diente de ajo picado, las berenjenas, las hierbas al gusto y dejamos dorar a fuego entre medio y alto, según la cocina. Que cojan color es lo rico. Salamos al gusto y ya las tenemos listas para tomar. Pura manteca en unos minutos.

   En cuanto a la compañía, yo solucioné una cena con una lata de mejillones escurridos pero, la verdad, me gustan más para una carne. Por ejemplo un pollo adobado y dorado en daditos. Es una idea que me encanta y admite un arroz o unas patatas para los delgados.



   Si os gustan las berenjenas, es condición sine qua non, creo que os parecerá muy agradable tomarlas así. ¿Fritas? Me rechiflan pero se trata precisamente de evitar las calorías entre fiesta y fiesta. Qué vida más dura...



   Más cosas que hemos tomado. Gazpacho cada poco. Lo estoy haciendo sin pan y lo tomo de entrante para vitaminarme y matar el hambre. Un buen tazón. Este año va a ser de mucho gazpacho. El día de la foto lo tomamos con fiambre de carne, con sopa de cebolla y aceitunas. Anda por el blog pero os lo cuento, si queréis, en un comentario. Para los delgados unas patatas de sobre a las que yo ni me acerco. Es una comida agradable con una pieza de fruta.



   Otro día... gazpacho con pechuga de pavo a la plancha con una pizca de curry. De las cosas a las que recurres cada poco. Prefiero planchar que cocer. El dorado me sabe más rico.



   El domingo de elecciones cayó un poke de langostinos. Hacía calor y se agradeció bastante un plato fresco.



   Otro recurso, una crema fría de calabacín y cebolla con queso ligero, pimienta y nuez moscada. Nada de patata. Es rica y está bien. Otro comodín, las cremas de hortalizas.



   Y el día de mi santo me volví loca y desayuné tortitas con mermelada de grosellas negras. Sí, la mermelada que hago cada año con las grosellas de casa. Este año fueron una miseria pero hice un poquito. Y así vamos... Os cuento estos platos ligeros porque sé que a muchas os interesa y las amigas me preguntan. Cualquier ensalada está bien y yo haré una mañana mismo. ¡Qué bonito era ser joven...! En fin, no hay que desanimarse, el otro día me reconoció un amigo que no me veía desde hacía... bueno desde antes del Diluvio Universal, más o menos. Hay que ver el lado positivo de todo. Os deseo a todos una feliz tarde. Ya se va terminando julio. Bicos.

   Por cierto, la berenjena la podéis pelar si os gusta más. ¡Ah!, terminé Casa Desolada. Creo que no vuelvo a empezar una novela tan larga en una buena temporada. Es verdad que me gustó mucho pero lo que he tardado... Estoy pensando en empezar ahora El color púrpura que me han dicho que es corta y muy bonita. Ya os contaré. Leer hay que leer. 

miércoles, 15 de julio de 2020

Judías verdes con béchamel


   En casa suelen decir que con béchamel podrían comer cualquier cosa. Yo no me atrevo a tanto pero lo cierto es que la béchamel acompaña divinamente casi cualquier hortaliza. Hace unos días un vecino nos regaló una buena bolsa de judías verdes que dio para dos primeros platos. El primer día las preparé con arroz en blanco y mayonesa, que es una de las formas clásicas de tomar judías en mi familia. De las que prefiero. En la segunda ocasión, ya quedaban menos, decidí hacerlas con béchamel que sé que les chiflan. ¿Cómo se hacen? Lógicamente antes hay que cocer las judías, aunque supongo que esta aclaración sobra.

   Pongamos que tenéis... no sé, ¿350 gramos de judías verdes? No se me ocurrió pesarlas, la verdad. Bien, pues les quitamos los hilos con un pelador, ya sabéis los laterales, cortamos los extremos y, las más gordas las cortamos en dos a lo largo. Esto de limpiar las judías verdes no creáis que me es especialmente simpático. Las lavamos por si llevan algún producto químico o no están del todo limpias. Lo normal de toda la vida. Ponemos a hervir agua ligeramente salada y las cocemos unos 12-15 minutos o hasta que estén bien tiernas. Depende mucho de la calidad y el tamaño. Una vez cocidas las escurrimos bien.



   La béchamel la preparamos como siempre. Un poco más ligera que la de las croquetas. Si en las croquetas ponemos 50 gramos de harina para medio litro de leche, pues para la de cobertura añadiremos un poco más de leche, hasta que tenga un punto un poco más fluido -alrededor de 600ml-. La forma de hacerla es la de siempre, doramos la harina en aceite o mantequilla e incorporamos la leche sin dejar de remover. Dejamos espesar a fuego suave, removiendo siempre, y en unos 12-15 minutos ya podemos cubrir las hortalizas porque, en este caso, va a ir al horno un ratito y ahí la harina se termina de cocinar bien. Ya sabéis que para la béchamel de las croquetas soy muy maniática. Soy la fan number one.

   Una vez cubiertas las judías con la béchamel, espolvoreamos con abundante queso rallado, de nuestro gusto, y doramos en el horno asegurándonos de que estén bien calientes. Si están frías por dentro es una birria, entonces, atención al horno. Mejor pasarse que quedarse cortos. 

   Bueno, pues les chiflaron. No es por nada pero me suele salir la béchamel muuuy rica. La hago a mano y eso se nota. Nada de máquinas para que quede realmente exquisita. ¿Pimienta negra?, ¿nuez moscada? Yo soy partidaria de ambas pero sin exagerar. Los aromas siempre matizan la comida. Que, por cierto, estas judías con béchamel, nos pueden recordar un poco la green beans casserole que hacen en Estados Unidos pero la cobertura es totalmente diferente. Yo creo que esto es más rico. 


   No hay mucho más que contar. Un comienzo de verano extraño como todo lo de este fatídico 2020. Hubo pocas grosellas negras y ninguna roja pero pude hacer un poco de mermelada que quedó muy rica. Casi testimonial. 


   Hemos podido tomar sardinas que, últimamente, planchamos con un poco de sal gorda por evitar hacer brasas y terminar antes. Estamos envejeciendo... 


   Platos improvisados que me encantan: un pisto de berenjenas con patatas y batatas fritas -me rechiflan- y unas salchichas alemanas a la plancha. Todo vale en el mundo de la cocina si es sano y sabe rico. Es lo que opino.


   Una ensalada que creo que no os conté... o sí. Como subo fotos a Instagram me lío un poco con todo. Llevaba: hojitas variadas, queso emmental en dados, anchoas, pedacitos de bacon dorado y un aliño normal. Lo que yo llamo normal es sal, aceite y vinagre.

   Pues aquí queda esto, que espero os guste. Creo que es un plato que no estaba en el blog. No lo hago mucho pero ahora es la temporada de las judías y hay que aprovecharla. En lo personal... bueno, días tranquilos, algunos calurosos y otros no, y la mascarilla que me agobia lo que no está escrito. Queda mucho verano por delante, familia, amigos y esperemos que todo vaya bien. Lo deseo de corazón. Bicos para todos y gracias por seguir leyéndome desde tantos sitios tan queridos ya por esta bloguera.

jueves, 2 de julio de 2020

Bacaladitos empanados


   No sé qué nos pasa últimamente que cuando nos preguntan si queremos comer algo especial, una de las repuestas suele ser: Bacaladitos. Tengo amigas que dicen que no les gustan. En casa nos rechiflan y hoy me contaba mi cuñada que era lo primero que le habían pedido sus hijos que venían de viaje. Pues eso, que nos gustan los bacaladitos. En algunos sitios les llaman lirios pero en Ferrol se llaman bacaladitos de toda la vida. La forma más corriente de hacerlos es rebozados en harina y fritos. Son deliciosos. Puede ser una harina normal o también podemos escoger una especial para freír, estos días he probado la de Gallo y me encantó, o incluso una mezcla de harinas que incluya la de garbanzo, tan de Cádiz... Yo alguna vez combino trigo y maíz -de la amarilla- y sale una mezcla muy rica. 

   Hay ocasiones en que compramos los bacaladitos en el supermercado -si cuadra- y puede pasar que no estén tan frescos y queden más blandos al freír e incluso que se rompan. Si tenéis la duda, os aconsejo empanarlos porque es un rebozado más grueso que da más cuerpo al pescado y queda delicioso.

   ¿Cómo lo hacemos? Pues como siempre que empanamos un pescado que no sea graso o unas hortalizas. No ponemos directamente en el huevo batido si no que pasamos antes por harina blanca. Es decir: Harina-huevo-pan rallado. Podemos hasta comprar el pan rallado con ajo y perejil. Es que ahora hay de todo. Lo que tiene esto es que no es divertido pero ¡qué rico queda el pescado! Es raro que a alguien no le gusten los empanados, realmente raro.  



   Una vez empanados, sólo nos queda freírlos en abundante aceite de oliva que esté bien caliente. Que el fuego esté al máximo o casi... va a depender del grosor de la sartén y del tipo de cocina pero siempre aceite lo bastante caliente para que queden dorados. No chamuscados.

   Siento que las fotos no sean más bonitas pero son las que tengo. También recordaros que los bacaladitos tienen una tira de espinas finitas en el lateral que queda unido... Yo me las como pero se pueden dividir los lomos con unas tijeras de cocina y eliminar esas espinitas. Doradas apenas se notan, creo yo. Quizás parezca un pescado realmente humilde. A mí me parece que el verdadero lujo es tener en casa a alguien dispuesto a freírlo, ya sea yo o mi santo.



   Hablando de la harina de freír que os conté... Aquí veis unas rabas que rebocé el otro día. Se puede hacer en una bolsa o en una fiambrera. Con alegría. Queda un rebozado francamente rico aunque os digo que me gustaron más las anillas de pota, con perdón, que compré en el Mercado. Lo de "con perdón" es broma. Como veis, preparé unos bocadillos de pan negro con lechuga y una salsa de ajo que compré. Casi nunca me gustan las salsas compradas, la verdad. Excepto las que hago con mayonesa de bote, que le añado tontadas y me gustan bastante. Pero bueno, el bocadillo estaba delicioso y son ideas que a lo mejor os gustan u os inspiran otras cosas.


   Pues ahora a leer todo a ver si no he puesto ningún disparate... que estoy cada día más alocada hasta para escribir... Y para todo. Los años que no perdonan. Aquí os dejo de momento con estos consejos que quizás os vengan bien. El blog sigue, yo sigo, la vida sigue,... Y ya veremos qué va pasando. De la crisis no os hablo que me pongo antipática. Besos y abrazos.