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sábado, 26 de diciembre de 2020

Salpicón de buey de Johnny


   Ya hay en este blog un salpicón fácil de Johnny que hace con una pandereta de maruca de las de la Pureza. Muy rico. Este año, que celebrábamos todo en casa por causa mayor, pensamos en preparar algo distinto de los gambones. ¿Por qué? Bueno, entre otras cosas a alguno le da pereza limpiar marisco. Así pues decidimos probar con el buey de mar que venden limpio y congelado. ¿Inconvenientes? Ninguno. No es barato pero cunde bastante y es de muy buena calidad. Este lo compramos en el Mercado Central de Ferrol, el de la Magdalena. Lo encargamos con unos días de antelación y lo pusimos a descongelar el 23 en la nevera porque era para el día de Navidad. Vamos que le lleva su tiempo. ¿Qué más llevaba el salpicón? Vamos allá:

Medio kilo de buey de mar limpio

Una cebolleta

Un cuarto de pimiento verde

Un cuarto de pimiento rojo

Tres-cuatro huevos duros

18 langostinos cocidos y pelados

Aceite y vinagre

   No tengo más foto que la de esta ración, tenéis que disculparme pero estos días han sido de acción trepidante y me ha faltado cabeza. Para hacer el salpicón necesitamos cocer los huevos, eso sí, y picarlos. También vamos a pelar los langostinos. Johnny me dijo que añadió el jugo de las cabezas aplastándolas entre los dedos. Los langostinos, las colas peladas, las cortamos en tres o cuatro trozos. No muy grandes pero que luzcan.

   Cortamos también la cebolleta y los pimientos. Johnny hizo tiritas finas de unos dos centímetros, pero podéis picar a vuestro gusto. Sólo queda mezclar todo. No le añadió nada de sal porque tanto el buey como los langostinos son saladitos.  Vinagre puso poco, de jerez. Y aceite de oliva virgen con cierta generosidad pero sin pasarse a lo loco. Removemos bien y probamos por si que remos poner algo más de vinagre o... salar una pizca. Pienso que no es necesario.

   Tuvimos un acierto, creo yo, que fue llevarlo a la mesa ya servido, puesto con aro en platos de postre sobre el plato llano. Espolvoreamos con perejil y un hilo de aceite. Se podría adornar con un langostino pelado pero se nos pasó y se cortaron todos. No importa. Creo que quedó muy mono, más que llevarlo en una fuente, que hubiera sido un estorbo más en la mesa, y resultó muy cómodo. De sabor, ya os digo que todos se quedaron felices. Encantadísimos. Resultó un entrante realmente exquisito. Os animo a hacerlo porque no tiene dificultad y puede ser uno de los platos de Fin de Año o cualquier otra celebración.


 

   He terminado por hoy pero os adelanto que preparé con los restos de pollo cocido del consomé el, ya tradicional en casa, pastelón de pollo al estilo moruno. Está mal decirlo pero quedó espectacular. La masa comprada, que estoy ya agotadita de cocinar. Creo que cuando pase todo el jolgorio escribiré un resumen de estas fiestas y os contaré todas estas menudencias. 

   Aunque las fiestas han sido distintas y poco concurridas, en casa lo hemos pasado muy bien. Nos hemos hecho regalitos muy divertidos, hemos cantado algo y los nietos nos han hecho reír, que es lo que apetece. Ya os iré contando más cosa. Siento no haber escrito antes, como otros años, pero últimamente no me da la vida para tantas cosas. Espero que lo hayáis pasado razonablemente bien y que hayáis podido celebrar lo que de verdad importa: El Nacimiento del Señor. Nos vemos pronto. Bicos.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Zamburiñas a la plancha


   Esta es una receta que ponen, con pequeñas variaciones, en muchos locales de Ferrol. Os digo que en casi todos están buenísimas. Yo tenía ganas de probar a hacerlas en casa porque hoy en día comprar zamburiñas limpias y congeladas es de lo más fácil. Quiero decir que las hay en muchos sitios. Ya sé que son de importación, que no serán lo mismo que las frescas,... Todo lo que queráis, pero están muy ricas y no son nada caras. 

   Como ahora somos tres gatos, que digo yo, no da pereza ni es mucho gasto hacer prueba. El sábado compré en Carrefour unas pocas, siete para ser exactos, y probé con lo de la plancha. ¿Qué hice? Pues pinté la plancha que uso para estas cosas con aceite. Previamente había preparado un ajito picado con perejil y aceite, lo que es un poquito de cada para esta cantidad. Pues bien, puse las zamburiñas en la plancha caliente boca abajo unos ¿dos minutos?... Aproximadamente. Después les di la vuelta, les puse una cucharilla de esta mezcla y una pizca de sal a cada una. Allí en la plancha, las dejé otro par de minutos, boca arriba, y se levantó un hervor... Curioso. Entonces ya las retiré a la fuente con unas pinzas de servir. Fácil no, lo siguiente.


  

   No tengo foto de las zamburiñas boca abajo, que no creo que tenga mucho interés, pero en esta foto de arriba podéis ver la plancha. La temperatura debe ser alta, en cuanto a los tiempos, pues pueden variar un poco, ¿cómo no? También pienso que se podrían hacer en una sartén grande de fondo plano. Fácil es facilísimo. Quizás no muy recomendable si hay mucha gente pero como este año no parece que vaya a haber mucha gente en ninguna reunión, esta es una propuesta muy adecuada para cualquier bolsillo y realmente rica. Al menos en casa les encantaron.

   Aquí queda esto. Es curioso porque la receta de Zamburiñas a la marinera es la más leída algunas Navidades, no sé qué pasará esta. También os recuerdo que se pueden preparar como las vieiras y quedan realmente ricas. En casa solemos poner vieiras por ser un día tan especial pero os digo que yo me quedo tan contenta con unas zamburiñas. 

   Sé que tengo pendientes varias publicaciones pero me ha parecido que este plato podía ser interesante. Nosotros, por fin, hemos decidido el menú de cada celebración o casi... ¡Qué lío ha sido! Ya os iré contando. Paciencia, ánimo y bicos para todos.

   Y, que no se me olvide: Las zamburiñas descongeladas y bien escurridas, incluso las podéis secar con papel de cocina, para que se doren bien. 





 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Jamón asado



   ¡He vuelto! Empezaba a pensar que no iba a publicar nunca más... La vida familiar me ha tenido muy entretenida ejerciendo de abuela. Ahora que he regresado a la normalidad, no la nueva sino la mía, espero que no vuelva a pasar tanto tiempo sin publicar. Hoy os traigo una receta que hicimos mi marido y yo hace unas semanas. Es, para ser exactos, medio jamón asado. Para mi casa un jamón es un disparate. Este es un trozo muy rico, con poco hueso, pero podríais hacer un trozo de carne más pequeño. Si os fijáis en la foto de abajo, la piel viene cortada ya de la carnicería. Lo que he hecho es frotarlo con tomillo, romero y pimienta negra, una cucharadita de cada o más -al gusto- y dejarlo unas horas. Después lo mojamos con aceite de oliva y lo frotamos con sal gorda. Calentamos bien el horno y, como está, introducimos la pieza de carne y la dejamos dorar para que se selle. Puede tardar entre 20 minutos y media hora.



   Por en medio de esto he pelado y cortado: una manzana, una cebolla y una rama de apio. Esto lo reservamos.



      Preparamos un "almíbar" con medio vaso de agua, dos cucharadas de azúcar, unas bolas de pimienta y un chorretón de cognac. Le damos un hervor y apagamos. Esto lo ponemos sobre la carne ya dorada y lo dejamos en el horno a 180º una hora aproximadamente.



   Pasada la hora, incorporamos las hortalizas al fondo de la fuente del jamón y dejamos otra hora más, bajando la temperatura si nos pareciera que está dorándose demasiado. Entre 2 horas y media y 3 puede tardar, según sea de grande la pieza. Esto en mi horno, claro.



   Aquí veis que pinta más rica tiene al salir del horno, bien dorado por fuera y completamente hecho por dentro. A veces puede variar según sea el horno pero en caso de duda, lo dejamos más tiempo en el horno a menos temperatura, unos 150º.



 
   Para servirlo, cortamos la cantidad que creamos vamos a necesitar. Es mejor conservar el resto sin cortar para que no se seque. Nosotros preparamos patatas fritas en cuadrados y unos trozos de piña a la plancha, regada con un poco de salsa del asado que quedó deliciosa. Tiene que gustar la piña.


   De la salsa que tenemos, podemos dejar parte tal cual, y el resto, la pasaremos con las hortalizas, que han estado una hora al horno y están totalmente tiernas. Queda una salsa espesita y deliciosa. Es de los jamones más ricos que nos han quedado últimamente. Se me ocurre que os puede gustar pinchar la piel con clavos. Ya sabéis que es un sabor intenso pero le va muy bien al jamón.

   Las cortezas son muy ricas pero no muy digestivas. Yo siempre robo alguna pero con cierta prudencia. En cuanto a las sobras, al día siguiente, un bocadillo de jamón asado frío cortado fino con un buen pan, me parece bastante difícil de superar. Son de los mejores bocatas.



   De postre hice un "tocinillo de yogur" que vi por ahí y quedó muy rico. A mí me recuerda a una quesada, o al recuerdo que tengo de ella. Es una cosa fácil de hacer que os contaré otro día. Quedan más cosas por contar, tiempo habrá, si Dios quiere. Por ejemplo, unas tortas de pan sin levadura para hacer en la sartén que yo he hecho ya unas cuantas veces para sustituir el pan o para rellenar con diferentes cosas:





   También tengo pendiente una publicación de algunos dulces que he hecho sin lactosa que pienso que pueden ser interesantes. Cosas con las que te encuentras y tienes que resolver...

   Pues hasta aquí he llegado. Espero haberme explicado bien con la receta del jamón. Son carnes que salen bien de precio muy interesantes para las familias numerosas, aunque este año las fiestas no van a ser, según parece, muy concurridas. En todo caso, la importancia de la Navidad ya la sabemos todos. Que no nos falte espíritu navideño, que falta nos hace.

   Y una cosa que olvidé... ¡Estoy senil! Era jamón Coren alimentado con castañas, que es delicioso. Ahora sí he terminado. Bicos.



jueves, 12 de noviembre de 2020

Pasta con gulas y trigueros


   Queridos amigos, por fin estoy de vuelta en el blog. He tenido unas semanas complicadas, se me ha estropeado el ordenador y he ejercido un poco de abuela. Total, que me ha faltado la oportunidad de sentarme a escribir recetas. Esta que os traigo hoy la hice en el confinamiento y después la he repetido porque es fácil y resulta muy rica. Además, podemos tener todo unos días en nevera y congelador, por lo que es de las recetas que nos convienen estos días infaustos. Vamos ya con lo que necesitamos:

250 gramos de pasta (que puede ser la que nos dé la gana)

Un puñado de espárragos

Un puñado de bacon

Medio paquete de gulas (de los dos que vienen)

200 ml de nata líquida

Queso que funda bien al gusto

Aceite, sal y pimienta



   Es facilísimo. En una sartén ponemos a dorar los espárragos en dos cucharadas de aceite de oliva. Yo para esto los compro congelados, ya cortados, que son baratitos, y la bolsa me da para varias recetas. Los compro en Mercadona. Bien, incorporamos el bacon y dejamos que todo se dore bien doradito, que no negrito. Añadimos las gulas un minuto y ya podemos poner la nata y salpimentar al gusto, teniendo en cuenta que gulas y bacon son salados.



    Lo último es añadir el queso; yo puse una mezcla que nos gusta mucho y se funde muy bien. Las hay en cualquier supermercado. Para mi gusto no hace falta mucho queso, un puñadito. Queda una salsa muy melosa con unos tropezones ricos. 

   Os dais cuenta que tenemos que ir a la vez cociendo la pasta en agua con sal, siguiendo las instrucciones del paquete, según que pasta hayamos escogido. Esto es como siempre. Yo suelo poner la pasta en la sartén con la salsa, remuevo bien y ya paso a la fuente en que voy a servir. 

   Es de esas recetas rápidas, para comer o cenar, que todos se quedan contentos y está muy buena. Para cualquier ocasión. Aquí queda la receta. Ya servida, se puede añadir un poco de queso rallado en polvo, eso es para gustos.

   Contaros que sigo leyendo, he terminado estos días "El color púrpura" que me ha gustado mucho menos que la película -que ya es raro- y también "Lady Ludlow" de Elizabeth Gaskell que me ha gustado pero bastante menos que "Norte y Sur" o "Cranford" que es deliciosa. Sigo con mis cosas, cuando me dejan y voy tirando. Un poco asustada con el invierno que viene pero esperanzada. Siempre hay que tener esperanza de un mundo mejor, ¿no creéis? Os mando a todos un codazo... ¡perdón! Un muy fuerte abrazo.


miércoles, 14 de octubre de 2020

Cardos con almejas



   Esta entrada también podría llamarse "almejas con cardos", creo que da un poco lo mismo o depende un poco de a quién queráis dar mayor protagonismo. Antes de nada, deciros que esta salsa la hemos hecho ya varias veces y que, como veis, en casa nos gusta bastante. En cuanto a los cardos, solía tomarlos en casa de mi abuela de Zaragoza y, ahora que los encuentro en Mercadona, aprovecho para tomarlos porque me gustan bastante y me traen buenos recuerdos.

   Para hacer la receta necesitamos:

Cardos

Medio kilo de almejas

Una cebollita

Una cucharada rasa de harina

Un cucharón de caldo de pescado

Una pizca de colorante o azafrán

Sal y pimienta

Perejil fresco (opcional) 



   No he puesto el aceite pero se suele dar por comprendido. En una tartera doramos la cebolla picada más o menos fina. A mí se me ocurrió poner un poquito de bacon pero, si os digo la verdad, puestos a poner, me gusta más un poco de jamón serrano picadito al final. Ese día yo no lo tenía. Porque yo cocino así,... a lo loco. Cuando la cebolla va estando transparente añadimos la cucharada de harina y dejamos que se dore un poco a fuego medio-bajo. Removemos porque es clave que no haya grumos. Es una salsa facilísima de hacer. Incorporamos el cucharón de caldo sin dejar de remover hasta ligar la salsa. Yo, si no tengo caldo, pongo simplemente un poco de agua para aligerar y que sean las almejas las que el den sabor.


   Que no se me olvide el tema de los cardos. En una tartera tenemos que hervir los cardos siguiendo las instrucciones del envase. En agua ligeramente salada unos 20 minutos y los escurrimos bien. ¿La cantidad? No lo pesé pero para estas almejas 250-300 gramos serían suficientes, salvo que queráis hacerlos todos. Deciros también que en casa les gustan mucho los cardos, una cosa buena, y que estos congelados quedan muy ricos con diferentes preparaciones. Incluso se pueden freír rebozados una vez cocidos y escurridos. Es de sabor y tacto muy agradable.


   Sigo con la salsa. Le vamos a dar color con una pizca de azafrán, o si no os gusta con colorante. Esto, sin exagerar, hace que la salsa esté mucho más aparente, más mona. Cuando la salsa esté lista, ligeramente espesa, añadimos los cardos y las almejas -que previamente hemos sumergido en agua con sal para que queden bien limpias-. En este momento tapamos y dejamos hacer a fuego medio-alto, hasta que las almejas se abran.



   Hay que salpimentar pero ojo con la sal que algunas veces la que llevan las almejas es suficiente para todo el guiso. Son ellas muy saladas. Y en el último momento espolvoreamos con una pizca de perejil picado. Tiene mucha vitamina C y es rico y bonito. Alegra siempre los platos.


 

   ¿Qué queda por decir? Pues que acompañé el plato con arroz en blanco, en casa son muy partidarios de este arroz, y quedó una comida realmente rica. Nadie protestó. De las que todos se quedan encantados. Otra cosa que se me ocurré, en vez de poner bacon o jamón o... nada, podemos dorar unas almendras laminadas o en daditos en una sartén con una pizca de aceite y espolvorear el plato al final. Es algo que le va muy bien a los cardos y el toque crujiente siempre es agradable. Creo que ya terminé con esta propuesta. Espero no haber olvidado nada. Cuanto más ricas sean las almejas, más rico quedará pero se puede hacer con unas almejas de categoría mediana, según el día. Os dejo de momento. Cuidaos mucho, yo también procuro cuidarme y cuidar de los míos. Bicos.


martes, 6 de octubre de 2020

Guiso de salchichas con patatas


      Esta entrada se podría llamar: "guiso de salchichas con patatas y hortalizas en sartén para tres gatos". Os digo que es una cosa que me gusta el ser pocos a comer a diario y preparar la comidita en una sartén. Como si estuvieras jugando a las casitas. El domingo hice un arroz muy rico -os pondré la foto- y, como llevaba tantas cosas, bien de chipirones, decidí no poner las salchichas frescas. Es de esto que dices: si pongo más cosas ya no cabe el arroz. Entonces, me quedó una bandeja de salchichas frescas y decidí hacer un guiso. Un guiso pequeño y rápido. ¿Qué llevaba?

400 grs de salchichas frescas

Una cebolla

Un pimiento verde

Un diente de ajo

Dos patatas

Una tacita de guisantes

Aceite y sal

Romero y tomillo

Agua


   Empezamos como suele empezar mi vida... Cortamos una cebolla en tiras, el pimiento lo mismo. Las salchichas las dividimos en dos, si son grandes, aplastando el centro y girando bien la tripa para formar salchichas más pequeñas. Una vez girada la tripa, cortamos con una tijera de cocina. Quedan más monas que cortadas sin más. 

   Empezamos a sofreír, las hortalizas, las salchichas y un diente de ajo chafado. Lo rico es que todo quede doradito. Casi se puede poner todo a la vez para que no quede nada sin dorar. A mí hoy me faltó tiempo para las salchichas. Mientras esto coge color a fuego medio-alto, pelamos y cortamos las patatas, tronchándolas al final. Cortar y romper. Incorporamos las patatas al fuego y les damos unas vueltas unos minutos. Al ser en sartén, no se pegan demasiado y se impregnan bien de la grasilla y los sabores.



   Las fotos siempre me salen con menos color que en la la vida real pero os hacéis una idea. Es el momento de añadir agua templada hasta cubrir las patatas pero sin exagerar. Cubiertas sin que sea una laguna. Llevamos a ebullición y salamos al gusto. Yo le pongo una pizca de tomillo y romero pero poco, para que no cojan protagonismo. Lo que es un suspiro de cada. Y ya, tapamos y dejamos hervir a fuego suave unos 10-12 minutos o hasta que las patatas estén cocidas y tiernas. Si os queda la duda de que esté algo tonto el guiso, podéis añadir un trocito de pastilla de caldo. Yo no soy muy partidaria pero os confieso alguna vez las utilizo. Tan poco que me suelen durar hasta que caducan. Por esta razón, las compro de verduras, que dan con todo, y suelo poner un pedacín, una cuarta parte, cuando algún plato se pone tonto y soso. No suele pasar.

   Hasta aquí este humilde guiso que en casa les encanta y es bueno, bonito y barato. Muy otoñal. Hablando de otoño, ¡vaya tiempo tenemos! Estamos a media luz, lo cual nos causa una cierta tristeza ambiental. 

   Más cosas... He vuelto a hacer mermelada de tomate. Nos gusta mucho para tomar con queso, creo que le va divinamente. Y, sin embargo, para desayunar no se me ocurriría tomarla. Ahora mismo estoy con aceite y sal que es lo que me apetece más. Pero la mermelada con queso, está divina.



   He vuelto a hacer varias veces berenjenas empanadas. Es una cosa que nos chifla y suelo poner un poco de romero en la harina. Quedan aromáticas, crujientes por fuera y mantecosas por dentro. Soy fan total. Os las recuerdo porque son una delicia.



   También sigo con las acuarelas. Mi violín de Ingres. Sobre todo me relaja una barbaridad y creo que poco a poco voy mejorando. Mira que es difícil...



   Y el arroz del domingo, como os dije. Es lo que en casa llamamos "mar y montaña". De esos días que queda rico riquísimo. Un arroz muy completo y sabroso.
 


   ¿Quedan cosas por contar? ¡Seguramente! La estación viene cargada de preocupaciones para todos y, en lo personal, nosotros hemos sido nuevamente bendecidos. Os digo que la vida es muy extraña, se mezclan sentimientos positivos y negativos, vivencias alegres y tristes,... Y hay que seguir tirando. Cocinando... pues también. Sobre todo, intentando mantenernos ocupados y entretenidos. Por cierto, no os conté que estoy leyendo un libro, Chesapeake de James Michener, que me está gustando mucho. Otra vez un libro largo... Es una historia de los Estados Unidos contada a través de tres familias que viven en la bahía de Chesapeake, entre Virginia y Maryland. Es una novela bastante marinera, con mujeres muy interesantes y... muchas cosas más. Recomendable, desde mi punto de vista.

   Creo que ahora ya sí terminé. Como siempre digo, ánimo con todo. Cuidaos mucho. Nos vemos pronto.

martes, 22 de septiembre de 2020

Caldo oriental y pan al vapor


   Otra vez a vueltas con el ramen. Estuve en Madrid, ya veis qué osada, y probé el pan bao. Es un pan de trigo que se cuece al vapor, de origen chino. Creo que hay multitud de recetas. La que yo he probado era más o menos un pan normal de agua, harina y levadura con algo de aceite y azúcar. Fijáos que lo hice sin sal porque no salía en la receta que vimos y después he visto otras que sí llevan sal (ya me parecía a mí raro). Un lío todo esto. Pero no es del pan bao de lo que pensaba hablaros, no del pan bao en sí mismo, si no de la posibilidad de cocer pan al vapor. 

   Cuando volvimos de Madrid, estábamos muy interesados en este tipo de pan porque nos gustó mucho. Es diferente al no estar dorado, la miga igualmente tierna. Entonces... miramos en You Tube. Es donde veo este tipo de cosas. Por en medio de lo del pan, una receta de ramen. Yo el ramen ya lo hago a mi manera y nos encanta pero apareció una receta de caldo estilo oriental y me encantó porque básicamente es un caldo normal con jengibre y ajo. Entonces puse a cocer:

Unas carcasas de pollo

Dos zanahorias peladas

Unas ruedas de jengibre con su piel

Dos dientes de ajo chafados

Agua y sal. 

   Esto es como hacer un consomé. Lo único... que no tenía puerro en casa y no lo puse. Queda un caldo algo exótico pero muy rico. Bueno para un ramen, para mojar una receta oriental de setas o de cualquier carne,... Y, claro, para una sopa de tapioca, de sémola de arroz, de fideos,...

   Todo este lío fue hoy y le dije a Pedro: "Voy a hacer unos bollos al vapor para acompañar el ramen". Yo soy así, alocada. Hice una masa con un vasito de agua tibia, un trocito de levadura, aceite de girasol y azúcar -ya os dije lo de la sal-. Disolví todo y añadí harina a ojímetro mezclando maizena y trigo porque quería una masa bien blanca. Decidí no hacer panecillos doblados sino bollitos y dejé a mi hijo encargado de la cocción al vapor. ¿Al vapor?



   Como no tengo vaporera y el primer intento de pan bao con tartera, colador y una tapa que no encajaba demasiado bien fue un fiasco. La segunda tanda la hicimos en el horno. Esto es anterior al día de hoy y luego os lo explico. Pues bueno, los bollitos fueron al horno en la rejilla, debajo la bandeja con agua y tapados con papel de aluminio unos 20-25 minutos a 180º. Salieron muy bien, blanquísimos y de miga prieta -recordad la harina de maíz- pero muy tierna. Siento que la siguiente foto saliera tan mal. Es un rollo esto de hacer fotos hambrienta. 



   En cuanto al ramen, pues quedó muy sabroso con este caldo tan rico e intenso. Os recuerdo que a veces echaba mano del caldo de bote pues el ramen ya es de por sí elaborado. Esto ha sido bastante más rico, ¿qué voy a decir?



   Y de vuelta al pan bao, domingo por la tarde, estos salieron del horno blanquitos y bastante ricos aunque nada perfectos. Me divirtió hacerlos pero quedaron muy mejorables.




   Rellenos con lo que había... Un pan blanco, tierno y con una textura por fuera muy distinta del pan horneado tradicional. Son cosas para un día especial que nos sintamos con ganas de novedades.



   El aspecto del caldo es igual que cualquier consomé que, por supuesto, se puede desgrasar... o no. El punto de sal es personal e importante. Si los huesos llevan algo de carne, quedará más sabroso.



 

   Y he encontrado, menos mal, una foto en la que se ve mejor el bollo de hoy. Ya veis que por fuera se ha dorado ligeramente. Es un fallo de mi método de vapor al horno pero os digo que me da bastante lo mismo. Nos encantaron y no le voy a dar más vueltas.



   Aquí queda esta entrada que nos lleva bastante lejos. Es curioso porque nos divierten bastante estas canfurnadas orientales y vamos haciendo experimentos cuando tenemos tiempo. 

   No sé si deciros que os animéis o no a hacerlo, depende un poco de el tipo de paladar que tengáis y de si os gusta probar cosas nuevas. En todo caso, son sabores distintos que también podéis catarlo en un restaurante. A mí me gusta probar y después versionar. Salir de la sopa, los macarrones y los bistecs. Ser ama de casa es rollo pero en la cocina podemos variar e inventar bastante. Ánimo con todo, nos vemos en unos días.

martes, 15 de septiembre de 2020

Arroz con pollo y mejillones




  Esta es una receta muy sencilla que hice ayer para la comida del mediodía. Estuvimos un día de viaje en Madrid y, después de comer el domingo en Arévalo unas carnes exquisitas, el lunes sólo quería tomar algo sencillo. Que no puede uno pasarse todos los días...


   Así pues, se me ocurrió hacer un arroz con hortalizas, de los míos, con alguna proteína. Os voy a poner ya los ingredientes y seguimos con el cuento:

Una taza de arroz 

Dos contramuslos de pollo deshuesados con piel

125 gramos de mejillones cocidos y limpios

Una zanahoria

Un puñado de espárragos trigueros en trocitos

3-4 champiñones cortados en octavos

Un pimiento verde pequeño

Media taza de guisantes

Un diente de ajo

Aceite, sal, agua y colorante alimentario


   Estos son los ingredientes principales que pueden variar según queramos o tengamos hortalizas en la nevera o el congelador. Por ejemplo, los guisantes y los espárragos eran congelados. La zanahoria y los champiñones eran frescos, y el diente de ajo, claro. En cuanto a las proteínas, el pollo era fresco, corté los contramuslos con su piel en seis trozos. Los mejillones eran congelados, para probar qué tal, y me parecieron ricos y muy cómodos. Puse media bolsa a descongelar mientras iba preparando lo demás. Muy fácil, la verdad. No tan sabrosos como los frescos pero muy prácticos para tener en el fondo de armario de la nevera. Bárbaros por ejemplo para una empanada.



   Estos arroces para tres gatos los hago en la sartén grande y me encanta cómo me quedan, la verdad. Empiezo calentando el aceite y pongo los trozos de pollo con la piel para abajo, me gusta bien hechita. Cuando va estando dorada, damos la vuelta al pollo y ya podemos ir añadiendo las hortalizas por orden de dureza. Quiero decir que pongo primero el pimiento y la zanahoria para ir añadiendo en unos minutos los trigueros, los champiñones cortados al gusto y el ajo también picado. Cuando todo está bien pochado incorporamos el arroz. En esta ocasión lo he usado vaporizado. Es cierto que es algo menos sabroso pero no se pasa y, algunas veces, es una gran ventaja. Vamos, cuando no sabemos si los comensales van a estar justo a tiempo. 

   Unas vueltas en el fuego para que la grasita lo rodee y quede bien suelto y ya podemos cubrir con el doble de líquido que de arroz. Una taza de arroz por dos delíquido. El líquido, si es un caldo ligero, maravilloso, pero si no lo tenemos, ponemos agua y salamos al gusto. Es lo que yo he hecho. Queda sólo dar color con colorante o azafrán. Ya sabéis que el azafrán sabe y el colorante no. El nivel es muy distinto.



   Bien, este arroz vaporizado puede tardar un pelín más que el arroz normal, unos 20 minutos deberían ser suficientes. Hecho el arroz, colocamos encima los mejillones para que sin cocinarse, están cocidos, cojan un poco de temperatura. Mientras el arroz reposa tapado con un paño. Según tengáis costumbre.

   Pues hasta aquí esta receta de arroz de mar y tierra que sale muy rica, fácil y barata. Las tres bes. Perdonad que me haya demorado un poco pero he tenido unas cuantas cosas, entre ellas un viaje, y me ha faltado tiempo. Además, el blog está cambiado y estoy encontrando un poco más complicado el manejo estos primeros días. Que soy una antigua... Estamos ya muy cerca de 775.000 visitas, lo cual es bastante impresionante, como cifra, y os agradezco infinito. Yo voy llevando esto como buenamente puedo y no dejo de teneros presentes. Mil gracias a todos. Bicos.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

Intento de hornazo, playa de Ponzos y otras cosas


   ¡Ha llegado septiembre! No sé si me alegro o no. El otoño me encanta pero lo que pueda traer este... me da bastante respeto. La cosa es que el verano, como tal, para mí ha sido bastante aburrido así que, ¡adiós muy buenas! Andaba yo pensando qué compartir con vosotros, pues estoy cocinando bastante pero sencillo. Recordé que hace unos días hice un hornazo, por llamarle de alguna manera, inspirado en una publicación de Instagram que me encantó. Esto mío, no lleva todos los ingredientes que se sugerían, pero nos gustó mucho y por eso lo comparto. Lo primero que vamos a necesitar es una masa "panera". Quiero decir que debe ser una masa que haga miga. Si no, pues nos quedará una empanada, que también es rico, pero esto es más de masa de pan. Yo preparé la que hago para la pizza, ya sabéis, con agua, levadura de panadería, un chorro de aceite, sal y harina, mejor de fuerza. Creo que ya la he puesto muchas veces en el blog así que voy a darla por explicada. Que sea una masa tierna y no demasiado cargada de harina marcará la diferencia. Tampoco pasa nada si no está muy perfecta. 

   El relleno que le he puesto es: un huevo duro, un chorizo y dados de bacon a discreción. Podéis poner lomo adobado, es un clásico, pero yo puse sólo los tres primeros ingredientes. Los que tenía en casa. Tened en cuenta que no era muy grande.



   Lo montamos como una empanada. Masa de pan debajo, relleno extendido, masa de pan encima. Lo espolvoreé con harina, sal, pimienta y tomillo. Eso es a discreción. Al horno unos 20 minutos a 200º o algo menos si vuestro horno es listo. 


   Queda muy mono, no tan grueso como los hornazos que yo he tomado en Burgos pero más ligero también. Muy rico. 


   Ese día lo acompañé con una ensalada de bonito "La Pureza", cebolla, aceituna, pimiento asado,... Lo que os guste. Son ensaladas que entran muy bien en verano y para cenar me parecen muy completas.



   Otras vistas de la propuesta. Os digo que sale tan rico y es tan fácil que vale la pena intentarlo. Yo estoy deseando repetirlo.


   Y las prometidas fotos de la playa de Ponzos. Fuimos a dar un paseo y hacía un día precioso. Algunas nubes, brisa suave, no muy caluroso,... El tipo de día que me gusta.


   Es una playa maravillosa, como todas las de Covas. Y además, nunca hay mucha gente. El tipo de playas que me gusta.



   Y si miramos hacia atrás, nos va a sorprender que es una costa casi sin edificaciones. Esto es lo que hace a las playas de Ferrol tan especiales. No la temperatura del agua. Son de las playas más bonitas que hay.


   Y una vez que hemos dejado la playa. Os cuento que he hecho varias tortillas muy ricas. Mis hijos dicen que soy de frases. Una de ellas es: Creo que voy a hacer tortilla de patatas todos los viernes. Bueno, ya sabéis que soy bastante alocada y cambio de opinión fácil pero sería práctico que fuera una norma.



   Y, para terminar, os cuento que hoy he hecho freixós de postre para tomarlos con una mermelada de pexegos, que son unos melocotones gallegos, o algo así, que es muy típico aquí transformarlos en mermelada. Sobre todo para que no se estropeen.


   Termino ya. Tengo algún nuevo proyecto para octubre que espero que se pueda materializar, según vayan las cosas. Yo estoy inquieta, preocupada,... pero no pierdo la esperanza de seguir tirando... Es lo que nos queda. Nos vemos pronto. Cuidaos.