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Mostrando entradas con la etiqueta Mermeladas y compotas. Mostrar todas las entradas
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martes, 23 de junio de 2020

Mermelada de melocotón y manzana


   El título exacto para esta mermelada sería: mermelada de melocotón rojo con manzana granny. Me parece un poco demasiado largo. No suelo hacer mucha mermelada, por no tomarla, pero cuando veo que alguna fruta se va a estropear, tiendo a aprovecharla de esta manera. Me encanta la mermelada casera para rellenar tartas, como os he dicho alguna vez, y, por supuesto, las de bayas merecen un capítulo aparte. Ahora mismo tengo unas grosellas negras en la nevera esperando la transformación. Hablando de grosellas, ¡qué pocas he recogido este año! Se ve que el confinamiento nos ha sentado a todos mal.

   La mermelada que os cuento hoy, y lamento no tener otra foto mejor, es la típica de aprovechamiento. Os voy a contar la cantidad aproximada:

Misma cantidad de melocotones que de manzanas
Mitad de peso en azúcar blanco
Un trozo de piel de limón
Un chorrito de zumo de limón
Una pizca de canela

   Si os gusta más dulce, no tenéis más que poner más cantidad de azúcar, pudiendo igualar el peso de la fruta, no más... Pelamos y cortamos la fruta. La ponemos en una tarterita y esta la colocamos sobre una pesa que ponemos a 0. En la misma tartera pesamos ya el azúcar. Que podéis pesarlo aparte, claro está. Yo procuro manchar lo mínimo porque estoy de cacharrada bastante aburrida. 

   Es una costumbre dejar macerar la fruta con el azúcar un rato antes de ponerla a cocer. Yo casi siempre voy con prisas y me salto este paso. Todo al fuego, removiendo con cuchara de palo y no dejando que hierva demasiado a lo bestia. Fuego suave. En media hora o un poco más, ya tenemos lista la mermelada que pasamos por el pasapurés o, si hemos cortado la fruta pequeña, la podemos dejar tal cual. A mí, si no hay pieles o pepitas molestos, me suele gustar sin pasar. Y nada más. Es una mermelada muy clásica que está muy rica al desayuno con una tostada y mantequilla. Yo suelo tomar queso ligero en vez de mantequilla, que me gusta menos, pero son cosas que va una haciendo con los años. Lo que prefiero es el pan con aceite y sal pero de vez en cuando me da por tomar mermelada.

   Otra vez tenemos calor y esto es un poco lío. No hay quien se aclare. Lo que peor llevo es calor y mascarilla pero bueno, vamos tirando. Me despido por el momento. Nos vemos pronto. Sed prudentes. 

   Y que no se me olvide... Esto vale para melocotones amarillos y cualquier tipo de manzanas. 

jueves, 24 de octubre de 2019

Dulce de membrillo


   Los que me leéis con cierta frecuencia, quizás recordéis que durante mi viaje a Cádiz paré en el Bierzo y pedí permiso para coger membrillos. Fue una cosa curiosa. Le dije a mi marido: "Pregunta si nos dejan coger tres membrillos". ¿Por qué tres?, más que nada por no parecer abusona. Una vez que nos dieron permiso muy amablemente, desde aquí les doy las gracias, escogí tres preciosos membrillos, bien grandes, que podéis ver en la foto de abajo acompañando a la mermelada de tomate. Están saliendo las cosas muy ricas últimamente... 



   Tenía que ponerme a hacerlo antes de que se estropeasen y un domingo por la tarde puse manos a la obra. Lo primero, pesé los membrillos. Pesaban algo más de 1.600 gramos. Mirad si eran grandes que todos pasaban del medio kilo. Los lavé bien lavados porque tienen una especie de pelusa y yo quería usar las mondas. Entonces... me puse a pelarlos cortándolos primero en cuartos y reservando los corazones. Os digo que esto fue lo más dificultoso porque estaban duros de carays. Bien, los pelé y los cubrí con 800 gramos de azúcar y el zumo de medio limón. No quería que se oscureciesen y no podía ponerlos a cocer todavía, ¿la razón?, quería aprovechar pieles y corazones. Esto fue un poco rollo.



   Si os fijáis un poco en la foto de arriba, que no es muy allá, veréis que hay un hervidor y la tartera con los membrillos. En el hervidor puse las pieles y los corazones con dos vasos de agua y los dejé hervir unos 20 minutos. A continuación puse el líquido resultante, pasándolo por un colador, sobre los membrillos y el azúcar junto con un trozo de limón a cocer. Estaban tan duros que yo dudé que se fueran a hacer. En unos 25 minutos estaban ya cocidos y tiernos. Nunca hay que perder la fe. 


   Con la punta de un cuchillo verifiqué que estaban tiernos, saqué el trozo de limón y batí bien con una batidora de brazo. Lo dejé hervir en la tartera 15-20 minutos más, removiendo cada poco con una cuchara de palo. Os voy a decir que no estaba tan espeso como yo pensé que debía estar: Ya sabéis, se abre un camino en medio de la pasta y tarda en cerrarse como el mar Rojo cuando pasaron los israelitas. Pues no estaba tanto... Pero como había puesto el agua de la cocción de las pieles, con la que se hace la jalea de membrillo, decidí confiar en mi suerte y no lo herví más. La jalea ya sabéis que es una delicia pero yo no estaba esa tarde para jaleos ni jaleas. Sin hervir más, pasé el dulce a una fuente y lo dejé enfriar. Cuando estuvo frío, lo mandamos a la nevera. 


   Yo le dije a mi marido que si no cuajaba nos lo tomábamos a cucharadas porque rico estaba riquísimo. No hubo tal. Al día siguiente lo sacamos del molde y quedó, como véis en la primera foto de la entrada mono monísimo. Con un colorido ideal, una textura estupenda y un punto de dulce no muy exagerado por llevar la mitad de peso de azúcar. ¿Fue suerte? Es posible. Esta semana hice un dulce de manzana con mucha más azúcar y también quedó precioso aunque no era para mí. Pero me he quedado con ganas de hacerlo para casa...

   ...Porque nuestro dulce de membrillo se fue terminando a poquitos y cada día íbamos tomándolo con un pedacín de queso, de postre, hasta que se acabó dejándonos su ausencia la mar de tristes. Ya veis debajo la ración de queso y membrillo que precioso color tenía. El sabor no os lo puedo trasmitir. Lo dicho, creo que voy a hacer dulce de manzana para ir pasando estos días otoñales que son, con el cambio de hora, de cierta oscuridad. Os animo a hacerlo, no porque sea fácil, ya que da algo de trabajo, sino por el placer de tomarlo. 


   Tengo más cosas que contaros pues he hecho unas croquetas nuevas con un embutido que compré en Huelva a la vuelta del viaje. Además, sigo trabajando los arroces de tipo zamorano con pimentón y alguna cosa más hay por ahí... ¡unos cardos en salsa que nos encantaron! Es así, llega el frío y nos metemos en la cocina ¡a engordar! Os iré contando poco a poco. Hoy tenemos un día triste y lluvioso pero mañana creo que volverá a brillar el sol. El blog va bastante bien y yo... pues parece que me van costando estas entradas un poco largas de contar, escribir y repasar. Espero no haberme confundido en nada pues el membrillo ya hace varias semanas que lo hice y mi memoria de elefante se me está rebelando... No se quiere acordar de tantas menudencias. Nos vemos pronto por aquí. Gracias otra vez por leerme desde donde quiera que estéis. Bicos.

viernes, 11 de octubre de 2019

Mermelada de tomate


   Después de tomar en Cádiz la mermelada de espárragos trigueros, me dije a mí misma que tenía que atreverme con la de tomates. Eso por lo menos... ¿Cuál era mi miedo?, bueno, miedo ninguno, pero la había tomado comprada y no me había parecido de echar cohetes. Qué soy así yo... Entonces, en el supermercado compré tres tomates pera. Mirad qué poco arriesgué. Pesaban 350 gramos. ¿Qué hice? Vamos con los ingredientes:

350 grs de tomates
175 grs de azúcar blanco
Una tira de piel de limón
Una pizca de canela en polvo 
(Más nada)


   Lo primero que vamos a hacer es pelar los tomates y quitarles el corazón. Yo los pelé con el pelador pero podéis pasarlos por agua hirviendo cortándoles antes una cruz en la piel... Ya sabéis. La verdad, a mí el pelador me parece más rápido y limpio. Estos tomates pelados los cortamos en trozos más o menos grandes al gusto. Es verdad que si son trocitos chicos se reparte mejor en las tostadas. Fue la queja de mi hijo porque, como veis en la foto superior, yo no los corté mucho. 

   Sigo porque me lío. Los ponemos cortados y pelados en una tartera cubiertos con la mitad de su peso de azúcar, la piel de limón y una pizca de canela. ¿Por qué la canela?, bueno, quería aromatizar un poco sin exagerar. No se notaba mucho sabor a canela pero estaba elegante y fina. Llevamos a ebullición y vemos que el tomate suelta agua a lo loco. Así pues, tiene que hervir un buen rato. Veis arriba que uno de los tomates no estaba excesivamente maduro, pues no pasa nada, igual estaba rica la mermelada, ¿o no se comen los tomates verdes fritos? En este caso, la mermelada estaba bien cocinada. Como os decía, tienen que hervir lo suficiente para que se evapore el agua del tomate y coja cuerpo, también para que la pulpa de la fruta esté bien cocida y brillante, satinada.


   En este caso hirvió unos 45 minutos a fuego entre medio y bajo. A según la cocina. Se nota cuando está hecha por el brillo de la fruta y el espesor. De todas maneras, tened en cuenta que al enfriarse siempre espesa un poco más. ¿Rica? Rica riquísima. Me sorprendió, nos sorprendió a todos, porque no recordábamos tan buena la comprada. Por ejemplo, con queso está divina. No tengo foto de ningún pincho de los que hicimos pero os digo uno que me gustó en particular: Pan, queso gorgonzola, mermelada de tomate casera y una anchoa. ¡Qué cosa tan rica!


   Esto, de verdad que os animo a hacerlo. Si queréis, yo no lo hice, podéis escoger unos tomates más carnosos o quitar las pepitas. Con todo y con que estos tomates eran barateiros, que decimos en Galicia, la mermelada quedó buenísima y la mar de bonita. Creo que no voy a hacerle más publicidad. La semana que viene intentaré subir el dulce de membrillo que hice con los membrillos del Bierzo, que están de compañeros de la mermelada en una foto. Eran impresionantes de grandes y el dulce quedo divino. Se ve que no tengo abuelas... os deseo a todos un precioso fin de semana y un bonito día del Pilar. Ya sabéis que yo soy casi medio maña.


lunes, 27 de mayo de 2019

Pequeña sacher de cerezas


   Después de bastantes días, por fin, vuelvo a encontrar el momento de sentarme a escribir. Esta vez para contaros una tarta de no-cumpleaños que hice con unas cerezas deliciosas que me regalaron mis cuñados. Ya que tenía cerezas a mogollón, era una tontería comprar mermelada así que pensé que una sacher de cerezas sería riquísima. No es una sacher aunténtica, lo sé, pero es mi tarta y la hago como quiero. Faltaría más.

   Hay que hacer tres cosas:
Un bizcocho de chocolate
Una mermelada de la fruta escogida. Cerezas
Chocolate para cubrir la tarta


   Yo empecé por el bizcocho para, mientras estaba al horno, preparar un poco de mermelada. Todo de carreras, como casi siempre. El bizcocho puede ser genovés, el más sencillo con una pizca de chocolate Valor. Yo hice el que tengo en el blog para la sacher:

     Para hacer el bizcocho necesitamos:
100grs de chocolate
100grs de mantequilla
100grs de azúcar
4 huevos medianos
70grs de harina
35grs de almendra molida
una pizca de sal
(Yo añadí una cucharilla de levadura royal... pero en algunas recetas no se la ponen)



   Bueno, yo hice tres huevos y puse 75 gramos de lo demás. Se puede hacer más multiplicando en vez de dividir.

   Batimos la mantequilla blanda con el azúcar. Añadimos el chocolate fundido sin dejar de remover. Incorporamos las yemas. Mezclamos las harinas con la levadura, tamizamos y removemos. Por último incorporamos las claras a punto de nieve en movimientos suaves. Esto va al horno una media hora. Si es más grande puede tardar más. Hecho el bizcocho lo dejamos enfriar sobre una rejilla. 



   La mermelada es fácil. Lavamos las cerezas y, con un cuchillo pequeño, cortamos al medio retirando rabos y huesos. Las pesamos y cubrimos con el mismo peso de azúcar. Llevamos al fuego unos 20 minutos. NO es para conservar sino para la tarta. Queda bastante líquido que nos vendrá muy bien para mojar el bizcocho. Este último lo cortamos en dos y rellenamos con la fruta usando el almíbar de cereza para mojar ambas partes del bizcocho que queda delicioso con este jugo azucarado y muy natural. 



   Montamos la tarta y necesitamos cubrirla de chocolate. Yo he puesto:

80 gramos de chocolate negro
20 gramos de mantequilla
2 cucharadas de leche 

   Esto lo metemos en el micro de 10 en 10 segundos, removiendo cada vez hasta que se funda por completo. Sólo nos queda cubrir la tartita, no es muy grande, y adornarla con cerezas lavadas que secaremos con papel de cocina porque el agua puede estropear la cobertura. 

   El diseño un poco a vuestro modo, el mío es sencillo. Os digo que es una tartita deliciosa que podemos hacer con cualquier fruta que nos sobre y del tamaño que nos venga mejor. Podemos hacer un bizcochón de 6 huevos y fundir el doble de chocolate...


   He terminado, creo. La tomamos ayer domingo y sobró un poquito para hoy que estaba todavía más rica. Os animo a hacerla porque es de lo más sencillo y, si queréis, compráis la mermelada en el super. El hecho de que sea casera le da más encanto pero compradas las hay también deliciosas, Hèro, La Vieja Fábrica,... Si tenéis un cumple, un santo, un motivo de fiesta, terminar la comida con una tarta es el broche de oro. Incluso si no somos exageradamente lamineros. Un trocito con el café me parece un placer. Y ya veis que alguien cumplió tres años con algunas décadas... ¡Qué le vamos a hacer! Os deseo a todos una muy feliz semana.


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Mousse de limón con mermelada de grosellas



   Esta mousse de limón ya la hemos hecho varias veces. Yo soy fan total. No suelo hacerla porque la leche condensada engorda lo suyo pero, por su acidez, es uno de mis postres favoritos. Me entusiasma aunque es una tontada. Lo único que tenemos que hacer es batir los ingredientes con la batidora:

El zumo de cuatro limones
Un bote pequeño de leche condensada
Dos yogures naturales


   Queda una crema espumosa que no parece nada del otro jueves, aparte de muy rica, pero al meterla en la nevera unas horas queda con una consistencia exquisita. Espesa y suave a la vez. Yo la veo bárbara hasta para hacer una tarta con base de galletas y mantequilla porque las galletas le van muy bien. Por esa razón, antes de mandarla en la nevera, esta vez iba en copas, ponemos una galleta digestiva -son deliciosas- y después la mousse para que cubra la galleta que se ablandará un poco, lo justo. 


    También, antes de mandarla al frío, ponemos sobre cada copa una cucharadita de mermelada casera de grosellas. Que no la tenéis, la podéis comprar, la de Hèro es deliciosa. De frambuesas también le va muy bien. Esta que hicimos en casa estaba estupenda. Ya os la conté (ver Mermelada de grosellas rojas).




     Y nada más, unas horas de nevera la dejan perfecta. De un día para otro está un poco más firme y tiene la consistencia para una tarta, como os decía... Entonces, removemos la mermelada, rompemos la galleta, saboreamos cada cucharada y... olvidamos las calorías por un día. A mí me rechifla.



    Si hicieramos la tarta, podríamos adornarla con merengue o con bayas. Es una cosa que me apetece y no acabo de acordarme. Pues nada más, perdonad que me repita un poco haciendo pequeñas variaciones. La verdad es que este curso me he puesto a más cosas que cocinar y estoy muy entretenida. No obstante, no os dejo, seguiré publicando siempre que pueda. Besos para todos. 

jueves, 2 de noviembre de 2017

Mermelada de uvas


     Este ha sido el año  de las mermeladas. He hecho mermelada de grosellas rojas y negras, de uva espina, de moras,... Yo pensaba que ya no haría más pero de nuevo me he puesto a ello. Tenía unas uvas en la nevera que no acababan de salir de allí y me dije: Voy a hacer mermelada de uvas, ¡malo será! Estas eran uvas "de chupa y tira" muy populares por esta zona. Se toman dando un pellizco a la piel que no se come. Son ricas pero en casa no acababan de terminarse. 

     Lo que hice fue lavarlas muy bien, soltarlas del racimo y sacar todos los rabitos. Pesaban unos 400 gramos. Ya ponemos las uvas en la tartera sobre la pesa que ponemos a 0 y pesamos allí mismo el azúcar. Yo puse la mitad, 200 gramos. Podemos poner entre la mitad y el mismo peso, según sea la fruta más o menos dulce o nosotros mismos más o menos dulceros. 


     Añadimos una piel de limón y un palito de canela para darle aroma. Llevamos a ebullición y dejamos que hierva suavemente entre 30-45 minutos. Sobre todo, si está un poco clara, dejamos hervir un ratito más para que se evapore el agua, que tiene toda fruta, y se espese un poco. 



    Cuando empieza a hervir, curiosamente, parece que las uvas estaban menos maduras de lo que pensábamos. Estas estaban muy dulces pero al hervir pasa esto con la fruta. También, si nos fijamos en la foto siguiente, vemos que se van soltando las pieles y que tiene muchas pepitas. Por esta razón, la vamos a pasar por el pasapurés. Si no, serían demasiados tropezones poco agradables. 


     Una vez pasada, no creáis que es mucha. Te parece que con esa cantidad de fruta y azúcar va a salir un buen tarro de mermelada. Pues entre la evaporación y el pasado... Se nos queda en poco. A mí no me importa porque todas estas cosas engordan. Así tomamos menos. Ha quedado muy rica y diferente de otras mermeladas. No me recuerda a ninguna en particular. A sí misma. Cuando empieza a hervir, huele mucho a mosto, a bodega, pero una vez hecha es como las mermeladas de bayas. Con sus matices, claro. 

     Me parece muy rica para tomar con pan y mantequilla, con queso o incluso rellenando unos freixós. Si os sobran uvas... Animaos a hacerla. Os deseo a todos una feliz tarde.



martes, 27 de junio de 2017

Mermelada de grosellas negras


     La naturaleza es sabia. Cuando comenzaron a terminarse las grosellas rojas, las negras se pusieron a madurar como locas. Nunca el matorral había dado una cosecha tan generosa. Las ramas se inclinaban hacia el suelo con el peso de las bayas. Las grosellas negras crudas no es que sean lo más rico del mundo, tienen un pasar. Lo suyo era hacer mermelada. Una vez recogida la cosecha, la repartimos y cada cual hizo la mermelada como Dios le dio a entender. 

     Tenemos que lavar bien los frutos y quitar todos los rabitos. No es una tarea enojosa en absoluto. Además, se pueden tener varios días en la nevera sin problema. No es cosa de apurarse porque aguantan muy bien. 


       Lo que yo hago es sacar la pesa y poner sobre ella la tartera a utilizar. Poner el peso a 0 y pesar la fruta. En este caso eran 360 gramos de grosellas. Después pongo el azúcar. Tenemos la posibilidad de variar la cantidad de azúcar entre la mitad y el mismo peso. Es un poco al gusto y según sea la fruta de dulce. Yo puse dos terceras partes; 240 gramos. Añadí también una tira de piel de limón. 

     Hay quien le pone una manzana por la péctina; quien le añade un limón,... Yo no puse ninguna de las dos cosas, salvo la piel que es aromática. Se puede perfectamente pasar del limón. 


     Llevamos a ebullición y dejamos hervir a fuego moderado unos treinta minutos. Removemos con cuchara de madera. 



     Va quedando una mermelada muy mona, de color parecido a la de moras, el sabor es diferente. El sabor de grosella negra que no sé a qué se puede parecer, salvo a sí misma.



     No la he pasado por el pasapurés, la he dejado tal cual. No me molestan nada las pieles ni las pepitas pero esto depende de cada uno. Creo que la única que paso es la de moras que tiene más durezas. Ya veis en el frasco que no me ha salido una cantidad exagerada. Como nos gusta bastante, no durará más de una semana. Una forma muy rica de tomarla es con tostas de queso azul. 

     No creáis que cultivar grosellas tiene dificultad, salvo tener un trocito de tierra o un buen macetón. La cosa es podar el arbusto cuando empieza el invierno. No es muy complicado si yo sé hacerlo. Lo que sí es muy satisfactorio es ver crecer las ramas, llenarse de hojitas y florecer cada primavera. Es el milagro de la vida que siempre sale adelante. Os doy las gracias a los que continuáis leyéndome desde los diversos puntos del planeta. Os mando un abrazo cariñoso. Buenas tardes.



jueves, 1 de junio de 2017

Mermelada de grosellas rojas



      Por primera vez en largos años he tenido una pequeña cosecha de grosellas rojas: 200 gramos escasitos. No sabéis lo orgullosa que me he sentido. Al llegar a casa y pesarlas, sabiendo que, realmente, son ácidas para tomar tal cual, decidí hacer mermelada. Lavé las grosellas y pesé la misma cantidad de azúcar. Bueno, un poquito menos. Eran 175 gramos de grosellas y 150 de azúcar, para ser exactos. Leyendo en Google sobre cómo hacer la mermelada, el consejo era hervirla poco rato con algo de limón. No le he puesto limón pues las grosellas son ellas solitas bastante ácidas. La mermelada ha hervido unos veinte minutos, removiendo de vez en cuando o de cuando en vez (que decía no sé quién). 


     Ha quedado muy rica. Aconsejaban pasarla por un colador pero yo la he dejado tal cual, con todas sus pieles y sus pepitas. Yo soy "muy integral" y no me molestan nada. Para desayunar, una buena opción es tomar una tostada integral, sustituyendo la deliciosa mantequilla por queso desnatado de untar, y una cucharada de esta maravillosa mermelada casera que no puede ser ni más sencilla ni más natural.


     Tened en cuenta que es sólo un tarro de mermelada hecho para guardar en la nevera e ir tomándola hasta que se termine. Yo, la verdad, soy aprensiva para hacer conservas. Os deseo a todos muy buenas tardes.



jueves, 28 de mayo de 2015

Tarta salada de tomate y queso azul



     El primer problema que me plantea la entrada de hoy es el de la etiqueta. Es una tarta, sí, pero no es un postre. Tampoco es exactamente un trampantojo aunque se podría plantear hacerlo así. ¿Por que se me ha ocurrido? Pues creo yo que porque tenía hecho un chutney de tomate la mar de rico y pensé que tenía que hacer una tarta y no me apetecía... ¡Qué se yo! La cosa es que hice un bizcocho sin apenas azúcar y dije: Vamos a ver si sale un asco o algo rico y vistoso. Gracias a Dios nos gustó a todos y no lo tuve que tirar. Empezamos.

     Chutney de tomate:
400 grs de tomates
200 grs de azúcar
Una pizca de sal y otra de pimienta
Una puntita de jengibre
Una cucharada de aceite y otra de vinagre

     Pelamos y cortamos los tomates en trozos medianos y ponemos a cocer con todos los ingredientes hasta que esté totalmente hecho. Puede ser una hora a fuego muy lento. Se puede pasar por el chino para sacar las pepitas o dejarlo tal cual, que es lo que hice yo. El primer día lo tomamos con plátano macho frito y estaba delicioso. Es un chutney muy rico y bonito, no demasiado dulce.


     El bizcocho salado:
Dos huevos
Una pizca de sal
Una cucharadita de azúcar
Mitad que peso de los huevos de harina

     A mí no me parece que saliera muy perfecto pero ayer estaba un poco liada... Batimos las claras muy firmes con la pizca de sal, incorporamos la cucharadita de azúcar -le da un toque sin exagerar- y batimos, añadimos las yemas y batimos. Por último, incorporamos con espátula blanda la harina tamizada. Este bizcocho tan chico tarda ¿15-20 minutos? depende del molde. Lo hacemos a 180º. Yo elegí un molde que no era nada propio pero fue todo un poco a lo loco. A diferencia de hacer esta receta con pan de molde, el bizcocho, que tiene un color precioso, sabe más que el pan y yo creo que es más fino. Con todo, ya os digo que otro día lo tengo que hacer mejor.



     Bien, lo siguiente es cortar el bizcocho y rellenarlo de chutney. Creo que cualquier chutney iría bien pero quizás mejor de hortalizas. Yo había pensado poner salmón ahumado en tiritas y, seguramente, lo haré la próxima vez pero así quedó. 

     La cubierta es de nata y queso azúl. Ya está en el blog esa crema que hago algunas veces para tomar con endivias pero os la vuelvo a poner

     La crema de queso azul:
     Batimos 250 grs de nata para montar muy fría y cuando empieza a espesar incorporamos 50-75 grs de queso azul y continuamos batiendo hasta que está totalmente montada. Una cosa fácil y rica. Yo no le suelo añadir sal pero se prueba una puntita. También se podría hacer una crema con nata y pimientos del piquillo, salmón ahumado, lo que os guste. 



     Con esta crema cubrimos totalmente el bizcocho como si de una tarta se tratara. Adornamos con sucedáneo de caviar, salmón o lo que se os ocurra. He rodeado la tarta de lechuga en tiras pero iría muy bien, por ejemplo, poner unos langostinos pelados. Al gusto del consumidor y del cocinero. No estaría de más mandarlo un par de horitas al congelador para que la nata se endurezca un poco.



     Pues bien, cuando llevé la tarta a la mesa pensé: Ahora me van a decir que es una porquería... Para nada, con ánimo muy abierto la probaron todos encantados y a todos les gustó mucho. Era muy pequeñita porque los experimentos los hago chiquitos pero otra vez la haré algo más grande ya que nos encantó y me pareció muy lucida. Y, además, para los que no son de dulce, puede ser una estupenda tarta de cumpleaños. Os deseo muy buenos días a todos. 

viernes, 9 de mayo de 2014

Mermelada de manzana y limón



     Hoy viernes una entrada muy facilona: una mermeladita. Estas cosas las hago para aprovechar fruta así que no suelo hacer mucha cantidad. Además, soy algo aprensiva y prefiero hacer poca, tenerla en la nevera y consumirla pronto. Después vuelvo a hacer otra. Manías que tiene una. Lo bueno es que varío más.

     Ingredientes:
Dos manzanas grandes
Dos limones
Azúcar
Un palo de canela
Piel de naranja
Un par de cucharadas de ron añejo

     Lo que hago es pelar manzanas y limones y pesarlos. También les quitamos las pepitas, claro. Si la fruta pesa, por ejemplo 400 grs, pondremos entre 200 y 400 grs de azúcar. Yo he puesto 300 grs. Menos de la mitad no es suficiente azúcar para hacer mermelada (según he consultado). Le ponemos el azúcar encima a la fruta y dejamos reposar un poco en crudo. Después añadimos el resto de los ingredientes y ponemos a cocer a fuego medio. Mejor revolver con cuchara de madera. 


     ¿Cuánto tiempo la dejamos hervir? Bueno, hasta que está hecha. Es broma. Como no es para conservar, en el momento que veamos que está a nuestro gusto, 30-40 minutos, la apagamos. Carmen le daba un hervor al día siguiente, un ratito. No sé si esto es muy científico pero yo también lo hago. Después la enfrío y la meto en la nevera. La vamos tomando al desayuno, con queso,... Y también tuve la tentación de hacer una tarta de masa quebrada con este relleno, cubierta de merengue. Porque como relleno tiene que estar buenísima: la suavidad de la manzana con la acidez del limón es una combinación muy rica. Lo que sí hice fue utilizarla en una bica. Ya os contaré más. ¡Feliz fin de semana!

     Y el olvido de hoy: Lo normal es pasarla por el pasa-purés. Yo la he dejado tal cual, pero ya os digo que tiene alguna piel de limón (me refiero a la de los gajos). Eso decidís vosotros si la pasáis o no.


jueves, 1 de mayo de 2014

Mermelada de tomate



     Tengo que decir que no he hecho yo esta mermelada. Ha sido un regalo. Con estas mermeladas me pasa que no me gustan para desayunar y entonces... Pues las suelo utilizar para hacer pinchos. ¿Qué pensáis vosotros? Estos son una tontada: Paté de pato, queso de cabra, nuez,... Ya veis que tontería.



lunes, 17 de marzo de 2014

Fresas con compota de manzana



     Ya sé que pongo poca fruta. Esta combinación de compota y fresas nunca la había hecho. Es totalmente casual porque tenía las dos cosas y, la verdad, está muy rica porque la compota es muy dulzona y las fresas más ácidas. La compota la hago últimamente en el microondas. Es muy cómodo: Corto las manzanas peladas en cuartos y las pongo en el recipiente que utilizo con una cucharada de azúcar por manzana y un palo de canela (vamos, que no es exactamente compota ya que no lleva agua). Tapo el recipiente con un film y lo hago en el micro 3-4 minutos, según el tipo de manzana. Ya sabéis que algunas se deshacen más que otras. Éstas quedaron divinas pero no sé deciros el nombre, golden no eran. Ya veis que no les pongo demasiada azúcar.

     Las fresas las suele poner mi marido con unas gotas de vinagre y azúcar. El vinagre resalta su sabor. Y ya veis esta combinación tan tonta pero muy agradable, rica y sana. 



lunes, 7 de octubre de 2013

Compota de manzana con flan de maizena



     Es un postre de familia. Lo recuerdo de siempre. Aunque es cierto que yo hago la compota distinta, más ácida y la bato. Pero eso es al gusto de mis hijos. Lo mejor es que te regalen manzanas, en esta época son riquísimas. Entonces llega el momento de hacer tartas, compotas y demás.

     Ingredientes:
 Medio kilo de manzanas peladas
100grs de azúcar (me gusta que quede no muy dulce)
Un palo de canela y la monda de medio limón
Una pizca de pimienta negra y otra de nuez moscada
Un chorrito de licor (yo le he puesto Malvasía)





     Ponemos a hervir todo junto a juego moderado. Unos 40-45 minutos. Es así de simple. 




     Cuando está lista, podéis servirla, tal cual, o hacer como yo que la paso por la batidora.






     El flan de maizena:
     Necesitáis: medio litro de leche, 100 grs de azúcar, una pizca de azúcar vainillado y 50 grs de maizena. El muy fácil. Ponéis a hervir la leche, con cuidado de que no se os pegue. Reserváis de esa leche 50 ml para disolver la maizena y el azúcar en frío. Añadís la mitad de la leche caliente a esta mezcla, mezcláis bien  y juntáis con el resto de la leche usando un colador. Removéis bien y lleváis a ebullición. Con cuidado, no pongáis el fuego muy vivo y no dejéis de revolver. Es para que no se os espese de pronto por abajo... Si se os mezclara mal, con grumos, le pasáis la batidora. No hay pega. Lo dejáis enfriar y a la nevera en cualquier molde que os guste. En cuanto se cuaje está listo para desmoldar. Es fácil, despegáis los bordes y ya sale solo. Es un flan muy sencillo y muy limpito. Espero que os guste.

     A las dos recetas les podéis añadir más cantidad de azúcar. Eso va en gustos... Algunas veces le añado a la compota el zumo de medio limón. Queda más clara, en ese caso, debéis añadir algo más de azúcar.