Abro este blog animada por mis amigas para compartir mi afición por la cocina y la buena mesa. Las recetas son fáciles y asequibles para todos. Muchas veces al gusto de mis hijos y siempre hechas con mucha ilusión. Espero que os gusten.
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jueves, 7 de noviembre de 2013
Caldeirada de bacalao fresco
Suelo hacer la caldeirada con merluza. Como siempre veo los bacalaos frescos en el super me he decidido a probarlo. Es muy blanco, está rico, pero es algo más áspero de tacto que la merluza. El sabor también es menos fino, al menos para mi gusto. En todo caso, es un pescado bueno que vale la pena probar.
Ingredientes:
Un kilo de bacalao fresco cortado en ruedas gorditas
Cuatro patatas grandes
Una cebolla
Una hoja de laurel
Dos dientes de ajo, una cucharilla de harina y otra de pimentón agridulce
Agua, aceite y sal.
En primer lugar, colocamos las patatas y la cebolla cortadas (las patatas en ruedas gorditas y la cebolla en tiras) en una tartera con agua fría, que las cubra y un poco más, para que se nos cueza bien el pescado. Ponemos una hoja de laurel y salamos ligeramente. Llevamos a ebullición y dejamos hervir suavemente, tapado, unos quince minutos.
Añadimos el pescado, en este caso el bacalao, y cubrimos con la ajada. Dejamos hervir unos siete minutos más, con la tapa puesta. Es importante que el pescado esté cocido pero la carne quede firme. Y si ponemos mucho tiempo, las patatas se desharán. Se prueba por si necesita algo más de sal. Es un guiso sabroso, no hace falta salarlo demasiado.
La ajada o rustrido: doramos dos dientes de ajo grandecitos en aceite de oliva. Sin que lleguen a tomar color añadimos la cucharilla de harina. Damos unas vueltas y apagamos el fuego antes de incorporar el pimentón porque se quema en seguida. Vertemos el rustrido sobre el guiso. Si se nos pega algo a la sartén, lo despegamos con unas cucharadas de agua del guiso. Es la ajada de siempre, aunque con un poquito de harina para espesar un poquito la caldeirada.
Pues ya está la caldeirada, muy sencilla. Podríamos añadirle algún marisquito. Podríamos dorar pan y unas almendras con el rustrido y majar todo... Tipo suquet. Pero hoy no. Una caldeirada sin adornos, sencilla y barata. Veréis qué rica.
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