SEGUNGA ETAPA: TRIACASTELA-SARRIA
Esta etapa no la había descrito en el blog y no sé bien por qué. El caso es que, después de meses, el sábado pasado hicimos la siguiente y no quería continuar sin comentaros algo de esta jornada que resultó agotadora pues, por primera vez, hicimos dos etapas en días seguidos. Ya sabéis que vamos haciendo según podemos porque somos un grupo de buenos amigos y nos intentamos acomodar unos a otros. No siempre es fácil ni posible.
No sé si recordaréis que habíamos pasado la noche en una casa rural en Triacastela. Por la mañana nos esperaba un opíparo desayuno. Además de zumo, café con leche y tostadas, no faltaron una buena bica y queso del Cebreiro en abundancia. Qué cosa más rica. Nos pusimos en marcha con energías renovadas y yo, en particular, con varias ampollas en los pies. Fue un camino muy duro para mí que ya había tenido bastante el día anterior. Bonitos paisajes y árboles centenarios pero el cuerpo dolorido. Llegué a Sarria como las muñecas de famosa y el lunes estaba machacadita. Supongo que por esa razón no tuve ánimo de contar la experiencia ese día. Sarria es un pueblo que tiene una parte antigua bonita y una nueva... nueva. Por lo demás, fue una etapa dura en la cual nos pegó el sol por la tarde y el calor fue espantoso. El calor es lo más duro en el Camino. Los perros casi morren... Y con esto, pasamos a la siguiente jornada que tuvo lugar meses después y no estuvo mal.
TERCERA ETAPA: SARRIA-PORTOMARÍN
Tengo que deciros que esta es una de las etapas más bonitas que hemos hecho. Yo salí de Ferrol con poco ánimo. No había dormido bien y, ademas, un pie lleva una temporada dándome la lata. Da igual: los peregrinos somos así... Pero, como os podéis imaginar, comencé el día bastante fastidiada. Anduvimos unos cuantos kilómetros y se puso a llover. La providencia nos envió un bar y paramos a tomar una cerveza y los bocadillos que llevábamos. Yo, en aquel momento dije: Aún estamos a tiempo de llamar a un taxi y volver a Sarria... Nadie me hizo caso y hubo que continuar. Es una cosa buena del Camino que la comida sienta al cuerpo igual que la gasolina al coche. Te recargas y recuperas fuerzas, así que a partir de ahí me sentí bastante mejor. Sólo me desanimaba pensar que no habíamos andado apenas nada de los 22,5 kilómetros de la etapa.
¿Qué decir de este tramo? Pues ya lo he dicho, que es bellísimo. Está cuidado y casi todo transcurre por caminos de tierra entre muretes cubiertos de musgo y vegetación. Nos rodeaban en todo momento carballos y castiñeiros (robles y castaños), amplias praderas cuajadas de flores silvestres. El diente de león y las ortigas estaban en flor dondequiera que mirabas. Lugo es precioso, no está invadido por eucaliptos como la provincia de La Coruña, y el campo está mucho más cuidado. Eso sí, vacas todas las que queráis. A veces huele que da gusto.
Como por arte de magia, cuando ya me sentía hasta la boina de andar, vino mi amiga Rosa a decirme que sólo faltaban 5 kilómetros. Me quedé asombrada y estoy convencida de que las meigas nos dieron un empujoncito porque la tarde fue muy llevadera. Entonces me tomé un bebedizo, sin duda era una pócima, que me animó tanto que me puse a cantar. Bueno, en realidad era un zumo de frutas pero me sentó como las espinacas a Popeye.
Cuando vas llegando a Portomarín, entre prados y granjas de vacas, no sabes que te esperan dos pruebas tremendas. La primera es una bajada tan empinada que temes caer "a rolos" que decimos por aquí. Es mortal para las articulaciones porque, además, es una pista asfaltada. Y es que en el Camino, duele más bajar que subir, por más que subir sea extenuante. A la llegada a Portomarín, que es un pueblo que se trasladó para construir el embalse de Belesar (que nombre tan bonito) en aguas del padre Miño, nos espera una escalerita que manda castañas. Ya hay una en Puentedeume y otra en Sarria... Esto, ¿será para que los peregrinos se mortifiquen un poquito más? La iglesia, que recuerda en pequeñito a la catedral de Tui, fue trasladada piedra a piedra y todavía se pueden ver los números en muchas de ellas. Es, como veis, una joyita románica.
Hasta aquí esta tercera etapa. No sabemos cuándo continuaremos ni si terminaremos este Camino en 2015 o no. Esperamos que así sea pues se va alargando demasiado en el tiempo. Esta vez ha sido precioso: antiguos puentes e iglesias divinas, frutales en flor y praderas dignas de ser pintadas por Van Gogh. El cansancio y el dolor, pues bueno... cuando vas haciendo el segundo Camino de Santiago sabes que son una parte del trato y que aumentan la gran alegría y el inmenso alivio que se sienten al llegar a la meta. Nos quedan unos 90 kilómetros que os iré contando. Ya sé que no es una receta pero mucha gente lee estas entradas y aprovecho para hacer un poco de publicidad a mi tierra de adopción que siempre me ha tratado con mucho cariño y es preciosa. Buenos días a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario