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miércoles, 30 de enero de 2019

Mojo verde



   Me gustaría haber puesto a esta entrada el título: mojo verde con papas arrugás... Pero como no se han arrugado y tienen un cutis tan terso, como que no me he atrevido. Eran patatas gallegas y ya se sabe que cutis nos traemos las celtas. Bromas aparte, el mojo quedó delicioso. Os voy a contar cómo lo hice y las vicisitudes que transcurrieron. Lo primero, os digo los ingredientes, a ver si no olvido ninguno:

Una cucharilla de cominos
3-4 dientes de ajo
Una ramita de cilantro
Una cucharada de vinagre
Aceite y sal 

   Lo primero que voy a deciros es que a mí el cilantro no me gusta. Dicho esto, el mojo verde me encantó, ¿no es curioso? No puse una rama muy grande, sino ramita o ramilla. Pero me gustó. Lo que hacemos es poner en un almirez los dientes de ajo pelados, los cominos y unos granos de sal gorda. Lo vamos majando con la mano de mortero hasta que queda una textura uniforme. Añadimos el cilantro picadito y seguimos machacando.  Incorporamos el vinagre y un chorro de aceite y vamos removiendo sin cesar. Añadiendo aceite a poquitos hasta formar una salsa espesita. Puede ser que se emulsione el aceite, es lo que me pasó a mí. Esto es  muy rico, para mi gusto, pero no es así normalmente el mojo canario. Hasta donde yo sé. En ocasiones hasta le añaden agua para que quede menos espeso. Según veáis. A mí me ha dado pena pues estaba la emulsión preciosa, como veis en las fotos, y muy apetecible.

   En cuanto a las patatas, vale la pena comprarlas pequeñitas y de buena calidad. Estoy poniéndome en el caso de no tener patatas canarias. Se ponen 80 gramos de sal por litro de agua. Se cuecen, bien lavaditas hasta que están cocidas, valga la redundancia. Después, tiramos el agua y acercamos las patatas al fuego sin tapa. Entonces, con ese calor y la sal en la piel, se arrugan. A mí no se me arrugaron... Pero bueno, estaban muy ricas estas patacas galeguiñas. Yo, todo esto lo vi en la tele y me fío del que lo contó, aunque igual no es así.


   Me he quedado pensando cuál será la diferencia entre un mortero y un almirez. Si son sinónimos. Bueno, pues mirando en google veo que el almirez es de metal y más pequeño. Portátil. La palabra almirez es árabe, como casi todas las que empiezan por -al-, y mortero es latina. Morteros hay de varios tipos, hasta de guerra. Lo que se aprende en un ordenador. 

   En cuanto al mojo verde, que yo le tenía respeto por el cilantro, queda una salsa realmente sabrosa y resultona. Es fuerte, claro, pero no sabe descaradamente a cilantro ni a cominos. Es un sabor muy rico. Con estas cantidades hacemos media taza... según el aceite que añadamos. Podéis usar aceite de oliva virgen extra, salvo que se os haga un poco fuerte, en cuyo caso podéis mezclar, mitad virgen, mitad suave. Yo lo hago a veces. Pues termino esta entrada tan sencillita. Es un entrante rico o también una guarnición deliciosa para tomar con un asado, por ejemplo. Pensad, por ejemplo, en una barbacoa informal, poner de acompañamiento de las carnes una tartera con patatitas cocidas y un cuenco de mojo. Me parece un menú riquísimo con una buena ensalada. O, ya que estamos en lo más crudo del invierno, servirlo como acompañamiento de un pollo asado. Otra opción muy apetecible. hasta aquí he llegado. Os animo a probar el mojo verde y otro día os subiré uno rojo que hice con patatas moradas que también me quedó muy bueno. Feliz tarde a todos. Aunque aquí llueve que es un aburrimiento.

martes, 22 de enero de 2019

Reconversión de un cocido


   El pasado domingo mi santo y yo hicimos un señor cocido. De los que llevan ternera, pollo, tocino, chorizo, garbanzos, patatas cocidas, repollo,... Hasta con salsa de tomate que es tradición de nuestra casa. Pensando que el Carnaval estaba cerca, me puse e hice orejas y unos poquitos freixós. Con su sopita de fideos de entrante, quedó una comida más que completa, completísima.



   Llegó el lunes y me encontré con tantas sobras que lamenté no haber invitado a más gente. Es costumbre que cuando compra mi marido la comida, sobre un quintal. En este caso, sobraron dos quintales. ¿Qué hice?, lo primero, no desesperar. Los niños dijeron: Haz arroz trinxat, que mira tú se escribe con x. Había para arroz y para más. la receta está en el blog así que no os la vuelvo a escribir. Freí como aperitivo las patatas en dados con parte de los garbanzos y las zanahorias en ruedas Puse de entrante caldo de cocer el repollo, los chorizos y las patatas. Buenísimo. Y hasta quedaba un poquito de la anteriormente citada salsa de tomate. 



   Estaba todo riquísimo, ¿qué os voy a decir? Y nos comimos todo encantados.



   Bueno, todo... quedó un poquito de arroz para la cena de alguno. Es un arroz, como os he contado otras veces, que se hace con lo que sobra del cocido, carnes y garbanzos, y se cuece en el mismo caldo que nos ha sobrado. Ya sabéis, el doble de volumen de líquido que de arroz. Es una verdad universalmente conocida...



   También podríamos hacer unas empanadillas o una empanada. En la foto anterior veis una idea para el relleno. Aparte de freír una o dos cebollas, si la carne es escasa, se pueden añadir un par de huevos duros. La empanada queda particularmente rica. Recuerdo una que hice que está en el blog -empanada de lacón- que estaba deliciosa. No ha vuelto a sobrarme tanto lacón.



   Si queda poca carne, una opción es preparar unas croquetas. Esto ya sabéis que para mí es lo más rico del mundo mundial. Las croquetas me fascinan.



   Y, por supuesto, la opción de la ropa vieja, que yo hago con menos aceite que la tradicional, es algo que suele gustar mucho también. Algunas veces le pongo pimentón y cominos para darle un toque moruno.



   ¿Se me ocurre algo más? Pues podemos rellenar crêpes, macarrones, hacer un pastelón de puré de patatas gratinado con queso rallado, preparar unas frituras o unas chulas... Y de momento se me acaban las ideas. Como decía Forrest Gump: De esto no tengo nada más que decir. Pero eso sí, tirar la comida nunca. Cuando yo era niña nos decían que era pecado. Probablemente lo sea. Aquí os dejo la foto del arroz trinxat que, realmente, nos gusta más que el propio cocido. Pero bueno, es que el cocido es lo que tiene, es el plato más reconvertible que hay. Buenas noches a todos.

miércoles, 16 de enero de 2019

Ensalada de pepino y yogur


Hoy traigo una receta que vi en la tele. No os creáis que veo mucho la tele, y menos la programación normal. Soy más de ver una serie o una película pero bueno, algunas veces veo algún reportaje de viajes sin hacerle mucho caso. Estos eran unos que iban a Grecia, no sé yo a qué, a ver el Partenón y las islas... Y todos decían que tomaban ensalada con cuatro cosas. Yo me dije: "Pues mira, la voy a hacer porque no engorda, a estos -los de casa- puede gustarles y parece fácil y rica". Dicho y hecho. Les encantó a todos y es de lo más sencillo. Yo le puse cinco cosas, no cuatro, pero bueno... Es lo mismo, yo creo que en la tele se olvidaron de nombrar la sal. ¿Qué necesitamos?

Dos yogures naturales
Un pepino mediano
Un diente de ajo
Aceite
Sal



   Lo primero que vamos a hacer es poner a escurrir los yogures sobre un colador, en una servilleta de papel. Los podemos dejar un par de horas para que suelten el suero. Acordaos de que los yogures no lleven azúcar.


   A continuación, lavamos el pepino, lo pelamos dejando un poco de "pela" para que sea menos indigesto y lo rallamos en el helicóptero o juliana. Que no tenéis helicóptero... Lo cortáis con cuchillo en daditos o en tiras finas si tenéis paciencia. Yo esto no sé si era así en la tele pero me encanta como quedó. Incorporamos los yogures colados que parecen un queso, ponemos un diente de ajo muy picadito, sal al gusto y un chorro de aceite de oliva virgen. Si estáis a dieta, dos cucharadas. Removemos a lo loco y ya está la ensalada lista. Yo no sé si es exactamente griega pero la nacionalidad, en este caso, es lo de menos. En la foto de abajo veis el suero que soltó un solo yogur en una hora. Es curioso.



   Poco queda por decir. En la primera foto, lamento que no sea muy buena, veis que lo combinamos con una zorza moruna -con cominos- y unas tortas dürüm, creo que era el nombre. Es una cosa que va muy bien con este tipo de ensalada. Pero hay más cosas, por ejemplo, con patatitas cocidas la tomamos un domingo y les encantó la combinación. Otra, un suponer, sándwiches de salmón con esta misma ensalada untada en el pan de molde con generosidad. ¿más? Pues en un bocata de jamón cocido... Quiero decir que es fresca, rica y fácil y la podemos utilizar como acompañante de diversos platos. Os animo a hacerla porque, además, es muy baratita. Ideal para una dieta ligera y rica para toda la familia. Por hoy no os cuento nada más. Que paséis una muy feliz tarde.

miércoles, 9 de enero de 2019

Navidad 2018-2019


   Todos los años hago un resumen de los platos que cocino en Navidad. No sé si a vosotros os parecerá útil, pero a mí, perdonadme el egoísmo, me resulta muy práctico cuando llegan las siguientes fiestas consultar lo que hice, recordar cómo quedó y valorar si repito o no. Suelo repetir muchas cosas porque ya son clásicos de mi casa. Queremos consomé, queremos algún marisquito y queremos una pularda al horno con su guarnición, que casi es más rica que la misma pularda. No soy una persona de grandes dispendios y, como hacemos casi todo nosotros, no nos sale la Navidad excesivamente cara. Quizás lo que nos sube algo más son las vieiras, que nos encantan, pero realmente, lo demás no es disparatado. 

   Este año decidí cambiar el color de la mesa. El rojo y el verde suelen ser lo colores más navideños, sin embargo, me apeteció el azúl y compré en la calle Real un mantel adamascado que me pareció que combinaba muy bien con mi vajilla rosa de la Cartuja. Luego la mesa estaba llena de colorines pero en Navidad se puede ser un poco yeyé. 



   No tiene sentido contaros las recetas, que ya están en el blog. A pesar de todo os recuerdo que las cebollitas y las chalotas las doro en unas cucharadas de aceite, añado después, si cuadra, unas setas shiitake y dejo hirviendo todo con un cucharón de consomé. Es lo bueno de tener consomé. Esto es porque aún tengo la pularda en el horno. Cuando el ave está hecha y ha soltado su deliciosa salsita de brandy y naranja -y de sí misma- añado unas cucharadas a las cebollitas, chalotas, setas,... Que quedan de llorar en bajito. Esto me lo preguntan mucho las amigas. Se pueden añadir daditos de jamón y un poco de perejil fresco al final. Queda aquí esta pequeña aclaración por si a alguien le es de utilidad.


   De las vieiras ya tenéis la receta... En la foto de arriba podéis ver cómo quedan antes de ir al horno. Pueden estar un rato con la salsa encima, mientras vamos preparando otra cosa. Yo no las mojo mucho y quedan así, a mi gusto, pero hay quien las pone más "salsosas" o de mojar pan. Creo que de las dos maneras están deliciosas. Estas eran frescas y limpias. Las "cogimos" en Froiz. Un poco más caras que las congeladas pero muy ricas. Riquísimas. En casa les chiflan. Si no se puede comprar vieiras, se hacen unas zamburiñas de la misma forma y, de verdad, quedan también deliciosas. Cada uno debe adaptarse a su bolsillo. 

   En Navidad hicimos también gambones al horno. Quedaron bárbaros aunque olvidé tomarles una foto a los pobres.



Abajo veis la pularda en el horno. No hay mucho que comentar porque ya he puesto la receta y es muy fácil de hacer. La podemos aplicar a cualquier ave, ajustando el tiempo de cocción al peso. Un pollo de corral es más económico y queda igualmente estupendo.


   Del consomé ya os he dicho en más de una ocasión que en casa nos chifla. Sienta fenomenal para empezar la comida y, si sobra, hacemos con él una sopa espectacular. Tenéis la receta también en el blog y es algo realmente fácil de hacer. Dificultad cero patatero. 


   Aquí tenéis una panorámica de nuestra mesa azul que, como siempre, está demasiado llena. No hay manera de poner centros ni adornos. Que somos muy comedores...


   Y un primer plano, no muy bonita la foto, de una ración de pularda. El potingue de la izquierda, que está horrible en la foto, era una guarnición de manzana y cebolla que anda por el blog. Se deshizo la manzana y es un mejunje... pero va muy bien con los asados. 



Abajo podéis ver los filetes empanados de Fin de Año. Este año preparé una salsa de tomate con guindilla, miel, tomillo y ajo. Se añaden a la salsa, que puede ser comprada siempre que sea estilo casero y de calidad, y se calienta. Queda buenísima y se hace en un minuto. Tuvieron, como cada año, mucho éxito. Fue mi contribución a la cena familiar en casa de mi madre. Ni me planteo hacer otra cosa que los bistecs empanados, ya sean de pechuga de pollo o de solomillo de cerdo.


   Para el día primero de año mariné una cola de salmón. Ya sabéis que mezclamos una tacita de sal, otra de azúcar y una tercera de eneldo. Lo dejamos 36-48 horas en la nevera y, pasado este tiempo, lo lavamos en agua fría a chorro, lo secamos y lo congelamos envuelto en film. Es por el anisakis a quien yo llamo tiquismiquis.


    El día primero lo puse con pan de centeno, mantequilla y huevas de mújol. Caviar de mentirita, le llamo yo. Estaba realmente bueno, no es por nada.



   Y aquí veis un primer plano. En Reyes volvimos a ponerlo y pusimos además bacalao ahumado que nos gusta mucho. Son de esas cosas que no dan trabajo y quedan muy aparentes. 



   Y debajo el fiambre de pechuga un poco más de cerca. Con todo el lío no me paré a hacer más fotos pero os cuento que el consomé y las vieiras las repetimos en Año Nuevo para que las tomaran Ana y Víctor. Quedó una comida no muy exagerada de cantidad pero muy rica para después de una cena brutal.



   Sólo me queda contaros del roscón de Reyes. Este año hice la masa en Ares. Os digo que me pasan cosas curiosas. Después la trasladé a Ferrol y la metí en la nevera. Abajo tenéis los ingredientes que no son nada del otro mundo. Vamos, que son bien baratos.



   La masa antes del reposo.



Y después de pasar la noche a la fresca. 




   El roscón terminado. Este año se me doró un poco de más... De sabor estaba exquisito, creo yo, pero otros años me ha quedado más tierno. Con todo, para ser una masa viajera quedó bastante bien. 



   Poco queda por decir. Estos resúmenes, no es por nada, tardo bastante en escribirlos y subir las fotos es un trabajo penoso algunas veces. A parte del roscón, no hice ni un solo postre durante la Navidad. Ni ganas tenía. Compramos lo normal: polvorones, algún turrón, frutas escarchadas,... Y pan de Cádiz que a mi marido y a mí nos encanta. La verdad, somos más de salado y nos esmeramos más con ese tipo de platos, salvo el roscón que, claro, es algo obligado para una bloguera. Deciros que esta bloguera, no es por nada, se esfuerza en hacer comidas ricas para su familia pero no va mucho más allá de eso. Lo comparto encantada con vosotros y me satisface cuando alguien me dice: "Hice tal cosa salió muy bien y nos encantó, fue muy fácil." Pero bueno, cocinar me cansa, como a todo quisque, y no por ello deja de apasionarme casi tanto como comer rico. 

   Como cada Navidad, el blog ha tenido más visitas que durante "el curso", cosa que me alegra, pero no me obsesiona nada. Es una afición que casi parece ficción y no me causa aflicción. Os agradezco a todos que me leáis, habiendo como hay blogs maravillosos a cientos, a miles. Por aquí seguiré, si Dios quiere, este nuevo año que todavía es joven, bebé... Os dejo con una frase del genial Chesterton:

   "La aventura podrá ser loca pero el aventurero, para llevarla a cabo, debe estar cuerdo."

   Pues eso, que no nos falte la cordura. Buenas noches a todos.


miércoles, 2 de enero de 2019

Fiambre trufado con pechuga


   Hay varias recetas parecidas a esta en el blog pero está es más festiva y navideña. Os la explico rápidamente. 

Necesitamos:
Bacon
Solomillitos de pollo
750grs de carne picada ternera/cerdo
Un puñado de daditos de jamón serrano
Un huevo grande
Dos cucharadas de jerez seco
Dos trufas con su jugo
Sal y pimienta
Nuez moscada
Tomillo


   Lo primero colocamos en el molde, como ya os conté en otra ocasión, el bacon y las pechugas tal y como veis en las fotos. En un cuenco ponemos la carne con el jugo de las trufas, el jerez, el huevo, el jamón y las especias. Todo con cierta prudencia y al gusto. Salamos con sentido común, teniendo en cuenta el jamón, y removemos un rato con las manos. Es importante trabajar un poco la carne, no sólo por mezclar los sabores bien sino porque ese "amasado" le dará más textura de fiambre. No apetece pero debe hacerse. Ponemos la mitad de la carne sobre las pechugas, después las trufas cortadas en cuartos -suelen venir 2 en cada bote- y terminamos con la otra mitad de la carne. Llevamos al horno a 180º entre 50 y 60 minutos. Soltará jugo que podemos reservar para hacer una guarnición. Así pues, al sacarla del horno retiramos el jugo y la dejamos enfriar. Si os acordáis de ponerle un peso, pues mejor. Al día siguiente, se suele hacer de víspera, la cortamos en ruedas finas y la rodeamos de huevo hilado o lo que nos guste y nos parezca oportuno. Pueden ser patatas de sobre...


   No pensaba sentarme hoy a escribir pero me han pedido la receta y, mira, así aprovecho las fotos que hice estos días y queda una cosa lista. Compartiré estos días las recetas de roscones en el Facebook por si alguien se anima a hacerlos y después de Navidad os haré un pequeño resumen de cómo salieron las cosas, creo yo que bien. Y nada más, yo tendría que hacer huelga de hambre pero aquí seguimos... cocinando y comiendo, que es gerundio. Os deseo a todos un feliz día y un venturoso año 2019. Dios nos guarde.