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martes, 14 de febrero de 2023

Pastelón de jamón y queso y diez años de blog


   Esta es una receta que no había hecho nunca. No sé por qué, pero la cosa es que hace unas semanas había una masa que caducaba en la nevera y me dije, ¿por qué no? Si hay una familia aficionada a la béchamel es la mía. Creo que todas las semanas hago esta salsa una o dos veces, para lo que sea. 

   Dicho esto, sólo tenía una lámina redonda. Como somos tres gatos habitualmente me dije: Un calzone -lo que es doblar la masa como una empanadilla-. Con tanto "me dije" podéis ver que tengo un diálogo continuado y divertido conmigo misma. Me hablo mucho.



   La receta es fácil del todo. Preparé una béchamel con calabaza en cuadraditos como si fuera a hacer croquetas de calabaza. Lo de siempre, doramos la hortaliza y añadimos la harina. Dos cucharadas utilicé yo para este medio pastelón. La leche a ojo es lo que yo suelo hacer. Sal y pimienta, nuez moscada y que hierva unos 12 minutos. Es suficiente porque va a ir al horno. Sobre la masa ponemos el jamón, el queso en lonchas y la béchamel, que es mejor dejarla templar. Cerramos, pintamos con huevo batido y llevamos al horno a 180º unos 20-25 minutos. Pongo las cifras porque me parecen más fáciles de ver. 



   Este es el resultado. Queda bastante mono, ya sea medio o el pastelón redondo o rectangular, en cuyo caso cunde el doble. Lógicamente.



   Y en la foto de arriba podéis ver el aspecto de la béchamel, tierna y muy distinta de la que ponen, creo yo, en los pastelones que venden. Aquí hay una buena capa de béchamel cremosa y con un sabor muy de casa. La foto no es muy bonita pero se ve muy bien lo que quiero expresar. Para que os hagáis una idea. Está tan rico que nunca hemos podido tomarlo frío. Lo terminamos siempre. ¿Con qué acompañarlo? Buena pregunta. Si es un aperitivo, se toma tal cual, pero si es el plato principal, lo ideal sería una ensalada ligera. Es un plato contundente y calórico. Algo ligero es más sensato. Eso, si sois sensatos.



   Más cosas que contar. Hace menos de un mes, yo siempre en la luna, el blog cumplió diez años. Un amigo muy querido, José Luis, me hizo esta preciosa agenda para mis recetas. No sabéis cómo me emocionó este regalo totalmente artesanal. Es un artista. Como me dio permiso para compartirlo con vosotros, os enseño también el poema que escribió, dedicado al arte de la cocina, que es ciertamente un esfuerzo que produce un placer que no dura mucho tiempo. Efímero, pero que deja siempre un grato recuerdo. Qué bonito es que alguien cocine para nosotros con cariño y entrega. Y qué sacrificado puede ser. A veces recibes presentes que no sabes si mereces pero que, en cualquier caso, te producen una gran alegría por su llegada inesperada. Esta es una de esas ocasiones. 


   Comentaros también que ya varias personas me han preguntado si he dejado el blog, que les da mucha pena, que no lo deje,... ya sabéis que no es mi intención dejarlo pero no me queda otro remedio que tomarlo con más tranquilidad. No quiero repetirme ni ser pesada con las recetas, los viajes, los libros,... Y cómo os podéis imaginar, mis comiditas de diario se repiten mucho buscando un poco de descanso en esta tarea que no tiene fin: Dar de comer. En todo caso, os agradezco infinito vuestro interés. Hace unos días encontré a una compañera de colegio que me dijo que me leía desde Madrid y que le hacía mucha ilusión. Imaginad la que me hace a mí. Tengo claro que este blog me ha dado muchas cosas. Más de las que podría imaginar y que agradezco siempre. 

   Creo que os había contado que estoy yendo a clase de pintura. Os dejo aquí una muestra. La playa de San Jorge con esa agua turquesa que la caracteriza. Estoy divertidísima con esto de pintar al óleo. Os digo que, para la edad que voy teniendo, la vida no deja de sorprenderme. Es lo que decía Chesterton, a la vuelta de la esquina puede haber una sorpresa. Yo he encontrado muchas. Ahora, aprender a pintar.



 

   Me despido por unos días. Contenta y agradecida. Soy una madre y abuela que cocina pero que también se divierte con muchas otras cosas. A la vida hay que buscarle el encanto, por más que haya temporadas difíciles y tristes. Lo peor es sentarse a esperar la felicidad. No resulta, hay que salir a por ella... Mil gracias una vez más por leerme y confiar en mi criterio cocineril.  Nos vemos pronto. Bicos.