Translate

martes, 31 de diciembre de 2019

Feliz 2020


   Queridos amigos, me paso por aquí un momento para desearos a todos un muy feliz Año 2020 y una bonita Noche Vieja para despedirlo. Nosotros hemos celebrado unas fiestas parecidas a las de otros años. Las vieiras de Navidad quedaron divinas y lo demás  no estuvo mal. Salieron tan malamente las fotos, que he recurrido al archivo del blog. Ya sabéis, el consomé, la pularda, los gambones al horno,...



   Mañana tomaremos tartar y carne trufada (ya está en el horno. No vamos a poner consomé pero prepararemos pulpo. Me está dando pereza pensar en tanta comida. Bueno, ¡ánimo con todo! El año que viene seguiremos por aquí, si Dios quiere, y os contaré alguna de las cosas que hicimos para estas fiestas, como viene siendo costumbre desde hace varios años en este blog. 



   Ya son largos años de bloguera y más de setecientas mil visitas. Por todo ello os doy las gracias y os pido perdón por ser un poco más perezosa para escribir. Van siendo muchos años, muchos platos, muchos kilos,... Y me voy haciendo mayor. 

   Con todo cariño os deseo un muy Feliz Año Nuevo. Que no perdamos la ilusión de ser aquello que nos ha tocado en la vida, a veces es una sorpresa, y a seguir haciéndolo lo mejor posible. Sé que no es fácil y yo misma no estoy siempre de acuerdo pero intentar ser feliz es lo más inteligente. 


MIL GRACIAS A TODOS

FELIZ 2020

BESOS Y ABRAZOS

martes, 24 de diciembre de 2019

Feliz Navidad 2019


   Queridos amigos, aquí estoy de nuevo para desearos una muy Feliz Nochebuena y una felicísima Navidad. Yo voy a hacer casi lo mismo que otros años. Siempre hay alguna pequeña variante pero es poca cosa. Comenzaremos con un consomé, seguiremos con vieiras y unos gambones al horno, que espero que queden bien ricos, y terminaremos con una pularda y su guarnición, que, como ya sabéis lo que me seguís, es lo que me piden los hijos. A mí misma me encanta. Este año variaremos un poco más en Año Nuevo, seguramente pondremos pulpo además de otras cosas que ya os contaré... Y lo de hoy y mañana, pues ya lo sabéis de memoria. No quiero aburriros. Procuraré hacer algunas fotos bonitas para compartir estos días.

   Pero sí quiero pararme a escribir un momento para desearos lo mejor, para recordaros que celebramos la noche más bonita del año, quizás no la más importante, y que tenemos la esperanza de que las cosas vayan mejor y nosotros mismos vayamos, poco a poco, siendo mejores también. No es tarea fácil. En nuestro Belén familiar los Reyes Magos se van aproximando al Portal y ya están cruzando el río, que no sé muy bien cuál es... Baltasar, que va en elefante, va directamente por el agua. Una estrella les guía y el Niño está a punto de nacer. Como decía Carmen, y hoy sí tiene sentido: "A Belén pastores."



   Yo estoy dorando unas chalotas a las que añadiré unas setas para acompañar un asado esta noche y espero que me salgan bien. Siempre digo que la comida tiene su importancia, porque comer rico es de las cosas más agradables de la vida. Con todo, lo verdaderamente valioso no es eso, lo importante es que la familia se reúna, que haya paz y amor, y que pensemos en lo que tenemos en común, aunque sea un sólo día. 

   A pesar de que no he tenido mucho tiempo para el blog últimamente, he seguido cocinando, haciendo diferentes cosillas, participando en algún evento cocineril especialmente emocionante. Llevo con esto de la cocina largos años, nunca lo hubiera pensado, y muchas veces desde fuera me veis más cocinera de lo que yo misma me siento... La vida siempre nos sorprende y va por donde quiere. Algunas veces es cuestión de dejarse llevar y procurar ser feliz.

   Ya no me paro más, el tiempo vuela. Os deseo una muy feliz Navidad, una vez más, esperando veros pronto por aquí. En cuanto tenga algún plato novedoso, lo subiré. No os olvido. Besos y abrazos grandes a todos. 


MUCHAS GRACIAS POR TODO

FELICES FIESTAS

viernes, 13 de diciembre de 2019

Bollitos preñados


   Mucho tiempo sin escribir... La verdad es que ando algo liada y repito platos continuamente, que si lentejas, que si un arrocito, que si unas hamburguesas para salir del paso... Tengo el móvil lleno de fotos de distintos platos y de algunos... pues ni me acuerdo cómo los hice. Empiezo a pensar que voy a tener que dejar el blog una buena temporada porque no acabo de centrarme.

   Hace ya meses hice unos bollitos preñados muy ricos. Los hacía mucho cuando mis hijos eran pequeños y los tenía casi olvidados. Me los pidió mi hija y los hice. Os voy a poner primero los ingredientes de la masa y después os explico. 

    Ingredientes:
Una taza de agua tibia
Dos cucharadas de aceite
12 grs de levadura fresca
Una cucharilla de sal
Una cucharadita de azúcar
Dos tazas y media de harina (aproximadamente)



   Si os dais cuenta, es básicamente la masa que hago para la pizza. Queda muy tierna y no lleva nada de particular. No soy de poner leche en las masas salvo que quiera hacer algo tipo bollería. Menos es más, que dicen por ahí. La harina puede variar un poco pero ponemos todo en un cuenco y removemos hasta formar una masa que pasamos a la encimera. Si está demasiado pegajosa, añadimos un puñadito... Si nos pasamos de harina, será más fácil amasar pero menos tierno el resultado. Yo suelo hacer masas pegajosas en la mano, petardas de manejar, que quedan muy tiernas una vez cocinadas. Es como lo de la béchamel de las croquetas... 

   Una vez que la masa está formada, la dejamos levar hasta que dobla su volumen, nada nuevo bajo el sol... Amasamos otra vez un poco y formamos un cilindro que cortamos en trozos parecidos del tamaño de... ¿una mandarina pequeña?, algo así. 



   El chorizo, hace falta un chorizo, lo cortamos en ruedecitas y vamos poniendo un trozo de chorizo en cada porción de masa. Con la palma de las manos trabajamos la porción en círculos hasta que la masa rodee a la rueda de chorizo o, lo que es lo mismo, que el chorizo quede en el interior. 



   Ponemos los bollitos sobre la bandeja de horno usando papel de hornear para no tener que fregar después la bandeja: "el fregar se va a acabar" que decía no sé quién... Todavía fregamos aunque bastante menos. Les hacemos una cruz encima con un cuchillo y los pintamos con huevo batido y encendemos el horno a 200º. Si os fijáis, el horno lo ponemos más caliente que en otras ocasiones, el motivo es que los bollitos son pequeños y se harán pronto, también queremos que se doren, por eso la temperatura más alta. ¿Minutos? entre 12-15 deberían ser más que suficiente. Si tenéis un horno magnífico, no es mi caso, se harán pronto. Atención a esto y si os parece que se han hecho de más, lo apuntáis para sacarlos antes la próxima vez. 



   Quedan unos bollitos la mar de monos que sueltan algo de grasita. Si os fijáis en la foto siguiente, La miga queda muy tierna y húmeda con el jugo que suelta el chorizo. De verdad que son riquísimos, incluso aunque no esté la masa perfecta. Es más rico hacerlos para tomar al momento, cuando aún están calentitos y, como cualquier masa casera, se resecan de un día para otro. Pero también os digo que en casa nunca sobran porque no es una cosa que hagas en plan legión. 



   Hay gente que dice que las masas le estresan y que huye de hacerlas. Yo creo que son de lo más interesante para un cocinero, aunque sea aficionado, como yo. Hasta aquí la receta que también se podría hacer con otros rellenos, lógicamente. Por ejemplo, antes los hacía alguna vez alargados rellenos de salchichas y quedan también muy ricos. Y, claro, podéis hacerlos con cualquier masa que os guste y os parezca bien. Os deseo a todos un feliz fin de semana. Ya sólo quedan doce días para Navidad. ¡Ánimo!

domingo, 1 de diciembre de 2019

Quiche de cebolla roja y queso emmental


   Buenos días, hoy os traigo una receta muy sencilla que en casa nos encanta. Creo que hay una parecida por el blog pero esta es un poco distinta y no está demás recordarla. Dificultad no tiene ninguna. Es sencillísima.

   Ingredientes: 
Una base de masa de hojaldre
200ml de nata líquida
2-3 huevos
2 cebollas rojas
2 cucharadas de aceite
100 gramos de queso emmental
Sal y pimienta

   Ya os he dicho que es muy simple. Lo primero que vamos a hacer es pelar y cortar las cebollas en tiras finas. En una sartén con aceite vamos a poner las cebollas a pochar con una pizca de sal. Las hacemos con calma, a fuego medio, para que no pierdan color. Vamos, que no cojan color sino que se cocinen lentamente hasta quedar tiernas y rosadas. 15-20 minutos deberían ser suficiente. Como cuando preparamos un relleno de empanada. 

   Dejamos enfriar, o al menos que esté tibia para seguir con la preparación. La masa la ponemos en un molde que sea de su misma hechura. Quedan muy monas las quiches redondas pero se pueden hacer, claro está, rectangulares y más grandes. Una vez colocada la masa en el molde, intentamos que quede mona, pintamos con huevo los bordes y la pinchamos. La podemos llevar al horno, cubierta de garbanzos, unos 10 minutos a fuego suave para que no esté del todo cruda. Si no lo hacemos, nos quedará la base algo blanducha pero bueno...

   Ya tenemos batidos los huevos, aprovechando para pintar los bordes que quedarán brillantes, así que sólo nos queda añadir la nata y salpimentar. Removemos bien. Incorporamos la cebolla, que debe estar de color rosa claro, y el queso emmental rallado. Removemos y vertemos sobre la masa que ya hemos medio hecho en el horno. Así pues, llevamos la quiche al horno a unos 180º unos 25-30 minutos o hasta que veamos que está cuajada y dorada. 

   Sólo le he hecho esa foto, que no es mucha información pero ya veis que la receta es facilísima. Queda una quiche realmente exquisita, no exagero, y el color rosa le da un punto ¿romántico? También se puede hacer con cebolla blanca y con masa quebrada. La masa quebrada es quizás más rica y sabrosa pero la de hojaldre tiene tendencia a quedar muy mona. A mí me gustan las dos y, si os digo la verdad, pongo la que tengo en la nevera pues estas quiches las hago muchas veces de manera improvisada. Hacer una masa quebrada casera también es buena idea, sobre todo si es una ocasión especial. Yo, para diario, las compro, ¿qué queréis que os diga?

   La receta ya está lista. Os animo a hacerla porque es muy rica. Por ejemplo, me encanta para un domingo de entrante. ¿Para un día de diario? De plato principal con una ensalada me parece de sobra. Yo, aunque procuro cocinar rico, no me complico mucho la vida. Tampoco lo hagáis vosotros. Os deseo a todos un feliz domingo. Ha llegado diciembre y nos ha traído un poco de sol:"Cosas veredes, amigo Sancho". 

   Queda empezar a preparar la Navidad. Mi consejo es apuntar en una libreta lo que hay que hacer. No sólo menús sino también menaje. Comprobar manteles, la vajilla que se va a usar, cristalería y cubiertos. Ver que cosas hay que lavar... porque a veces las cosas al no usarse también necesitan una puesta a punto. 

   Con los menús, también hay que pensar qué bebidas pondremos. Si vamos a poner blancos con los entrantes, si preferimos vino tinto con todo. Hay quien prefiere tomar cava... 

   Otro tema es la lista de comensales. Si hay alguno que no pueda tomar alguna cosa, intolerancias, alergias. Yo tengo buena memoria pero, si apuntamos todo, también sirve para nuestros colaboradores y no tenemos que ser interrogados cada poco. Me pasa que me preguntan tantas cosas que me parece que me va a estallar la cabeza: Qué mantel, qué copas, qué servilletas, que... ¡locura! Si vamos preparando antes algunas cosas, comprando bebidas, turrones,... al llegar esos días podemos decir: eso ya está listo, una cosa menos, o dos, o tres,...

   Nada más, hay que ir poniéndose las pilas y por la Inmaculada ya podemos empezar a adornar la casa de fiesta. Ánimo con todo. Os vuelvo a desear un muy feliz domingo.

viernes, 22 de noviembre de 2019

Albóndigas para niños (sin leche)



   ¿Pensabais que no iba a volver? Yo a veces también lo pienso. Pasan los días sin publicar y se me olvida que tengo que sentarme a escribir. Es verdad que ando bastante ocupada con cosas dispares pero no es excusa. Lo cierto es que es sentarme al ordenador lo que me cuesta, no el hecho de escribir en sí. Pues he vuelto con una receta que hacía a mis niños cuando era difícil hacerles comer hortalizas. Hace varios meses me decía mi hija que en este blog no había ninguna receta de albóndigas -también conocidas por almóndigas-. Bueno, pues hoy os traigo una algo imperfecta pero que gustó mucho en casa. Albóndigas con cebolla y zanahoria, y sin leche, porque a veces hay algún invitado que no puede tomar leche. ¡Cachis!

   Vamos a poner los ingredientes básicos aproximados y después me explico:

Medio kilo de carne
Un huevo
Una rebanada de pan mojada en leche 

   Os he dicho arriba que no he puesto leche, porque no podía, pero he puesto:
Una zanahoria pequeña
Una cebollita
Sal y pimienta
Una pizca de tomillo
Una cucharada de vino de cocina
Harina para rebozar


   En un cuenco he puesto la carne picada, en este caso mezcla de ternera y cerdo que es lo más corriente. En la picadora picamos -valga la redundancia- la cebollita y la zanahoria con una rebanada de pan (no hay leche). Los he puesto sobre la carne junto al huevo, la sal y la pimienta, la pizca de tomillo (opcional y muy rico) y la cucharada de vino (ya que no hay leche). 

   Trabajamos un poco la mezcla con las manos, no queda otra. Es la mejor manera que que se mezclen bien los ingredientes. Después vamos formando las albóndigas con las manos mojadas en agua para impedir que se nos peguen. Las pasamos por harina y hay un truco que es poner la harina en una taza y darle vueltas a la bolita de carne dentro de la taza. Lo he probado y te pringas menos de harina. Esto es una cosa que podéis probar a ver si os gusta más. A mí me gusta que sean chiquititas. En eso soy como los Borrowers, albóndigas, croquetas, torrijas,... todo me gusta pequeñito.


   Las vamos dorando en una sartén con aceite de oliva y las reservamos en la misma tartera que vamos a utilizar para guisarlas. Bueno, yo lo hago así. El aceite que nos queda lo utilizamos para la salsa. Si es mucho aceite, retiramos parte que podemos colar y guardar para otro uso. Doramos una cebolla y añadimos un bote de tomate triturado, esto si las hacemos con tomate. Dejamos hervir como si estuviéramos haciendo una salsa de tomate, a nuestro gusto, y, a continuación, bañamos las albóndigas con esa salsa y las dejamos hervir a fuego suave un ratito, 10-12 minutos, moviendo la tartera de vez en cuando pero sin revolverlas pues se pueden romper. 

   También se puede hacer una salsa rubia con vino blanco. Así también me encantan. Las de salsa de tomate quizás me gustan más para tomar con pasta. Como en La Dama y el Vagabundo. Es un plato muy romántico. 

   Ya veis que son unas albóndigas muy normales, ningún niño va a preguntar si llevan hortalizas, y salen muy ricas. En cuanto a la leche, os aconsejo usarla si no tenéis inconveniente porque aporta ternura a las carne. Yo, en este caso, no podía pero nadie se quejó. 

   Si las tomáis con pasta, simplemente, elegís la que os guste y la cocéis justo antes de comer. Las albóndigas sí pueden hacerse con antelación y calentarlas. Con patatas o con arroz en blanco también están muy ricas y son un plato muy completo.



   Creo que no me queda mucho por decir de este plato. Suelen gustar a los niños y en casa cunden poco porque toman un montón. Les encantan. Es bueno comprar la carne recién picada, si se puede, en una carnicería de confianza. Hay un truco un poco chapuzas, si nos queda la carne demasiado tierna, la mezcla en crudo, claro: incorporamos una cucharada de pan rallado y removemos bien. 

   Yo he llegado a hacer albóndigas hasta con salsa de nata y queso azul, un plato que era una bomba, bastante rico, que me pidió alguna vez mi hijo. En esto hay que tener una mentalidad bastante abierta. 

   Me queda comentaros que tengo una página en Instagram donde subo platos de manera más rápida e informal pero sin pararme a contar la receta, salvo que me la pida algún lector. Es más divertido e inmediato, lo cual le da al tema de la cocina una mayor frescura. En el blog me sería imposible seguir ese ritmo. Cada vez hay más formas de comunicación y a veces nos sentimos saturados. Yo la primera. Si os apetece, os podéis pasar. Tiene el mismo nombre.

   Nada más de momento. Las albóndigas, pues salen muy ricas. Si no tenemos que hacer para un ciento de gente, tampoco dan tanto trabajo. Aquí quedan las albóndigas y yo me despido por unos días. En Ferrol está cayendo el diluvio... ¡Paciencia! Bicos a todos.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Croquetas de morcilla serrana



   A la vuelta de nuestro viaje a Cádiz paramos en Santa Olalla del Cala, que está en la provincia de Huelva. Sí, en la Ruta de la Plata. Yo creía que Olalla era Eulalia en gallego, ya sabéis, Santa Eulalia de Mérida... Pues en huelva también hay Santa Olalla. Bueno, mi marido compró allí algunos embutidos: morcilla serrana, morcilla patatera y chorizo blanco. Los tres deliciosos, como os podéis imaginar. A mí la morcilla serrana me encantó. Esos embutidos los utilicé para diversos platos que después os comentaré. Con la morcilla se me ocurrió hacer croquetas. Ya sabéis que soy una apasionada de ellas. Así pues, me puse a hacerlas un día que tuve un poco más de tiempo. 


   En primer lugar hice una béchamel banca y muy tierna con una cebollita pochada, 50 grs de harina y medio litro de leche. Esto os lo he contado mil veces: pocho la cebolla en aceite de oliva, añado la harina, le doy unas vueltas y, a continuación, pongo la leche a poquitos sin dejar de remover fuera del fuego. Vuelta al fuego y dejamos hervir suavemente unos 20 minutos. Así en blanco, salamos y ya está rica. 


   Lo que hice fue añadir al final un puñado de morcilla en daditos. Sin exagerar de cantidad porque es bastante sabrosa. Veis en la foto que era poca cosa. Dejamos hervir unos minutos y apagamos. 


   Como veis, ese pequeño hervor de la morcilla ha dado color a la béchamel. También le ha dado un delicioso sabor. Tiene que gustar la morcilla, claro. 


   Una vez fría la béchamel, liamos las croquetas, que decía Carmen, con huevo batido y pan rallado. Dos cucharas y mucho cariño. Estas estaban demasiado tiernas.



   Por esta razón, la ternura, se abrieron un poco al freírlas. Tengo que ser menos tierna con este tema pero me gusta tanto que estén delicadas... 


   Ya en el plato, acompañadas de unas patatas y de cardo guisado con tomate. Es otra receta que os tengo que contar porque nos gustó mucho y yo no suelo hacer cardo. 


   Os enseñó también un par de fotos de otros usos que, a lo largo de estos días, dimos a estos productos onubenses. En la foto de arriba, detalle de un cocidito muy rico. En la siguiente, unas lentejas con su arroz en blanco que caen casi cada semana... Me resultan fáciles y encantadoras. 


   Pues aquí queda esto. Nos gusta probar cosas nuevas en los viajes y, a ser posible, traer algunas de las nuevas viandas que encontramos. Esto en concreto me pareció muy rico y se podía tomar cocido, frito o curado... Vamos, las tres bes. En cuanto a las croquetas, pues nos gustaron muchísimo. Os animo a hacerlas si sois de estas cosas, si no, pues de jamoncito o de pollo, que también son muy ricas. Os dejo por unos días pero no me olvidéis que tengo más cosas que contar. Bicos.


jueves, 24 de octubre de 2019

Dulce de membrillo


   Los que me leéis con cierta frecuencia, quizás recordéis que durante mi viaje a Cádiz paré en el Bierzo y pedí permiso para coger membrillos. Fue una cosa curiosa. Le dije a mi marido: "Pregunta si nos dejan coger tres membrillos". ¿Por qué tres?, más que nada por no parecer abusona. Una vez que nos dieron permiso muy amablemente, desde aquí les doy las gracias, escogí tres preciosos membrillos, bien grandes, que podéis ver en la foto de abajo acompañando a la mermelada de tomate. Están saliendo las cosas muy ricas últimamente... 



   Tenía que ponerme a hacerlo antes de que se estropeasen y un domingo por la tarde puse manos a la obra. Lo primero, pesé los membrillos. Pesaban algo más de 1.600 gramos. Mirad si eran grandes que todos pasaban del medio kilo. Los lavé bien lavados porque tienen una especie de pelusa y yo quería usar las mondas. Entonces... me puse a pelarlos cortándolos primero en cuartos y reservando los corazones. Os digo que esto fue lo más dificultoso porque estaban duros de carays. Bien, los pelé y los cubrí con 800 gramos de azúcar y el zumo de medio limón. No quería que se oscureciesen y no podía ponerlos a cocer todavía, ¿la razón?, quería aprovechar pieles y corazones. Esto fue un poco rollo.



   Si os fijáis un poco en la foto de arriba, que no es muy allá, veréis que hay un hervidor y la tartera con los membrillos. En el hervidor puse las pieles y los corazones con dos vasos de agua y los dejé hervir unos 20 minutos. A continuación puse el líquido resultante, pasándolo por un colador, sobre los membrillos y el azúcar junto con un trozo de limón a cocer. Estaban tan duros que yo dudé que se fueran a hacer. En unos 25 minutos estaban ya cocidos y tiernos. Nunca hay que perder la fe. 


   Con la punta de un cuchillo verifiqué que estaban tiernos, saqué el trozo de limón y batí bien con una batidora de brazo. Lo dejé hervir en la tartera 15-20 minutos más, removiendo cada poco con una cuchara de palo. Os voy a decir que no estaba tan espeso como yo pensé que debía estar: Ya sabéis, se abre un camino en medio de la pasta y tarda en cerrarse como el mar Rojo cuando pasaron los israelitas. Pues no estaba tanto... Pero como había puesto el agua de la cocción de las pieles, con la que se hace la jalea de membrillo, decidí confiar en mi suerte y no lo herví más. La jalea ya sabéis que es una delicia pero yo no estaba esa tarde para jaleos ni jaleas. Sin hervir más, pasé el dulce a una fuente y lo dejé enfriar. Cuando estuvo frío, lo mandamos a la nevera. 


   Yo le dije a mi marido que si no cuajaba nos lo tomábamos a cucharadas porque rico estaba riquísimo. No hubo tal. Al día siguiente lo sacamos del molde y quedó, como véis en la primera foto de la entrada mono monísimo. Con un colorido ideal, una textura estupenda y un punto de dulce no muy exagerado por llevar la mitad de peso de azúcar. ¿Fue suerte? Es posible. Esta semana hice un dulce de manzana con mucha más azúcar y también quedó precioso aunque no era para mí. Pero me he quedado con ganas de hacerlo para casa...

   ...Porque nuestro dulce de membrillo se fue terminando a poquitos y cada día íbamos tomándolo con un pedacín de queso, de postre, hasta que se acabó dejándonos su ausencia la mar de tristes. Ya veis debajo la ración de queso y membrillo que precioso color tenía. El sabor no os lo puedo trasmitir. Lo dicho, creo que voy a hacer dulce de manzana para ir pasando estos días otoñales que son, con el cambio de hora, de cierta oscuridad. Os animo a hacerlo, no porque sea fácil, ya que da algo de trabajo, sino por el placer de tomarlo. 


   Tengo más cosas que contaros pues he hecho unas croquetas nuevas con un embutido que compré en Huelva a la vuelta del viaje. Además, sigo trabajando los arroces de tipo zamorano con pimentón y alguna cosa más hay por ahí... ¡unos cardos en salsa que nos encantaron! Es así, llega el frío y nos metemos en la cocina ¡a engordar! Os iré contando poco a poco. Hoy tenemos un día triste y lluvioso pero mañana creo que volverá a brillar el sol. El blog va bastante bien y yo... pues parece que me van costando estas entradas un poco largas de contar, escribir y repasar. Espero no haberme confundido en nada pues el membrillo ya hace varias semanas que lo hice y mi memoria de elefante se me está rebelando... No se quiere acordar de tantas menudencias. Nos vemos pronto por aquí. Gracias otra vez por leerme desde donde quiera que estéis. Bicos.

viernes, 11 de octubre de 2019

Mermelada de tomate


   Después de tomar en Cádiz la mermelada de espárragos trigueros, me dije a mí misma que tenía que atreverme con la de tomates. Eso por lo menos... ¿Cuál era mi miedo?, bueno, miedo ninguno, pero la había tomado comprada y no me había parecido de echar cohetes. Qué soy así yo... Entonces, en el supermercado compré tres tomates pera. Mirad qué poco arriesgué. Pesaban 350 gramos. ¿Qué hice? Vamos con los ingredientes:

350 grs de tomates
175 grs de azúcar blanco
Una tira de piel de limón
Una pizca de canela en polvo 
(Más nada)


   Lo primero que vamos a hacer es pelar los tomates y quitarles el corazón. Yo los pelé con el pelador pero podéis pasarlos por agua hirviendo cortándoles antes una cruz en la piel... Ya sabéis. La verdad, a mí el pelador me parece más rápido y limpio. Estos tomates pelados los cortamos en trozos más o menos grandes al gusto. Es verdad que si son trocitos chicos se reparte mejor en las tostadas. Fue la queja de mi hijo porque, como veis en la foto superior, yo no los corté mucho. 

   Sigo porque me lío. Los ponemos cortados y pelados en una tartera cubiertos con la mitad de su peso de azúcar, la piel de limón y una pizca de canela. ¿Por qué la canela?, bueno, quería aromatizar un poco sin exagerar. No se notaba mucho sabor a canela pero estaba elegante y fina. Llevamos a ebullición y vemos que el tomate suelta agua a lo loco. Así pues, tiene que hervir un buen rato. Veis arriba que uno de los tomates no estaba excesivamente maduro, pues no pasa nada, igual estaba rica la mermelada, ¿o no se comen los tomates verdes fritos? En este caso, la mermelada estaba bien cocinada. Como os decía, tienen que hervir lo suficiente para que se evapore el agua del tomate y coja cuerpo, también para que la pulpa de la fruta esté bien cocida y brillante, satinada.


   En este caso hirvió unos 45 minutos a fuego entre medio y bajo. A según la cocina. Se nota cuando está hecha por el brillo de la fruta y el espesor. De todas maneras, tened en cuenta que al enfriarse siempre espesa un poco más. ¿Rica? Rica riquísima. Me sorprendió, nos sorprendió a todos, porque no recordábamos tan buena la comprada. Por ejemplo, con queso está divina. No tengo foto de ningún pincho de los que hicimos pero os digo uno que me gustó en particular: Pan, queso gorgonzola, mermelada de tomate casera y una anchoa. ¡Qué cosa tan rica!


   Esto, de verdad que os animo a hacerlo. Si queréis, yo no lo hice, podéis escoger unos tomates más carnosos o quitar las pepitas. Con todo y con que estos tomates eran barateiros, que decimos en Galicia, la mermelada quedó buenísima y la mar de bonita. Creo que no voy a hacerle más publicidad. La semana que viene intentaré subir el dulce de membrillo que hice con los membrillos del Bierzo, que están de compañeros de la mermelada en una foto. Eran impresionantes de grandes y el dulce quedo divino. Se ve que no tengo abuelas... os deseo a todos un precioso fin de semana y un bonito día del Pilar. Ya sabéis que yo soy casi medio maña.


viernes, 4 de octubre de 2019

Plasencia, Cádiz y tres membrillos del Bierzo


   Mucho tiempo sin escribir, lo sé, pero es que, entre otras muchas cosas, he estado de viaje. He ido a Cádiz, ni más ni menos, a través de la Vía de la Plata. Ha sido un viaje familiar muy bonito y caluroso. Os voy a contar un poco porque ha sido muy interesante. 

   Aparte de que paramos en Zamora para comer, nuestro siguiente destino era Plasencia. Me hacía mucha ilusión conocer esta ciudad porque, como les iba contando en el coche, había leído la novela El alma de la ciudad, de Sánchez Adalid, y me había gustado mucho. Su fundación en tiempos de Alfonso VIII, en plena Reconquista, la descripción de su belleza, por algo se llama Plasencia, y la trama de la novela que tiene que ver con el Sagrado Mantel de Coria,... No os cuento más por si os entran ganas leerla pero era una visita que me apetecía. Pues bueno, me encontré con una ciudad preciosa. La Plaza Mayor es animadísima, con mezcla de estilos, desde el ayuntamiento con su torre del reloj hasta edificaciones más modernas y pintorescas. En la ciudad hay numerosos palacios y preciosas iglesias. No pudimos ver mucho. Una de las cosas curiosas es "las Catedrales", así en plural, porque son dos edificios en uno. Sobre la catedral del siglo XIII, se comienza otra en el siglo XVI. Se puede visitar pero no dejan hacer fotos en el interior. Las dos partes son preciosas y muy interesantes. Vale la pena la visita. En la foto superior, podéis verme a mí a la salida de las catedrales haciendo una foto del entorno (es primera vez que salgo en el blog).



   La Casa de las Dos Torres es de las más antiguas de la ciudad. Está muy retocada y actualmente sólo queda una de las torres. Perteneció a la familia Monroy, que conocemos bien los que hemos leído la obra de Sánchez Adalid. Luis María Monroy es el protagonista de la trilogía que comienza con El Cautivo. Si os gusta la novela histórica, os aconsejo su lectura. 



   Seguimos paseando por el casco antiguo hasta el Parador. Es el más bonito que he visto nunca. Un antiguo convento del siglo XV. Imaginaos mi sorpresa al entrar en la preciosa sala capitular y ver al autor extremeño del que os he hablado dando una charla. Fue un momento increíble. Qué casualidad tan asombrosa y emocionante. 

   En la Plaza Mayor tomamos en El Español unos pinchos deliciosos con unas cañas. Me llamaron la atención los callos -sin garbanzos- y unos higaditos riquísimos. Todo suculento y espectacular. Allí a donde voy, me gusta probar las especialidades.



   la siguiente etapa de nuestro viaje era Cádiz. Empezamos nuestra visita en la Plaza de San Antonio. Es un buen sitio para dejar el coche y empezar a callejear. Nos dirigimos a la Casa Manteca. Allí tomamos un aperitivo. Una de las cosas fue queso con mermelada de trigueros. Os digo que estaba delicioso y había un ambiente bárbaro. Después seguimos hasta El Faro. Comimos en la barra diferentes cosas: Tortillitas de camarones, patatas aliñadas y unos molletes rellenos de ortiguillas con mantequilla que quitaban el "sentío". Qué cosa tan delicada. Eso sí, estaba como San Lúcar en verano: "quítate tú pa ponerme yo". Mi marido dice que podría vivir en la barra del Faro.


   Seguimos nuestro paseo hasta la Caleta. Hacía un día tan divino... Esta luz de Cádiz, mi Cai, es maravillosa. Viniendo del norte es resplandeciente. También fuimos a la Catedral Nueva. No pudimos verla por dentro porque teníamos poco tiempo... Otra vez será. Total, Cádiz y Ferrol están muy cerca.



   De los más bonito de Cádiz son sus callejuelas, con sus patios, sus galerías, sus balcones. Corría una brisa fresca y se caminaba a gusto. Ya se sabe: "Cai se bebe el sol que hay en la brisa marinera..."


   Y en la Plaza de Mina vimos unos hibiscos en flor tan impresionantes que no pude evitar fotografiarlos. Son todo fotos de móvil pero os hacéis una idea.



   Para culminar nuestro paseo fuimos a la Alameda de Apodaca. Es un entorno tan bonito junto al mar que no se puede dejar de ir. Impresionante el tamaño de los ficus centenarios procedentes de Australia. Inolvidables las farolas. La alameda es un increíble mirador sobre la bahía. 



   
   Es un resumen bastante imperfecto de nuestro viaje relámpago que tenía motivos familiares que no vienen al caso, pero os dejo aquí nuestro recorrido por estas dos bonitas ciudades españolas. Es curioso porque cruzamos el Duero en Zamora, el Tajo, El Guadiana a la altura de Mérida y el Guadalquivir en Sevilla. Incluso el Guadalete, de tan triste recuerdo.Vimos miles de encinas en Extremadura y campos de algodón en Sevilla. Yo me fijo bastante en el paisaje cuando voy en coche, los ríos, las sierras, los castillos. Es apasionante porque entiendes mejor la historia cuando paseas por la geografía. Por otra parte el viaje de vuelta fue tan caluroso, alrededor de 30º casi todo el tiempo, que resultó algo agobiante. ¿Queda algo por contar? Seguro que sí pero no lo recuerdo ahora. En el Bierzo pedimos permiso para coger unos membrillos pues estaban los árboles cargados de fruto. Cosas de las blogueras cuando viajan...


   Pues aquí queda esta entrada algo laboriosa. Tengo pendiente hacer el dulce de membrillo y la semana que viene os contaré una mermelada de tomate que hice que me quedó exquisita. Sí, está mal que lo diga pero todos estuvimos de acuerdo. Me despido por ahora. Gracias por leerme a todos. Bicos.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Aquí hay tomate...


   Creo que os había contado que nos han regalado fruta. Entre otras cosas, venía una bonita cantidad de tomates. No tomates de esos que venden que, a veces, parecen de plástico. Estos eran tomates caseros, cultivados en Galicia y de diferentes tipos. Os digo que eran extraordinarios. Había tomatitos cherries, tomates raf, tomates corazón de buey,... Todos con un color, un aroma y un sabor impresionantes. Yo no soy la persona más tomatera del mundo pero estos me chiflaron. 

   Hubo lugar para hacer varias cosas. Algunos estaban algo maduros e hice una salsa de tomate casera. Imaginaos qué rica estaba. Teniendo esta salsa hecha, mi hijo me pidió que hiciera pizza casera con esa base, la salsa de tomate. Mezclé varias cosas: queso, anchoas, bacon,... y puse también jalapeños. Nunca lo había hecho y me gustó mucho. No picaban excesivamente, o eso me pareció a mí. La verdad es que los jalapeños me gustan bastante, aunque sean del supermercado.


   También hice alguna ensalada tipo "guacamole" al ser los tomates tan buenos, les di más protagonismo. Hice secreto a la plancha, cortadito en tiras, freí plátano macho, que nos gusta mucho, y, con todas estas cosas, incluido un queso que andaba por la nevera, montamos unas fajitas que nos gustaron tremendamente.


   Otro día repetimos, quedaban tomates, con carne picada aderezada con cominos y finas hierbas, añadiendo una salsa de yogur con hierbabuena. Aquí hice fusión de culturas. Os digo que estaban igualmente deliciosas. Es la típica comida que hago cuando tengo prisa. Las fajitas las compro hechas y las doro en la tostadora, no creáis que me paro a hacerlas. 


   Cuando ya sólo quedaba uno de aquellos insignes tomates y estaba demasiado maduro, decidí rallarlo. En casa no se rallan los tomates, no hay tradición, pero lo tomé rallado en un desayuno en casa de una amiga y me dije: "esto hay que hacerlo". Normalmente se toma con una rebanada de pan, jamón serrano y un hilo de aceite de oliva. 


   Lo que yo hice fue incorporar el aceite en el tomate rallado y añadir un diente de ajo picadito. Sólo nos falta pan y ganas de comer. Desgraciadamente para mí, estas nunca fallan. Podemos comprar panes distintos, que también es muy rico variar el pan.

 
   La calidad de las fotos no es muy allá pero podéis ver que jugamos con distintos ingredientes: anchoas y aguacate, queso y salchichón zamoranos,...


   Y algún pinchito que llevaba el tomate rallado, aguacate, queso y gulas. Lo divertido es que cada uno iba haciendo sus montaditos como le parecía mejor.


   Estoy terminando. Muchos días hubo una simple ensalada de tomate con aceite y sal para acompañar, por ejemplo, un pollo asado. Creo que ya os he comentado alguna vez que el pollo asado me encanta. Soy así de sencilla. 


   Septiembre es un buen mes para el tomate. Va madurando al sol, tranquilamente, y se llena de color y sabor. Si os regalan tomates, tenéis aquí algunas ideas... No olvidando, claro está, ni el gazpacho ni el salmorejo. Nos pasamos la vida escuchando que hay que tomar fruta, verduras, hortalizas,... El tomate es en realidad una fruta y muy sana ya que aporta vitaminas, C, A, K, hierro y potasio,  ¿qué culpa tiene el tomate...? Pues ninguna pero hay que comerlo. Os deseo a todos una feliz tarde.