Translate

martes, 3 de febrero de 2015

Carne guisada con clavo



     Antes de comenzar tengo que confesar que yo no soy muy aficionada al clavo. Tengo un tarrito en la despensa que debió de caducar hace un lustro. Hace unos meses, comiendo con unos amigos, uno de ellos me decía que el clavo le encanta. Así que decidí darle una oportunidad. Por eso este guiso. ¿Rico? Sí, aunque reconozco que sigo siendo más partidaria de la nuez moscada...

     Ingredientes:
Un kilo de jarrete de ternera
Un puerro
Una cebolla morada
Una zanahoria
Un pimiento rojo
Un tomate pelado
Dos o tres clavos
Unas bolas de pimienta negra
Un vaso grande de vino tinto
Aceite y sal                                            


                     
     Como veis, es un clásico. Comenzamos dorando la carne en una tartera. Por todos lados en un fondito de aceite de oliva. Lavamos y picamos todas las hortalizas y las vamos añadiendo. Empezando por la cebolla y el puerro, y acabando por el tomate, que siempre suelta agua.



     Cuando las hortalizas van estando doradas, llega el momento de salar y especiar. En este caso: Clavos y pimienta. Las especias dan personalidad al guiso. Este es un "guiso clavado". Incorporamos el vino y, cuando hierva, bajamos el fuego. Debe hervir "sine die" o, mejor dicho, hasta que la carne esté tierna. Por eso, dependiendo de la carne, tardará una hora o hasta dos (que las hay muy tercas). La ternera gallega es una opción estupenda.



     Una vez que la carne está bien tierna, la cortamos en ruedas y la acompañamos con la salsa y las hortalizas. También se puede pasar la salsa por la batidora (en este caso os aconsejo pescar antes las especias o poner una pizca de cada cosa en polvo). Para acompañar esta carne van muy bien unas patatas fritas o en puré. Siempre al gusto. 



     Y bueno, si no os gusta el clavo, ya sabéis que podéis sustituirlo por una pizca de nuez moscada o por nada. En todo caso, no os quedéis con "un cravo cravado no corazón". Supongo que todos recordáis aquel poema de Rosalía:



Unha vez tiven un cravo cravado no corazón,

i eu non me acordo xa se era aquel cravo

de ouro, de ferro ou de amor.
Soio sei que me fixo un mal tan fondo,
que tanto me atormentóu,
que eu día e noite sin cesar choraba
cal choróu Madalena na Pasión.
“Señor, que todo o podedes
-pedínlle unha vez a Dios-,
dáime valor para arrincar dun golpe
cravo de tal condición”.
E doumo Dios, arrinquéino.
Mais…¿quén pensara…? Despois
xa non sentín máis tormentos
nin soupen qué era delor;
soupen só que non sei qué me faltaba
en donde o cravo faltóu,
e seica..., seica tiven soidades
daquela pena…¡Bon Dios!
Este barro mortal que envolve o esprito
¡quén o entenderá, Señor!…


     Buenos días a todos, ayer fue la Candelaria (el Día de la Marmota), lo cual significa que ya sólo nos queda ¡medio invierno! Espero que os guste el guiso.
     


2 comentarios:

  1. Muy buena, la entrada, me ha encantado... claro que la cocina y la poesía son dos de mis grandes pasiones. Me vas a permitir que te diga yo un verso también: "Cada día mellor e mellor".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Brandoni. Lo de clavo y Rosalía me pareció muy propio. Me gusta introducir más cosas que las recetas. Cuando viene a cuento contar algo o poner unos versos, me encanta. Un saludo.

      Eliminar