No puedo deciros muy bien qué hice los siguientes días, fueron familiares y tranquilos, con las cosas de siempre, pero el miércoles asistimos a la Procesión del Cristo de los Navegantes. Es tradicional de gentes del mar y nosotros vamos siempre que podemos y estamos en Ferrol. Este año el recorrido fue más corto pues está media ciudad en obras -año de elecciones- pero fue precioso entrar en el Arsenal, ver los barcos, la Sala de Armas, que es lo mejor que tenemos, y volver al Socorro acompañando al Cristo.
Siempre terminamos este día con una reunión familiar que se desarrolla como nos gusta, buena comida y viejas canciones que podemos cantar durante horas. Cuando te gusta cantar, es difícil terminar la jornada. Para esa fiesta preparé una bica de nata. Esta mal que lo diga pero me sale muy rica.
El Jueves Santo lo celebramos con el tradicional cordero asado. Este año lo hice muy parecido pero en el agua de mojarlo, en la primera, incorporé dos dedos de vino blanco. Asé unas hortalizas con la carne, que saqué a la hora, y al final incorporé unas patatitas cocidas al asado, unos veinte minutos, que quedaron exquisitas. No podía faltar, por supuesto, el pan ácimo. Lo malo de estas paletillas de cordero burgalés es que con una no llega para demasiado pero bueno, la disfrutamos. En casa algunos no son muy de cordero. A mí me gusta muchísimo y es el día que me impongo y lo hago. ¡Qué rico estaba!
A partir de la comida del Jueves Santo me tomo la semana de forma más íntima y espiritual. Me gusta vivirla así. Oficios, visita a los monumentos, alguna procesión,... Son días intensos en los que se duerme poco y Ferrol se transforma en una ciudad concurrida y animada. La gente que pasea, los cofrades, las bandas,... Te preguntas cómo puede una localidad cambiar tanto. Esta vez, con el tiempo tan bueno, fue genial. Para todos los gustos.
El Viernes Santo siempre hago el potaje de garbanzos y espinacas. Es una comida tradicional que nos gusta. Es un día para pensar muchas cosas. Por la noche fuimos a la "recogida" en la plaza de Amboage. El Viernes Santo es como si, en cierto modo, se acabara todo. Se acaba, sí, y empieza todo otra vez el Sábado de Gloria.
Y después de tantas cosas, el sábado yo quise comer fuera, al aire libre. Estuvimos en Ares y fue un verdadero descanso.
Lo del brunch, que es una tontada, os lo aconsejo porque para los jóvenes es divertido, no da mucho trabajo -un poco la recogida- y se puede variar muchísimo. Siempre pienso que incluir una tortilla de patatas sería perfecto.
Y como creo que de esto no hay más que decir, sería alargarse en vano, os dejo esta foto de la excursión que hicimos ese mismo domingo a cabo Prior. No hacía sol pero el lugar sigue siendo espectacular: La mar océana en toda su extensión. Qué belleza.
No puedo poneros fotos de las procesiones porque las que hice salieron tan mal que las borré. Mi móvil no sirve para hacer fotos al atardecer y menos aún de noche. Así pues me despido. Ya he vuelto a la rutina y ahora tengo que pensar en aligerar la dieta para el verano. La primavera es lo que tiene: una dosis de realismo. Nos vemos pronto amigos. Bicos.
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