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jueves, 11 de octubre de 2018

Vacaciones en Roma


   Pues sí, después de mucho tiempo deseándolo, por fin he conocido Roma. Me parecía que no iba a llegar nunca la oportunidad y llegó. Estuve allí seis días completos en muy buena compañía. No sé muy bien cómo contaros este viaje. Todos conocemos mil imágenes de Roma, todos tenemos una idea más o menos de cómo será la ciudad... Os puedo decir que la realidad supera la ficción por completo. Cuando vas llegando, tras dejar el aeropuerto, te encuentras una pirámide, las termas, el Coliseo,... Desde todos lados se ve el monumento a Víctor Manuel II (es como la torre Eiffel en París). Todo lo que aparece ante los ojos te enamora y no se puede descansar un minuto pues no da tiempo a verlo todo de ninguna manera. 



   El Coliseo merece una mención especial. Es fascinante. Tenía un aforo de más de 50.000 espectadores. Me pareció impresionante. es verdad que ha perdido parte de su belleza, estaba cubierto de mármol travertino que aún puede verse en algunas partes, pero no deja de emocionar. Si piensas cuantas personas perdieron allí la vida, no puedes dejar de recordarlo, los sentimientos que tienes son contradictorios. Por un lado fascina y, a la vez, es algo terrible. Cuando vi la Cruz, recordé también a Juan Pablo II, el Papa de mi juventud y todos aquellos Vía Crucis que vi los Viernes Santos. La Roma Imperial y la Roma Cristiana van muchas veces juntas.  

                                   

   Entre las muchísimas iglesias que visitamos está San Pablo Extramuros. Como su nombre indica, está fuera de la ciudad. Allí fue enterrado San Pablo. La edificó Constantino, fue saqueada y posteriormente reconstruida. Fue muchos años la iglesia más grande de Roma. La que podemos ver hoy fue reconstruida, otra vez, en el siglo XIX, tras sufrir un incendio. Aunque no es tan antigua como otras que hemos visto, el interior es muy impresionante con su galería de Papas. 



   Una de las cosas que más me fascinó fue el foro. En toda Roma podemos ver cipreses, adelfas y pinos mansos -creo que es su nombre-, como los que veis en la foto de abajo. Forman parte de la fisonomía de la ciudad y la embellecen. Ver el foro: los arcos, las columnas, los diferentes edificios,... te hace pensar que los romanos lo inventaron casi todo. Es absolutamente asombroso ver cómo se parecen nuestras iglesias a sus templos y basílicas. 



   Otra foto del foro que, creo, quedó bastante bonita y nos da una idea de su grandeza.


   Una tarde la pasamos en el Trastevere, cruzando el Tíber. Es un barrio precioso, un poco bohemio, con muchas iglesias preciosas y rincones encantadores. Allí cenamos en un ristorante algo pintoresco. Todas las casas tienen los tonos que podéis ver en la foto inferior y el barrio no puede ser más bonito. Destacan muchas iglesias, entre ellas Sta. María in Trastevere, que es de las más antiguas y es bellísima. Al igual que Santa María la Mayor, tiene un toque bizantino, con los mosaicos en el ábside, y tiene un suelo también precioso. Es digna de detenerse un momento a verla. 



   Uno de los días lo dedicamos al Vaticano. De entre las fotos que hice, con el móvil, he escogido esta porque se ve la columnata de Bernini y los pinos de los que ya os hablé. Las fotos de interior no me quedaron muy bonitas. La plaza es inconmensurable. Inmensa. Puede gustar más o menos el interior de San Pedro, el baldaquino,... Es todo tan grandioso que te quedas sin palabras. Las imágenes son de mármol blanco. En Roma no vi muchas tallas policromadas. Es algo totalmente diferente de lo que solemos ver aquí. Me gustó mucho la Piedad de Miguel Ángel pero no la pude ver de cerca. El Museo Vaticano... Pues es tan inmenso que no lo puedes asumir, vas viendo obras de arte y piensas al final... ¡tengo los pies destrozados! Os digo que es inabarcable en un día.



   Desde San Pedro nos dirigimos al Castillo de San Angelo, es realmente bonito. Las vistas sobre el río al caer la tarde y la piedra anaranjada que brilla con la luz del ocaso. Fue una de las cosas más bonitas. El puente que cruza el río hacia el centro está adornado con diez ángeles de Bernini. Y bueno, todo el entorno es precioso. No os he comentado que vi la Capilla Sixtina. Me impresionó muchísimo pero había tanta gente que era un poco agobiante. Eso puedo deciros de este viaje... Estaba como San Lúcar en verano. Vas viendo las cosas con tanta gente alrededor que, por fuerza, pierden un poco de encanto.  


   Continuando con la zona, como veis es muy bonita. Era un atardecer divino y daba gusto pasear al aire libre. Olvidando el dolor de pies, claro. Es muy típico en Roma tomarse un helado. Yo no soy muy heladera pero me tomé dos. Uno en el Trastevere y otro en la escalinata de la Plaza de España. Gregory Peck no apareció pero el helado estaba delicioso. En la foto siguiente podéis ver el castillo desde el otro lado del río. Es un paseo muy recomendable. 



   Una cosa que me encantó de Roma fue la arquitectura. Las casas, insulae, son preciosas. Todas tienen contras -te lleva a pensar qué feas son las persianas- y pequeños frontones sobre las ventanas. El piso principal y el bajo suelen ser de sillares almohadillados. Vamos, que es todo muy palaciego y resulta muy elegante. Además los tonos son siempre cálidos. Es una ciudad divina. 



   Subiendo la escalinata de la Plaza de España, Nos encontramos con estas maravillosas vistas de la ciudad. Muchas casas tienen azoteas ajardinadas y debe de ser delicioso pasar tiempo en ellas cuando hace buen tiempo. Hay varios sitios en Roma desde donde disfrutar bellas vistas, por eso es la ciudad de las siete colinas. Este es uno de los ejemplos. 

   No podía faltar de mi reportarje el Panteón. Es uno de los lugares que más me impactó. Pasó de Panteón -todos los dioses- a Iglesia en el 608 cuando el emperador Phocas se lo donó a Bonifacio IV. Esto hizo que se conservase afortunadamente casi inalterado. Si pensamos que se hizo entre 118 y 125 d.C... No deja de ser asombroso. Su óculo, que es abierto, no hay cristal, deja pasar el sol y la lluvia. De él habló Cervantes en el Quijote. No me extraña porque es un edificio totalmente fabuloso. Allí descansan los reyes de Italia, que son pocos, y Rafael.


   Voy terminando... No os he hablado apenas de Santa María la Mayor, que es una iglesia maravillosa donde oímos misa el domingo. De verdad que sentí una gran emoción a pesar de que no entendí casi nada. Estaba cerca de nuestro alojamiento pero, desgraciadamente, las fotos que hice no me salieron muy bien. La foto de abajo, muestra el crucero de San Juan Letran, también "en nuestro barrio". Es otra iglesia magnífica que vale la pena visitar.  



   Quedan cientos de cosas por contar, la belleza de las plazas y las fuentes, entre las que destacaría la plaza Navona o la fontana de Trevi, ambas llenas de gente a rebosar. Vi tantas iglesias que no sabría deciros con cuál me quedo; me acerqué a la boca de la verdad; vi las tiendas carísimas de la vía Condotti que a mí, realmente, me parecen ciencia-ficción; comí pizza, focaccia, pasta; bebí birra,... Todo me pareció riquísimo. Los romanos son gente muy amable. Llevan bastante bien las invasiones de los bárbaros,... Me gustaría contaros cosas que tomé allí, poco a poco, en forma de entradas del blog, de manera que ampliemos un poco el recetario. También os animo a visitar Roma. Yo he tardado largos años y, como hacía mucho que no volaba, me dio un poco de miedo al principio. Si París bien vale una misa, Roma bien vale olvidarse del miedo a los aviones. A mí me ha compensado con creces y pienso volver -dejé una moneda en la fontana-. El único consejo que me atrevo a daros es que llevéis calzado cómodo. Lo demás, es dejarse llevar por las calles que, allá donde vayas, encuentras belleza. Ya os iré contando más. Buenas tardes a todos y feliz día del Pilar.

2 comentarios:

  1. No suelo leer guías de viaje, pero esta sí, es interesante y ¿cómo decirlo?, dulce y acogedora. Entre que la economía familiar no da para viajes y entre que huyo siempre de la masificación, soy reacio al viaje turístico a los sitios clásicos pero esta reseña anima a viajar a Roma. Eso sí, iré sin tacones, ja,ja..
    Saludos

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    1. Gracias José María. No creas que llevé tacones. Estábamos tantas horas caminando que mis pobres pies sufrieron mucho. Deben de ser mi talón de Aquiles. No dejes de ir a Roma. Es absolutamente fabulosa. Un abrazo.

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