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viernes, 3 de enero de 2014

Menú del dos de enero



     El día dos de enero, ayer, me sentía todavía empachada de la cena de Fin de Año. Los años no perdonan. Así que, como tenía caldo limpio y sólo comíamos tres en casa, hice una sopita de tapioca con un chorrito de jerez. Muy suavecita. De segundo, hice unas tortillas francesas con jamón y ajos tiernos, acompañadas con unos pimientos asados y aliñados. Doré antes los ajos tiernos picaditos en una cucharada de aceite. Batidos los huevos, les añadí los ajos tiernos, un poco de jamón picado y poca sal. Hacer bien una tortilla francesa es sólo cuestión de práctica. Una buena sartén, que no pegue, es una gran ayuda. Mi madre las hace perfectas pero es que ha hecho miles, creo yo. Cuando yo era niña, una tortilla francesa era la cena más común. Jugosa o pasadita. La pregunta era: ¿Cómo quieres el huevo?, porque se podía elegir entre tortilla, huevo frito o huevo revuelto. Hoy en día, nos parece raro. Mis hijos toman huevos, claro, pero se hacen un bocata y le añaden: queso, bacon o salchichas, ensalada, alguna salsa,... Son bocadillos "a lo bestia".
   
  Respecto al menú frugal, cuando llegó mi marido de trabajar y vio la sopita y las tortillas me miró como pensando que había hecho la cena en vez de la comida. Pero bueno, como decía Carmen: "Si se quedan con hambre que tomen pan".

 Lo cierto es que "antiguamente" éramos más frugales, más austeros, y creo que era mejor para todo. Pues aquí os dejo este menú tan sencillo, sano y digestivo. Otro día hablaré de nuestras meriendas: el pan con queso y membrillo, con una onza de chocolate, o con mantequilla y azúcar. Hoy vemos niños con un bocadillo, un yogur y un zumo... Nada menos. En fin, aquellos tiempos han vuelto, desgraciadamente. 


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