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martes, 15 de octubre de 2024

Dorada al horno con un toque diferente


   En casa les encanta el pescado. Nos gusta a todos. Es verdad que sale más caro y, a mí en particular, me da un poco más de pereza hacerlo. Por eso, muchos sábados lo preparamos, es un día de menos prisas y estamos casi todos. Estas doradas de piscifactoría nos encantan. A veces compramos lubinas o ponemos variado. Son de ración y cada uno se toma la suya. A mí me gusta un poco más la dorada pero es totalmente opinable. Como casi todo. 



   Lo que hacemos, como siempre es preparar la cama del pescado. En vez de cebolla y patatas, vamos a poner alguna cosa más: Patatas, cebolla, un pimiento verde, un diente de ajo, una cucharilla de pimentón de la Vera, sal, aceite y vino blanco, por supuesto. 

   Las patatas como siempre, las pelo, las corto y las hago en la freidora sin dorarlas en exceso. Ligeramente. Aquí, el tipo de patata influye mucho. Y el horno. En el mío no se inmutan, es difícil quemarlas. 

   En una sartén con aceite doro la cebolla y el pimiento cortados en tiras. A medio dorar, incorporo el diente de ajo en láminas, que se haga ligeramente. Apago el fuego y añado la cucharilla escasa de pimentón. Es un toque rico, no creáis que es demasiado diferente. Esto se sala, claro.

   Preparamos el lecho de los pescados como siempre; primero las patatas fritas ligeramente saladas, después las hortalizas doradas,... Podemos poner tomate que es un clásico de estos asados. Últimamente lo cortamos en ruedas gruesas y lo ponemos en crudo. Si son muy grandes, en mitades les cuesta hacerse. Colocamos el pescado, salado por dentro y por fuera. Sobre la mezcla de hortalizas vertemos un chorretón de vino blanco. Yo no soy de mojar demasiado la cama de patatas pero eso va en gustos. 



   En casa de mis padres había la costumbre de poner pan rallado sobre la piel del pescado. Yo lo hago pero, la verdad, no la tomo. No es raro que tenga alguna escama, lo cual me desagrada mucho. Me estoy acordando que de joven repasaba bien que no tuviera escamas la piel... Y, en cuanto a poner o no limón, pues hay versiones. Dicen que se ponía para disimular si el pescado estaba pasado, poco fresco. Yo a veces lo pongo y otras veces no. En todo caso, no me gusta que sepa mucho a limón. 


   El horno bien caliente, unos 220º, y metemos el pescado alrededor de doce minutos. Podría ser un poco más pero son pequeños. A lo mejor en un horno magnífico se hacer antes. Eso lo veis según sea el horno. 

   Y aquí el pescadito limpio, debe estar cocinado pero jugoso. Si hay una cosa desagradable en esta vida es el pescado seco por exceso de cocción. Queda muy rico y no es un cambio grande respecto al otro que hago clásico, sin pimiento ni ajo, sin pimentón. Me encanta también pero, si lo hacéis con frecuencia, os puede gustar variar. 

   El pescado es sano, muy aconsejable siempre. Yo, cuanto más vieja, más me gusta. También es cierto que, si dudo, pido carne o pollo siempre. El pescado me gusta tomarlo muy bien cocinado. Os animo a hacerlo por fácil. En casa lo cocinan todos, mi marido, mis hijos, no es un plato complicado. Me alegro de estar de vuelta en el blog. Tengo la vida muy entretenida y me cuesta más escribir pero, aquí estamos. Os mando a todos mi cariño. Bicos.

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