Translate

martes, 12 de mayo de 2020

Dos meses de mi vida


   Por fin de vuelta. Me van pasando los días sin escribir y me da rabia. Hago muchas y variadas cosas todos los días, incluso perder el tiempo. Sin embargo, encender el ordenador es algo que ha quedado en el recuerdo. Hubo años en que pasaba largas horas escribiendo o buscando cosas. Ahora me da mucha más pereza y uso el móvil casi para todo. Antes de nada, ¿cómo os va? Nosotros estamos bastante bien a pesar del confinamiento y las separaciones. Lo que ahora llaman distancia social que no es otra cosa que distancia. Esa misma distancia que cantaba Roberto Carlos. Pero bueno, han llegado los paseítos y ya he podido ver a algunos de los seres queridos a los que tanto echaba de menos. En este sentido, vamos mejor. En otros, pues viviendo día a día, sin saber qué nos depara el futuro. Como todos. 

   Como este es un blog gastronómico, o pretende serlo, os voy a contar algunas de las cosas que he hecho. Más que nada por haceros un rato de compañía. Lo primero el bizcocho de yogur con anís, que ya está en el blog y quedó, no es por nada, divino. Le puse dos cucharadas de semillas de amapola. No sé decir si saben o no saben pero quedan muy monas. También alguna vez las pongo en los bollitos que hago. Son cosas que están de moda, creo yo, pero ya buscaré si tienen alguna propiedad interesante para contaros.


   El bizcocho quedó con un color precioso. Os recuerdo que a este cake le pongo una parte de harina de maíz amarilla y dos de trigo. Por eso tiene ese color tan bonito. No le voy a hacer más publicidad pero es verdad que queda muy bien con estas pequeñas variaciones. 



   En uno de nuestros paseos fuimos Pedro y yo al Baluarte de Canido a ver la puesta del sol. Estaba precioso y, además, después de tanto encierro, salir a pasear, ver el mar, ver cualquier cosa... es realmente agradable. Estos paseos tienen como añadido que te encuentras muchas veces con amigos y conocidos, Ferrol no es muy grande, y te llevas unas alegrías estupendas.



   Algunas veces intentamos comer con un poco de cordura. En la foto superior podéis ver unas pechugas a las finas hierbas que estaban muy ricas con una ensalada de calabacín y zanahoria, y unos bollos que me quedaron muy bien. Estoy mezclando harina normal y de fuerza y se nota mucho en la miga. Como dice Johnny: soy agitadora de masas. De toda la vida.


   En otra ocasión el pater familiae nos hizo unos chipirones dorados con cebolla, ajo y perejil que estaban riquísimos. Tenemos unas ganas de chipirones que en cuanto abran los bares vamos a salir corriendo. La ensalada la hice yo: lombarda, cebolla roja y zanahoria rallada. También pusimos patatas y batatas fritas. A Pedro y a mí nos chiflan las batatas fritas con ese toque de dulzura. 



   Y otro poke un poco diferente. La presentación, con aro de tarta, creo que ya os la comenté. A parte de esto, lleva sardinas ahumadas que compramos en Mercadona y quedó muy rico. Tanto las sardinas ahumadas como las anchoadas están muy buenas. Os aconsejo probarlas.


   Y otra ensaladita: Endivias con queso La Peral y nueces, con un chorrito de aceite y sal. Son un aperitivo estupendo e incluso se pueden tomar con dos dedos. No mojándolas mucho, claro. Estábamos hartos de "verde" y hemos variado un poco con la lombarda y las endivias. Me estoy acordando de aquellos famosos versos de Fray Luis de León: 
  
Aquí la endivia y mentira
Me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
Del sabio que se retira
De aqueste mundo malvado
(...)

   Ahora que lo pienso... Creo que no era la endivia. En fin, una oda "A la salida de la cárcel", es de lo más propia para estos tiempos de confinamiento que vivimos.




   Contaros que también he hecho alguno de mis arroces en sartén, para tres gatos, que hago cuando me sobra carne de algún asado y me quedan, la verdad, de rechupete. Son comidas de aprovechamiento que hago en media hora y que no mancho apenas. Lo que es la sartén. Ya sabéis que soy tacaña y no tiro nunca nada.


   Termino con estas rosas que fotografié un atardecer y que me parecen esplendorosas y esperanzadoras. Creo que vamos volviendo todos a una cierta normalidad. Salimos a comprar con menos miedo, damos un paseo algunas tardes, nos dejan ir a misa, ver a la familia de pocos en pocos,... y parece que lo peor ya ha pasado. Ojalá sea así. No sé si este verano habrá playa y hasta dudo si me importa mucho después de todo lo vivido estos dos últimos  meses, de lo que está por venir. Yo tengo la esperanza de que salgamos adelante, poco a poco y con esfuerzo. Eso sin dudar. 

   Tengo ganas de estar con los míos, de ver muchas puestas de sol y de no tener miedo de que alguien me estornude encima. Todo pasará, así lo espero. Como digo siempre, ¡ánimo con todo! Recuerdo aquella oración tan bonita que bien podríamos aplicar a estos días:


Señor, dame serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para distinguir unas de otras. 

   Nos vemos por aquí en unos días. Cuidaos mucho.


 Que no se me olvide contaros que estos días he terminado Diario de un cura rural, que me ha encantado. Es una novela muy triste de Georges Bernanos pero tiene unos diálogos divinos. De tipo teológico, claro, pero interesantísimos. Me gustó mucho leerla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario