Abro este blog animada por mis amigas para compartir mi afición por la cocina y la buena mesa. Las recetas son fáciles y asequibles para todos. Muchas veces al gusto de mis hijos y siempre hechas con mucha ilusión. Espero que os gusten.
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sábado, 21 de marzo de 2020
El lado bueno de las cosas
Si os digo la verdad, no me parece fácil encontrar el lado bueno de esta situación. Quiero decir que es tan grave lo que está pasando que siento un profundo cabreo y pienso en los responsables de que esto haya ido tan lejos. Con todo, la función de este blog no es hacer crítica política ni de ningún tipo, así pues... Me voy a limitar a intentar ver el lado bueno de las cosas, o al menos de algunas cosas. ¿Cómo os va? Nosotros, en Ferrol, de momento no nos podemos quejar. No es como en otros sitios. Todos estamos en nuestras casas y pasamos el tiempo como mejor podemos entre aplausos, caceroladas y demás actos sociales.
Afortunadamente, las amas de casa siempre tenemos cosas que hacer. ¿Os podéis creer que tengo una montaña de plancha a la espera? Es que no me apetece nada por más tiempo libre que tenga. Eso sí, voy limpiando un poco, cocinando algo, lavando ropa,... En fin, esas cosas que solemos hacer en automático y que a nadie le importan hasta que no las hacemos.
Una de estas tardes preparamos Pedro y yo muffins de chocolate. Era un poco la ansiedad de hacer algo diferente y, de paso, tomar algo rico. La verdad es que después de tantos días, apetecía alguna canfurnada. Fuimos comiendo durante la semana lo que había, consumiendo primero lo fresco, lógicamente, y siguiendo con la comida envasada o congelada. Hasta un día hice un aperitivo: plátano frito con una salsita de atún de esas que se hace batiendo:
Una latita de atún
Dos quesitos en porciones
Dos cucharadas de mayonesa
Es una cosa rica y tan sencilla de hacer que nos apeteció para acompañar un plato único.
El domingo pasado, por ejemplo, hice unos solomillos a la plancha también con plátano, y un arroz vegetal con una salsa de pollo que quedaba en la nevera. Vegetales eran los tropezones. Y bueno, saqué la vajilla de fiesta para que se notara que era un día distinto. El día del Señor. Así vamos haciendo pequeños saltos en la rutina. La comida estaba riquísima.
Lo del plátano a lo mejor os llama la atención pero cuando hicimos nuestra primera compra, no quedaban patatas.
Según avanzaba la semana, empezamos a comer más sencillo. Eso sí, con una copita de vino. Los macarrones cacio e peppe y unas salchichas a la plancha. De esas cosas que no se estropean en días. También se nos terminó la fruta.
Me parece a mí que vivimos como si estuviéramos navegando en un pequeño barco cuya tripulación sabe que en los puertos uno puede abastecerse pero corre el peligro de encontrar piratas. Es una sensación de inquietud que nunca pensamos vivir. Hoy tocó aprovisionarse, con muchas precauciones y ¡por fin! tomamos pescado y hortalizas frescas, salmón a la espalda y espinacas con béchamel. Lo mejor, pan con la comida y postre. Por primera vez en mi vida he sentido lo que es que te falten ciertas cosas, que siendo sustituibles, no tienen tanta importancia. Es la verdad. Me pareció un festín. Es un momento en el que piensas cómo vivían los antiguos marinos las largas navegaciones.
Y otra vez estamos dispuestos a estirar nuestros víveres lo más posible, a hacer pan cuando sea necesario y a dar gracias a Dios por estar sanos. Lo que me cuesta más es no estar cerca de todos mis seres queridos. No poder abrazarlos aunque hablamos casi todos los días y nos vemos con las modernidades que todos tenemos. La tecnología es un milagro. Al menos para mí que soy de letras.
¿Qué más deciros? Sigo con mi novela gótica y con mis aficiones. También veo alguna película y noticias algo pero intentando no agobiarme demasiado. Echo de menos la calle y el aire libre, la felicidad de un café con las amigas, un paseo junto al mar... que pensábamos que siempre iba a ser posible pues sigue donde siempre ha estado. Otra cosa a la que dedico un tiempo es a comprobar los mensajes, leerlos y borrar cientos de fotos y vídeos que recibo cada día, los recibimos todos, y que hacen que mi viejo móvil me avise cada poco de que no puede más... Pobrecito esta saturado.
Creo que no me queda mucho por decir. Mi próximo libro será, creo, Una habitación con vistas, de E.M. Foster, porque a la ventana sí que me asomo y hemos tenido algunos días soleados. Ha habido de todo. Me han dicho que es una novela muy bonita. La película la he visto pero siempre me quedo con los libros.
El lunes seguiré con la limpieza primaveral -springcleaning- y cuando acabe, quizás haga una pira de las cosas que nos sobran. Es una idea que no creo que me dejen llevar a cabo. Bromas aparte, nunca creí que se pudieran juntar tantas cosas en una vida. Porque treinta años son toda una vida.
Y entonces, ¿cuál es el lado bueno de las cosas? En nuestro caso es que estamos bien, que tenemos lo más necesario y podemos comunicarnos. Rezo para que no cambie esto, y que cuando cambie, sea sólo para mejor. Os animo a estar lo más activos posible. ¿A cocinar? ¿Por qué no? Siempre teniendo en cuenta que nos estamos moviendo menos y debemos cuidar no comer a lo loco y por aburrimiento o ansiedad. Y no salgáis salvo que sea absolutamente necesario. Os pareceré exagerada pero cuando menos nos movamos de casa, mejor. Vuelvo a dar las gracias a todos los que hacen posible que no nos falte de nada y a los que cuidan de nuestra salud y de los miles de enfermos. Os tengo a todos en mis oraciones. Bicos.
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