Quería contaros este viajecito que hemos hecho hace unos días. Por motivos familiares teníamos que desplazarnos a San Fernando, la antigua Isla de León. Decidimos tomar la Ruta de la Plata, que tanto nos gusta, y hacer noche en Béjar. Nos quedaba a medio camino, provincia de Salamanca, y era una localidad que no conocíamos. Nos sorprendió gratamente. Es un lugar francamente bonito. Me llamó la atención que casi todas las casas tienen balcones y, muchas, galerías. En la plaza Mayor, nos acercamos a ver el palacio de los duques de Béjar, que nació como castillo y hoy es instituto. Es el edificio que veis al fondo y que solo pudimos contemplar por fuera porque ya era tarde. Además en la misma plaza cenamos embutidos de la zona -impresionantes- y unas patatas revolconas con torreznos que son las mejores que he tomado hasta el día de hoy. Un pueblo verdaderamente bonito. Nos sorprendió también el frío que hacía, ya veis la nieve en la siguiente foto. No íbamos abrigados para esas temperaturas pero bueno, pocas horas pasamos allí. Está, lógicamente, en plena sierra de Béjar y vale la pena pararse a verlo. La Ruta de la Plata la vamos conociendo así a poquitos. En cada viaje una cosa nueva. Es un tesoro, sin duda.
No he podido subir todas las fotos que tenía -cosas del wifi- pero como de Cádiz ya he escrito otras veces en el blog, os pongo la novedad. Por fin hemos podido visitar el teatro romano. Como en Tarragona, está junto al mar. No queda nada del escenario, pero los accesos sí están perfectos. Yo, os digo la verdad, en esas fachadas pintaría un trampantojo que representase el escenario del teatro. Creo que haría un gran efecto. Esta visita es totalmente gratuita y se agradece.
En Cádiz pudimos tomar algo en Casa Manteca y en la barra del Faro. Qué rico todo. También paseamos hasta la Caleta, el parque Genovés, que estaba precioso, y por la alameda de Apodaca. ¿Qué os voy a decir? Soy nativa de Cádiz y me encanta todo. Está siempre lleno de gente y es una ciudad tan llena de mar y de sol que me parece que lo tiene todo. Está lejos de Ferrol, eso sí, pero me encanta.
Deciros que hasta allí fuimos en tranvía desde San Fernando. Ha sido un viaje en el que hemos utilizado todo tipo de transportes y ha sido muy variado. El tranvía muy cómodo, se coge en la misma calle Real. También tuvimos una deliciosa comida familiar en el Puerto de Santa María. Todo maravilloso.
San Fernando nos sorprendió mucho. Lo conocíamos poco y fue un descubrimiento, su callejuelas, las galerías a pie de calle, las fachadas blancas. Las calles llenas, freidurías y todo tipo de locales siempre animados. Nos faltó tiempo pero disfrutamos de familia y amigos. Agradecidos por todo ello.
Y a Madrid nos fuimos en tren. Tuvimos que hacer transbordo en Santa Justa y, por fin, viajé en AVE. Bueno, no da esa sensación de velocidad extrema. Muchísima gente viajando y muy agradable todo. Llegamos a Atocha sobre las siete de la tarde y ¡Qué de gente! Acostumbrada a la pequeña estación de Ferrol me parecía la estación de Atocha la inmensidad. Viajo poco...
Y ya en Madrid, visitando cosas que me faltaban por ver. Nos recibió soleado y bonito, como debe ser. Nos alojamos en el centro y callejeamos hasta la extenuación... Casi. Yo llevaba años queriendo volver a Madrid. Una de las cosas que quería ver era el Palacio Real. Me apetecía conocerlo. Impresiona mucho: Las escaleras, las cámaras, el comedor, la preciosa capilla,... ¡El salón del trono! Son cosas de antes pero no dejan de ser patrimonio de todos y hay mucho arte en las diferentes habitaciones.
Puedes ver además las vajillas, cuberterías, cristalerías,... Y relojes dorados hasta aburrirte. Me encantaron los cuadros de Goya, el retrato de Alfonso XIII y, muy especialmente, el de la reina Victoria Eugenia, pintado por Soto Mayor. Son una belleza el cuadro y la reina. También son de destacar los frescos que podemos observar en las salas, como los de la capilla que vemos en la foto de abajo. No es que yo sea muy "palaciega" pero creo que vale la pena ver todo esto al menos una vez en la vida.
Después de comer tomamos café en la Mallorquina en la puerta del sol. La temperatura era perfecta y también los merengues y la tarta que probamos. De esos momentos que dices: Estoy en la gloria. Por la tarde visitamos el Jardín Botánico. Otra de las cosas que me faltaba. Qué bonito todo. Había iris de todos los colores, un huerto, todo tipo de árboles, la estufa, los rosales,...
Y es curioso porque los rosales, al olerlos, me recuerdan a mi niñez; en general, ningún lugar ni momento determinados. Me decía mi hermana: Claro, antes en todos los jardines había rosales y jugábamos entre ellos. Es verdad, es un aroma de mi infancia por completo. Debía de ser lo que se usaba en los años setenta.
Hasta aquí mi viajecito. Me gustaría haberos enseñado más fotos y describirlo mejor. Yo creo que es un viaje que voy a recordar siempre con cariño. Por bonito y porque, realmente, fuimos recibidos con verdadero mimo y eso no se olvida. Me quedaba contar que también visité por primera vez San Antonio de los Alemanes, San Francisco el Grande, el Real Oratorio del Caballero de gracia.... Emocionante. Era otra cosa que quería hacer. Nada más, viajar sienta bien porque se aprende, se conoce y se comparten vivencias, por mucha pereza que nos dé a veces dejar nuestra casa.
Espero que os haya gustado esta entrada. Bicos.
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