Había prometido a las amigas de facebook subir esta lasagna, muy fácil de hacer, al blog. La cosa es que encontré unas hojas de lasagna frescas, que no necesitan cocción y decidí probarlas. Ya sabéis que cocer la lasagna y los canelones suele ser engorroso: un cacharro más a añadir y, además, muchas veces se pegan entre sí y es una lata. Vi en Froiz estas placas, nuevas para mí, y me faltó tiempo para comprarlas. Ni siquiera salen caras pues dan para una buena fuente de tamaño familiar bien completa.
Como a las placas no hay que hacerles nada, vamos con el relleno de carne y tomate. Para esta fuente grande hemos puesto:
750grs de carne picada
Una cebolla
Un puñado de setas shiitake
Una lata grande de tomate triturado
Aceite, sal y pimienta
Tomillo
Empezamos dorando la cebolla, incorporamos la carne y las setas. Doramos bien, salpimentamos y, por último añadimos el tomate y, si gusta, el tomillo. Podemos poner también una copita de vino. Dejamos hervir al menos 20 minutos para que se haga bien y los sabores se fundan. Si os parece que necesita una cucharada de azúcar, la añadís. Ya sabéis que algunas veces el tomate resulta ácido. Esto es muy sencillo y lo hacéis como os guste. Simplemente.
Mi marido hizo la carne y a mí me tocó hacer la béchamel. Era como un litro y cuarto. Entonces, ponemos más cantidad que para las croquetas:
100grs de harina
Litro y cuarto de leche
aceite o mantequilla
Sal, pimienta y nuez moscada
Unos corazones de espinacas picaditas
Procedemos como siempre. Doramos la harina en el aceite a fuego suave. Incorporamos la leche sin dejar de remover, fuera del fuego, y volvemos al calor para que se espese poco a poco. Si se nos queda algún grumo impertinente, metemos la batidora. Yo, al menos, prefiero que no haya grumos. Salpimentamos y añadimos una pizca de nuez moscada. Dejamos hervir unos 12 minutos, suficiente porque va a ir al horno. En los últimos momentos, ponemos las espinacas que son congeladas y se disuelven enseguida y le dan un tono verde y un sabor muy rico. Que preferís sin espinacas... pues sin ellas. Tiene que quedar una béchamel algo más fina que la de las croquetas.
Vamos montando la lasagna, alternando capas de carne, pasta y béchamel, hasta concluir, arriba del todo, bien llena la fuente, con béchamel y queso. Yo en cada capa de béchamel pongo una buena cantidad de queso fundente porque me gusta así, bien cargadita de queso. La cosa es que quede tierna y sabrosa. El queso, para mi gusto, aporta mucho sabor. Escogéis, claro está, uno que os guste. Hay muchas ofertas para todos los gustos y bolsillos.
Sólo queda llevarla al horno. Si habéis dejado que se enfríe, primero ponéis al horno a una temperatura media para que vaya cogiendo calor por dentro. Al final subimos para que se dore bien. Le lleva lo suyo calentarse, si se ha enfriado, y vale la pena que esté bien caliente. Si la metemos en el horno recién montada, estará más cálida y no le llevará tanto tiempo. Verdades de Pero Gruyo. Bueno, quiero deciros con esto que la toméis bien caliente. Vale la pena.
Al cortar, quedan las capas muy bien definidas y, os digo la verdad, quedó francamente rica y cundió lo suyo. Podríamos hacerla de otras cosas como: bonito, marisco, sobras de cocido, hortalizas,... También podríamos cortar las placas y hacer canelones. En fin, que os animo a hacerla porque es muy sencillo y, una vez hechas la béchamel y la salsa de tomate, no tiene ninguna dificultad. Sé que estoy publicando algo menos porque este año tengo más cosas que hacer y la vida no da para todo, hay que repartirse un poco. Os agradezco infinito que me leáis. A Ferrol ha llegado la primavera, por fin, y el sol y el calor parecen un milagro. Quizás lo sean... Os deseo a todos muy buenos días.
Muchas gracias, mi querida Ana..la Lasagna me encanta, y tal y cómo lo publicas es sencillo y rápido..lo haré...besiños
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por leerme, Sara. Muchos besos.
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