No sé si os pasará a vosotros pero en casa, después de tomar un cocido el domingo, nos encontramos con una cantidad de sobras que mi cocina es una pura reconversión. Hemos hablado del arroz trinchat, de la ropa vieja, de fritos y frituras,... Faltaba poner un pudding de repollo que también a veces hago. Aprovecho tanto las sobras del cocido que cuando se terminan mis hijos dicen: ¡Por fin!
Es verdad, aunque todo es rico, da gusto volver a empezar.
Yo el pudding de repollo lo hago como un puddin cualquiera. Pico el repollo que ha sobrado con unas tijeras. No picadísimo, pero que no haya trozos grandes. A continuación, en un cuenco bato 5-6 huevos, según cuanto repollo quede, y añado la nata (o leche ideal). Todo esto lo mezclo y salpimento. Si ha sobrado un poco de salsa de tomate, se puede añadir, vamos a suponer que es una media taza.
Todo bien mezclado lo ponemos en un molde que hemos engrasado y espolvoreado con pan rallado. En esta ocasión yo he puesto unas patatas cortaditas y parte del chorizo que sobró sobre la mezcla. Conste que no suelo hacerlo pero a mi hijo mayor le encantó el toque de chorizo. Bien, pues llevamos al horno a 180º alrededor de una hora. Ya veis que es un pudding como otro cualquiera.
Sale del horno bien doradito y, lo normal, es que se desmolde bien. Es una cosa bastante sencilla si el molde es de silicona. Es verdad que los moldes metálicos doran de otra forma.
Ahora no dispongo de una foto del pudding entero pero queda la mar de vistoso. Lo acompañamos, como cualquier pudding, con mayonesa para frío y béchamel para caliente. Incluso una salsa de tomate nos podría gustar. Es, claro está, un entrante, pero no deja de ser un plato con fundamento. Hasta aquí esta receta de reciclaje del cocido. Y, como decía Escarlata, mañana será otro día. Buenas tardes a todos y ánimo con los preparativos de las fiestas navideñas.
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