Esta es una salsa bastante distinta de lo que en casa solemos llamar "almejas a la marinera". El principal cambio es que lleva harina en vez de pan rallado. Por lo demás, tampoco es que sea algo tan diferente porque vamos a pochar una cebolla picadita, añadir vino blanco, perejil picadito... El resultado es bastante distinto. Queda una salsa muy fina y de un color amarillo que me parece muy agradable a la vista. Lo más importante es ligarla bien pero no tiene ninguna dificultad.
Ingredientes:
Medio kilo de almejas de calidad
Una cebolla
Una cucharada rasa de harina
Una copa de vino
Aceite, sal y pimienta
Colorante alimentario
Perejil fresco picadito
(Caldo limpio de pescado)
Una vez compradas las almejas, que compensa que sean ricas, las pondremos en agua con sal para que suelten las impurezas. Conste que suelen venir bastante limpitas pero un ratito de remojo no les viene mal.
En una tartera saltearemos la cebolla muy picadita en dos o tres cucharadas de aceite de oliva. Pochada pero de color claro casi transparente. Incorporamos la harina que debe dorarse bien, a fuego suave y sin prisa unos minutos. Ya podemos añadir el vino y el colorante (una pizca). Va a espesar enseguida así que debemos remover continuamente. Es posible que haga falta algo de líquido, en cuyo caso recurriremos a un cucharón de caldo de pescado muy suave; No queremos tapar el sabor de las almejas. Incluso podemos añadir un poco de agua. Suelo decir en estas recetas que salpimentamos muy suavemente. La verdad es que a las almejas no suele hacerles falta sal, ya vienen saladas del mar. Así pues, yo simplemente añado un poco de pimienta negra.
Removiendo nos va a quedar una salsita ligeramente espesa de sabor suave a la que vamos a añadir las almejas escurridas. Las almejas van a soltar agua y van a aligerar la salsa, por eso digo que debe ser algo espesa. Tapamos y dejamos hervir a fuego medio hasta que se abran las almejas. Les lleva unos minutos.
A última hora añadimos, justo antes de servir, el perejil fresco muy picadito. Hay una opción que también es interesante y es cambiar la pimienta por pimentón picante -una cucharilla- que le dará a la salsa color y un toque de picor. En caso de usar pimentón ya no ponemos colorante, claro. Esto es siempre cuestión de gustos. Yo las he hecho de las dos maneras y me gustan las dos.
También podemos poner un par de ajos picaditos con la cebolla, cuidando bien que no se doren de más, al principio. Yo, como suelo hacer arroz en blanco con ajito, ya no los pongo pero no les va nada mal tampoco. Es otro toque distinto.
Esta salsa amarilla la he utilizado ya otras veces en el blog, para guisar merluza o, variando con ajo y limón, para asar unas zamburiñas. Es algo muy sencillo de hacer y queda muy bonita y brillante, además de rica. Podríamos hacerla con azafrán, que es delicioso, pero teniendo en cuenta el sabor que aporta. Quiero decir que el colorante no sabe a nada... Es un adorno. Nada más que añadir, creo. En casa hay quien prefiere la salsa marinera clásica y otros esta. A mí, simplemente me gusta variar. Os animo a probarlas así porque quedan realmente finas y delicadas. Buenas tardes a todos y gracias por seguirme una vez más.
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