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viernes, 4 de octubre de 2019

Plasencia, Cádiz y tres membrillos del Bierzo


   Mucho tiempo sin escribir, lo sé, pero es que, entre otras muchas cosas, he estado de viaje. He ido a Cádiz, ni más ni menos, a través de la Vía de la Plata. Ha sido un viaje familiar muy bonito y caluroso. Os voy a contar un poco porque ha sido muy interesante. 

   Aparte de que paramos en Zamora para comer, nuestro siguiente destino era Plasencia. Me hacía mucha ilusión conocer esta ciudad porque, como les iba contando en el coche, había leído la novela El alma de la ciudad, de Sánchez Adalid, y me había gustado mucho. Su fundación en tiempos de Alfonso VIII, en plena Reconquista, la descripción de su belleza, por algo se llama Plasencia, y la trama de la novela que tiene que ver con el Sagrado Mantel de Coria,... No os cuento más por si os entran ganas leerla pero era una visita que me apetecía. Pues bueno, me encontré con una ciudad preciosa. La Plaza Mayor es animadísima, con mezcla de estilos, desde el ayuntamiento con su torre del reloj hasta edificaciones más modernas y pintorescas. En la ciudad hay numerosos palacios y preciosas iglesias. No pudimos ver mucho. Una de las cosas curiosas es "las Catedrales", así en plural, porque son dos edificios en uno. Sobre la catedral del siglo XIII, se comienza otra en el siglo XVI. Se puede visitar pero no dejan hacer fotos en el interior. Las dos partes son preciosas y muy interesantes. Vale la pena la visita. En la foto superior, podéis verme a mí a la salida de las catedrales haciendo una foto del entorno (es primera vez que salgo en el blog).



   La Casa de las Dos Torres es de las más antiguas de la ciudad. Está muy retocada y actualmente sólo queda una de las torres. Perteneció a la familia Monroy, que conocemos bien los que hemos leído la obra de Sánchez Adalid. Luis María Monroy es el protagonista de la trilogía que comienza con El Cautivo. Si os gusta la novela histórica, os aconsejo su lectura. 



   Seguimos paseando por el casco antiguo hasta el Parador. Es el más bonito que he visto nunca. Un antiguo convento del siglo XV. Imaginaos mi sorpresa al entrar en la preciosa sala capitular y ver al autor extremeño del que os he hablado dando una charla. Fue un momento increíble. Qué casualidad tan asombrosa y emocionante. 

   En la Plaza Mayor tomamos en El Español unos pinchos deliciosos con unas cañas. Me llamaron la atención los callos -sin garbanzos- y unos higaditos riquísimos. Todo suculento y espectacular. Allí a donde voy, me gusta probar las especialidades.



   la siguiente etapa de nuestro viaje era Cádiz. Empezamos nuestra visita en la Plaza de San Antonio. Es un buen sitio para dejar el coche y empezar a callejear. Nos dirigimos a la Casa Manteca. Allí tomamos un aperitivo. Una de las cosas fue queso con mermelada de trigueros. Os digo que estaba delicioso y había un ambiente bárbaro. Después seguimos hasta El Faro. Comimos en la barra diferentes cosas: Tortillitas de camarones, patatas aliñadas y unos molletes rellenos de ortiguillas con mantequilla que quitaban el "sentío". Qué cosa tan delicada. Eso sí, estaba como San Lúcar en verano: "quítate tú pa ponerme yo". Mi marido dice que podría vivir en la barra del Faro.


   Seguimos nuestro paseo hasta la Caleta. Hacía un día tan divino... Esta luz de Cádiz, mi Cai, es maravillosa. Viniendo del norte es resplandeciente. También fuimos a la Catedral Nueva. No pudimos verla por dentro porque teníamos poco tiempo... Otra vez será. Total, Cádiz y Ferrol están muy cerca.



   De los más bonito de Cádiz son sus callejuelas, con sus patios, sus galerías, sus balcones. Corría una brisa fresca y se caminaba a gusto. Ya se sabe: "Cai se bebe el sol que hay en la brisa marinera..."


   Y en la Plaza de Mina vimos unos hibiscos en flor tan impresionantes que no pude evitar fotografiarlos. Son todo fotos de móvil pero os hacéis una idea.



   Para culminar nuestro paseo fuimos a la Alameda de Apodaca. Es un entorno tan bonito junto al mar que no se puede dejar de ir. Impresionante el tamaño de los ficus centenarios procedentes de Australia. Inolvidables las farolas. La alameda es un increíble mirador sobre la bahía. 



   
   Es un resumen bastante imperfecto de nuestro viaje relámpago que tenía motivos familiares que no vienen al caso, pero os dejo aquí nuestro recorrido por estas dos bonitas ciudades españolas. Es curioso porque cruzamos el Duero en Zamora, el Tajo, El Guadiana a la altura de Mérida y el Guadalquivir en Sevilla. Incluso el Guadalete, de tan triste recuerdo.Vimos miles de encinas en Extremadura y campos de algodón en Sevilla. Yo me fijo bastante en el paisaje cuando voy en coche, los ríos, las sierras, los castillos. Es apasionante porque entiendes mejor la historia cuando paseas por la geografía. Por otra parte el viaje de vuelta fue tan caluroso, alrededor de 30º casi todo el tiempo, que resultó algo agobiante. ¿Queda algo por contar? Seguro que sí pero no lo recuerdo ahora. En el Bierzo pedimos permiso para coger unos membrillos pues estaban los árboles cargados de fruto. Cosas de las blogueras cuando viajan...


   Pues aquí queda esta entrada algo laboriosa. Tengo pendiente hacer el dulce de membrillo y la semana que viene os contaré una mermelada de tomate que hice que me quedó exquisita. Sí, está mal que lo diga pero todos estuvimos de acuerdo. Me despido por ahora. Gracias por leerme a todos. Bicos.

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