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miércoles, 18 de enero de 2023

Resumen de la Navidad 2022-2023


   Realmente he pensado que no me iba a sentar a contaros esto. Van pasando los días y cada vez parece que viene menos a cuento. ¿Qué hice estas Navidades? Eso mismo me pregunto yo. La verdad, algo muy parecido a todas las anteriores. Algunas fiestas las he celebrado con mi madre y hermanos y otras en casa, que son las que os cuento. Me gusta contarlo, escribirlo, porque yo mismo lo leo antes de los preparativos y compras de Navidad. Lo hablo con Johnny y los niños y decidimos. Los niños son mis hijos, claro.



   Siempre estamos de acuerdo en una cosa: Queremos vieiras. Este año estaban más caras pero no pudimos dejar de tomarlas. Hechas como ya sabéis. Últimamente he variado que ya no doro ni el jamón ni el perejil, que los pongo directamente sobre la vieira con unas gotas de buen aceite de oliva y una pizca de sal. Estuvimos todos de acuerdo en que estaban divinas. Creo que era su forma de ser. 



   El vino que usé para las vieiras, en la primera foto, Casal de Amón, lo encontramos tan rico que repetimos en Fin de Año, a pesar de que no es precisamente barato. Os comento que las vieiras las encargamos en Gadis y en Froiz, según el día, y eran de Cambados, frescas y limpias. Me parecen muy cómodas y ricas. No sé si se pueden encargar en otra época del año pero sería un puntazo que sí. 



   El consomé lo preparó Johnny y le quedó exquisito. Siempre nos gusta tomar un poco. Es de esas cosas un poco latosas por la cacharrada y las sobras pero nos encanta. 



   Preparamos también gambones al horno, los hizo mi hijo mayor, y quedaron buenísimos. Nos pasa en Navidad que siempre estamos un poco empachados de la Nochebuena materna y no comemos mucho. 



   Mi marido tiene miedo de que pasemos hambre y compró unos entrecots que tomamos el día 26, si no recuerdo mal, con un consomé de entrante. 




   Y volví a preparar el pastelón de pollo estilo moruno. Quedó espectacular, no debo decirlo yo pero bueno,... La masa era Buitoni y reconozco que estaba mucho más fina que la de marca blanca de otros años. La aconsejo completamente.



   No pudimos catarlo frío porque nos lo tomamos todo al mediodía. Es que quedó bárbaro. En el relleno puse, además de lo de siempre -ya me atreví con el agua de azahar- un poco de un curry que tengo que no sabe mucho a curry sino a ¿canela y anís? No sé, estaba genial. Exótico sin exagerar y muy fino. Siempre digo que tendría que hacerlo más veces al año.



   No faltó alguna que otra de mis tortillas de los viernes. Con alguna variación. Voy haciendo bastantes y quedan cada vez más ricas. Influye mucho, claro, la calidad de las patatas y los huevos pero estoy muy contenta con el resultado. 



   Y llegamos a Año Nuevo, que fue la fiesta grande de casa. Por fin todos y por fin la pularda. ¿Qué queréis que os diga? Me esmeré tanto que casi me desilusionó el resultado. Había también coles de Bruselas con jamoncito, que le encantan a Johnny. Pienso que a veces queremos hacer demasiadas cosas y llegamos sin hambre al plato principal. Con la mesa me pasó un poco lo mismo, cubertería nueva pero no me quedó tan mona como quería. Quizás cansancio...



   Y aquí dos primeros plano de la pularda con sus acompañamientos. 



   Ya sabéis que los postres navideños los compramos. Lo que más nos gusta son los pasteles de yema y gloria, el pan de Cádiz, los polvorones del Toro (de la Vega) y alguna cosilla más. No nos complicamos mucho pero yo me forro con los pasteles. No sabéis cómo me gustan.



   Un día, tenía un montón de ternera cocida en la nevera y me puse a hacer croquetas. Estaba tan cansada que yo misma pensaba en el poco sentido -común- que tengo. Pero de todo se sale.



   Por fin llegó el Día de Reyes y nos invitaron a un brunch riquísimo. Ya sabéis que es un desayuno-comida. A mí me tocaba hacer el roscón, conste que me ofrecí. Hice la masa temprano y la mandé a la nevera toda la noche, como hago siempre. La nevera es nueva, más intrépida, y la masa salió como entró, sin levar. Me entró pánico. Porque el mío era el único roscón que había. Lo que hice fue darle forma e irme a Misa. No por el levado, sino porque era festivo. La cuestión es que el horno arregló todo. Subió y quedó tierno y rico. Le puse poca fruta pero el año que viene le pondré más, resulta que ahora sí les gusta. Es así la vida. La receta es la del año 2016. No me puedo quejar del resultado.



   Como veis en la foto, subió bastante. Menos mal, a veces me pregunto por qué me meto a panadera...



   Y sólo queda por contar que en San Julián hice un poco de arroz con leche, tradición ferrolana, que en casa gusta a pocos. Lo hubiera comprado pero se me olvidó. El de Mercadona, sin ir más lejos, me chifla.



 

   Y hasta aquí este relato tardío de mi Navidad pasada. Hubo un poco de todo. Salimos poco y hasta estuve resfriada y algo febril algún día. Lo más lío... Las compras a lo loco que es algo que no me gusta hacer porque ese lado femenino no lo tengo ni lo tendré. Me aburren todo. 

   Creo que no queda más por contar. Sigo con mis cosas, mis tortillas, mis arrocitos y todo aquello que suelo hacer a diario para no complicarme la vida demasiado en los fogones. Ya son casi diez años de blog y más de treinta de jugar a las casitas. Creo que he cocinado para varias existencias. A ver si os cuento pronto alguna cosa de las que voy haciendo. Incluso os puedo enseñar alguna de mis pinturas. Nos vemos en unos días. Bicos.

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