Aquí estamos... De verdad que ha sido una Navidad tan intensa que pensé que no iba a volver a escribir más en el blog. ¡Qué disparate! No os voy a decir que no lo haya pasado bien, que sí, pero me he sentido cansada, llena, ahíta,... No cabe duda de que los años pasan. Os voy a contar un poco, por encima, cómo pasamos nuestras fiestas cocineriles. La Nochebuena fue homérica y al día siguiente, Navidad, no quisimos más que consomé, vieiras y gambones. Teníamos unas carnes que dejamos para otros días.
Puse la mesa sencilla, sin mucho ánimo de complicarme, y eso fue lo que tomamos. El consomé lo hizo Johnny y quedó riquísimo. Las vieiras creo que estaban espectaculares, seguramente mérito de ellas. Es verdad que eran frescas y que utilicé un vino de Albariño delicioso. Esta vez no doré el jamón, lo añadí directamente sobre la vieira, con sofrito de cebollita, pan rallado y vino, con un poquito de perejil fresco, un hilo de aceite de oliva y unas escamas de sal. Unos minutos de horno y nos chiflaron. Los gambones también estaban buenísimos. Son cosas que es raro que fallen.
Un primer plano de las vieiras que, ya digo, nos encantaron.
Por en medio de estas cosas, mis hijos me pidieron algún bizcocho. Eran de yogur aromatizados con ralladura de limón, cubiertos de pepitas de chocolate y almendras,... Esas cosas que ya sabéis que hago y me gusta hacer.
Una novedad de este año fue que preparamos el consomé con pechugas de pollo. Al no haber huesos casi, fue muy limpio todo. Y, por supuesto, no pudo faltar el pastel de pollo estilo moruno, que ahora no estoy segura si fue el día 26 o el 27. Estaba riquísimo pero yo creo que llevaba pollo de más. Siempre pasan estas cosas.
Aquí lo veis por dentro. Que yo pienso que con menos relleno está mejor pero así quedó.
Todavía me quedaban carnes del caldo y preparé unas croquetas. No me gusta que se vayan de vuelta sin haber tomado croquetas caseras. Ya veis qué rico el punto de la béchamel, aunque a mí estas croquetas de carne cocida no son las que más me gustan,... me siguen gustando. Croquetera number one.
Una novedad, no novedad, fue que me acordé del pastel de brie con masa de pan y lo preparé varias veces. Quedó muy rico y es tan fácil de hacer como cualquier otra cosa que lleve masa casera. Yo pensaba: ¿Por qué me había olvidado de esto? Con lo queseros que somos. También tomamos ensalada de ahumados en varias ocasiones.
Llegó Año Nuevo y, otra vez, un poco empachados del Año Viejo. Bueno, pues Johnny preparó el salpicón, que se me desmoronó un poco al presentarlo, y quedó exquisito. Otra vez tomamos vieiras y, por fin, la pularda de Navidad, que fue pularda de Año Nuevo. Para que pudiéramos tomarla todos. Yo creo que quedó muy bien pero, después de los dos entrantes, me encontré sin apetito. Me he dado cuenta de que ya no puedo cenar y comer tanto dos días seguidos. Lo que os decía de la edad. Abuelísima.
De la pularda no tengo foto mejor, aquí está ella con su guarnición, que es casi más rica. Era muy grande y, pienso, que no hace falta tan grande. La receta es la de siempre estos últimos años.
Y volví a repetir el brie con una tortilla con béchamel que os tengo que contar porque fue la novedad que se me ocurrió últimamente y nos ha chiflado a todos. Por si la tortilla no fuese bastante suculenta. Queda deliciosa.
En la foto de la ración se percibe que era paisana. La voy a subir un día porque, aunque bien se ve lo que es, puede que alguien se despiste. Además, la presentación queda muy vistosa con el jamoncito.
Y llegamos al final. La culminación de estas fiestas es hacer un roscon de Reyes. Pues este año no lo hice el día 6, sino el domingo. Pasé un día de Epifanía descansado y magnífico. Soy muy afortunada. Pero el domingo, me dio pena no haberlo hecho y preparé la masa después del desayuno. Todo lo que lleva el roscón es fácil y suelo tenerlo así que sólo fue decidirlo. No es porque lo hiciera yo pero quedó muy rico, tierno, aromático y no demasiado dulce. Le puse menos azúcar de lo normal. Es lo bueno de cocinar en casa. Haces lo que quieres y te da la gana.
Aunque la foto está borrosa, me estoy especializando en este tipo de fotos, veis que la miga quedó muy bien. Si me quedará siempre así me daba con un canto en los dientes. Bueno, no. Quiero decir que fue de las veces que el roscón se portó de maravilla en todos los aspectos. Y lo hice de memoria.
Hasta aquí llego con este resumen de una Navidad que tuvo muchos momentos de incertidumbre, de tests, de ausencias, de encuentros. Yo creo que fue buena, aunque no como aquellas de antes. Sólo puedo deciros que espero que las cosas vuelvan a ser como fueron y que yo, de momento, no me puedo quejar de lo mío. Doy gracias a Dios por tantas bendiciones. Os mando un saludo cariñoso con los deseos de un 2022 muy dichoso. Bicos.
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