Creo recordar que os había anunciado que este sería el siguiente plato que subiría al blog. Es un plato de aprovechamiento. Había sobrado mucho pollo cocido de hacer el consomé y había que darle salida. Recordando la pastela moruna, vi un par de vídeos de cómo se prepara este plato, para ver qué se podía hacer. Yo siempre suelo buscar explicaciones que no se alarguen demasiado. No quiero estar horas viendo recetas, no tengo tanta paciencia. Dicho esto, os voy a decir varias cosas de la pastela porque lo que yo he hecho no es una pastela moruna en absoluto.
Lo primero es que la pastela se hace con pasta brick, muuuy fina. Yo no la he utilizado. Lo segundo, se guisa el pollo, yo he aprovechado pollo cocido. Lo tercero, lleva tres capas y yo lo he rellenado todo junto, como una empanada, por varias razones: el pollo estaba ya cocido y... no quería meter tantas calorías con la capa de azúcar, canela y almendras. En cuanto a las especias, he visto variedad pero yo he sido muy conservadora. Vamos que no he puesto ni todas las que vi ni mucha cantidad. Una vez dicho esto, voy a explicaros la receta y, a lo mejor, otro día hacemos una verdadera pastela.
Necesitamos:
Dos láminas de masa quebrada (la he comprado)
Pollo cocido limpio abundante
Dos cebollas grandes
Perejil
Especias
Un huevo
Azúcar y canela
Almendras laminadas crudas
Ya hemos dicho que el pollo estaba cocido. Así pues, lo limpiamos de piel y huesos, y lo cortamos en pedacitos. En una sartén con aceite pochamos las dos cebollas hasta que estén transparentes, añadimos el perejil, ellos ponen mucho pero yo tenía más bien poco, y las especias morunas. Si tenéis Ras el Hanout, genial. Si no, ponemos cúrcuma, azafrán, cominos,... He visto a veces ponen agua de azahar y canela. Yo he puesto las tres primeras y un poco de jengibre -también lo leí-. Para mí los cominos son lo que le da el toque más moruno, junto con el acabado dulce.
Incorporamos el pollo, que al estar cocido, solo necesitará unos minutos para aromatizarse con la mezcla de cebolla, perejil y especias. Apagamos el fuego.
Como ya os comenté yo he utilizado masa quebrada, le apeteció a mi hijo, pero si queréis usar la pasta brick, os aconsejo ver en un vídeo la manera de colocarla. Es curioso. Yo he rellenado, lo mismo que una empanada, he hecho unos cortes a lo loco dejando alguna abertura para que salga el aire. Después he pincelado huevo batido, cerrando antes con un tenedor todo alrededor. No ha quedado fea.
Una de las opciones, la más conservadora, sería poner las almendras laminadas, sin más, sobre la masa. Sería rico y menos exótico. Tal como veis en la foto siguiente:
El punto que le he dado yo es poner en un cuenco dos cucharadas de azúcar y una pizca de canela -la punta de una cucharilla o media cucharilla si sois animados- y remover bien. Con esto espolvoreamos la almendra. El toque es delicioso. También es una idea fantástica para terminar una tarta de manzana con tapa ¿o no?
Y ya podemos mandar al horno. Alrededor de media hora a 180-200º, según sea vuestro horno de listo. El mío es corriente.
Aquí veis, en las dos fotos, el pastelón, que nunca quiso ser pastela, terminado. Os digo que fue un éxito rotundo. Faltó, eso sí, más perejil y, para mi gusto, un poco más de cominos. ¡Ah! y la pastela lleva unos huevos batidos con la cebolla. Yo no tenía intención de ponerlos pero si añadí al relleno el huevo que me sobró de pintar la masa. Por no tirarlo. Lo acompañamos con un revuelto de espinacas frescas con ajo, pasas y jamón en daditos. Me pareció que se llevaron francamente bien. Muy agradable la combinación.
Dicho todo esto, os animo a probar este pastelón de aprovechamiento de pollo cocido. Os animo también a hacerlo con pasta brick y, por supuesto, a ver cómo se hace la pastela moruna y valorar si os atrevéis a hacerla u os parece demasiado exótica. Yo me atrevería... Sin duda.
Pienso que es bonito conocer y aprender nuevas recetas, probar nuevos platos con la mente abierta para después valorar si realmente nos gustan o no. Y además, como veis, nos llevan a veces a hacer nuevas mezclas, aportando cosas nuevas a nuestros platos que quizás no se nos hubieran ocurrido.
Si os preguntáis a qué nos puede recordar, aquí hablaron de los exploradores de Cartagena. Unas empanadillas saladas de carne que se sirven bañadas en azúcar glass. O incluso al pastel de cierva, que lleva una masa muy dulce. Esto dicho así, de aquella manera. Pues aquí me quedo. Como veis, no he tardado tanto en sentarme a escribir y, afortunadamente, me encuentro mucho mejor. Casi recuperada al cien por cien. Ha empezado febrero y las tardes se han alargado un pelín... ¡Ganas de primavera! Nos vemos pronto.
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