Buenos días. Aquí estoy de nuevo. Hoy os traigo un pastelón que hice hace unos días y que sorprendió mucho a mis hijos. No sé por qué se me ocurrió hacerlo así. Estoy releyendo una novela y la protagonista, una dama inglesa, hizo un pastel de carne.... Ya sabéis como es la cabeza, de unas cosas salen otras. Me apeteció hacer un pastelón y con esto y aquello que había en la nevera me puse. Es realmente rico. Mis hijos dijeron: "Pero esto nunca lo habías hecho. ¿De dónde lo has sacado? Está buenísimo".
Ingredientes:
Medio kilo de pollo sin piel ni hueso
Una cebolla mediana
Seis champiñones
Dos puñados de espinacas
Aceite y sal
Una pizca de pimienta
Una pizca de comino molido
Una base de hojaldre
Dos o tres lonchas de queso suave
Huevo batido
Azúcar y canela
Ya os imagináis que empezamos con el relleno: Doramos la cebolla suavemente, añadimos los champiñones en láminas y dejamos hacer. Incorporamos el pollo que se debe dorar un poquito. Salamos ligeramente. Ponemos una pizca de cominos y otra de pimienta. Un toque muy suave (salvo que queráis un plato muy especiado). Dejamos hacer unos 15 minutos a fuego lento. Que veáis que el pollo está hecho, así que depende de que hagáis pechuga o pata porque ésta última tarda algo más. Es conveniente que la salsa casi se consuma para que no se nos moje mucho el hojaldre.
Añadimos los dos puñados de espinacas frescas. Parecen mucho pero se "desinflan" enseguida y quedan mezclados con los ingredientes. Es un guisito muy sencillo que podríamos tomar con unas patatas o un arroz pero no, vamos a hacer un pastelón.
Dejamos enfriar el guiso y mientras estiramos y cortamos la base. Da igual que no esté muy bien cortada. Yo soy un desastre y he cortado sin pensar. Mejor hubiera sido marcar el centro con un plato... La cuestión es que el horno y el dorado disimulan después. Lo que hacemos es poner nuestro guiso en el centro y cubrir con dos o tres lonchas de queso. No mucho queso ni muy fuerte. Yo utilicé un queso de barra normalito. Lo que buscamos es que el queso se funda y aporte cremosidad, no que se tapen los sabores del guiso que es de por sí muy rico.
Una vez puestos el pollo y el queso, vamos cerrando el pastelón con las tiras de masa. Sin demasiado orden. Me ha parecido divertido el aspecto. Después, pintamos con huevo batido. Aquí es donde le damos (o no) el toque dulce. Yo he sido muy prudente: una cucharadita de azúcar y una pizca de canela (apenas). Espolvoreamos la masa pintada con huevo, como quien echa sal, y llevamos al horno precalentado a 200-225º. Depende un poco del horno. ¿Cuanto tiempo? Pues hasta que esté bien dorado, unos 20-25 minutos. También depende del horno. El mío está senil y tarda mucho más de lo normal.
Al cortarlo, el pastelón resulta jugoso, los sabores se mezclan y nos recuerda de lejos a los cocarroes, por el toque dulce. Nos ha gustado tanto que seguro que lo repetiré intentando mejorar un poco la presentación. Si no os atrevéis con el toque dulce, creo que os gustará igualmente. Si sois de platos exóticos, hasta podéis poner más cominos y más azúcar y canela, estilo pastela moruna. Para mi familia, así sin pasarse, ha sido lo justo. Espero que a vosotros también os guste. Buenos días a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario