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lunes, 25 de febrero de 2019

Pollo con orégano y miel

   

   Esta es una receta canaria que vi en la tele en el mismo programa que vi el mojo verde. Ellos no cocinaban pollo, sino conejo, que es muy típico de las islas. La receta en sí, me pareció buenísima y, como aquí no son de tomar conejo -es una manía familiar o ferrolana- decidí hacerla con pollo. Cambié un poco el modus operandi y no sé a ciencia cierta si la receta era exactamente así porque el programa lo vi hace varios meses. Lo que sí creo es poder contarla tal como yo la hice que quedó realmente rica. Para empezar necesitamos:
Pollo
Dos cebollas
Una cucharadita de orégano
Un chorro de miel
Aceite
Sal y pimienta

   Lo primero hablaros del pollo en cuestión. Podemos poner un pollo troceado que sería lo más barato. Es riquísimo. También está la opción, que a mí me gusta menos, de usar pechugas en trozos. Siempre os digo que para mi gusto es seca. Soy de pata. Lo que hago últimamente es comprar varias bandejas de contramuslos deshuesados. Vienen con piel, que crujiente es muy rica, y al no tener hueso son cómodos de cocinar y comer. Los corto y compruebo, lo que le da la vista a esta abuela, que no lleven ningún trocito de hueso o cartílago. 



   En una tartera o sartén grandota doramos el pollo. Suelo poner primero la piel hacia abajo. De manera que quede bien dorada. Tened en cuenta que las fotos no siempre salen como uno quiere. Cuando le doy la vuelta a los trozos, para que se dore la parte sin piel, incorporo las dos cebollas cortadas en tiras finas. Es como más me gusta a mí la cebolla pero podríais cortarla menuda si no os gusta tanto como a mí. La cebolla se va colando entre los trozos de pollo y se va dorando. Si el pollo es tanto que la cebolla no se dora a la vez, lógicamente, debéis retirar el pollo a una fuente mientras la doráis. Yo procuro que quepa. Dejamos que se vaya haciendo todo un poco. 




   En la foto superior, veis que he usado cebolla roja. Esto es inverosímil -no sé por qué, a veces decimos de broma inverosímil queriendo decir indiferente en mi familia-. Bueno, es indiferente el color de la cebolla, no me hagáis caso. Una vez que pollo y cebolla van estando dorados añadimos la cucharadita de orégano, salpimentamos e incorporamos una cucharada de miel. A partir de este momento queda a vuestro libre albedrío dejar hacer tal cual o añadir medio vaso de vino blanco para que quede más caldosito. En casa me discuten un poco este tema pero yo prefiero menos caldosito y más doradito y crujiente. El resultado final es la foto de arriba*, que no sé si se ve lo suficiente bien pero es, de verdad, delicioso. ¿acompañantes? Un arroz o unas patatas fritas, un puré de las mismas... En casa aquel día lo tomamos con las patatitas cocidas con el mojo verde y os digo que la comida fue para todos un auténtico placer. Aquí os queda esta receta, barata, como casi todas las mías, que es fácil, rápida y rica. Desde un Ferrol anormalmente primaveral, os mando un cariñoso saludo. Como dicen por aquí: Bicos.

   *Me queda comentaros que he cambiado la primera foto porque la del pollo en cuestión estaba horrorosa. Lo que veis es el mismo guiso hecho con pechuga de pavo en cuadrados y cocinada igual que el pollo. Estaba también riquísima y la acompañé con trigo cocido para variar. Perdonad el lío de fotos pero yo misma me complico bastante con estas cuestiones técnicas. 


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