Por fin me he puesto con el resumen de Navidad. Vuelvo a quejarme de lo difícil que es subir las fotos. Tedioso. Realmente pienso que voy a dejar de hacer estas entradas largas porque son complicadísimas y, al fin de cuentas, todas las navidades son parecidas. Me he puesto con las fotos de Año Nuevo porque el día 25 no hice fotos nada glamurosas. Como éramos pocos, uno de mis hijos sugirió hacer una carne a la plancha. Decidimos que fueran unos solomillos de añojo y, realmente estaban muy ricos. Johnny me pidió una guarnición tipo menestra y la preparé con chalotas, setas shiitake, guisantes y patatitas. Hubo consomé y gambones al horno. Todo lo conocéis de sobras.
Así pues, la primera foto, no muy afortunada, es de la mesa del día primero de año. Como tantas veces me pidieron salmón marinado. Yo creo que quedó buenísimo. No es mérito mío porque lo preparé con sal ahumada y eneldo, tal como pone en la etiqueta de dicha sal. Total, que salió muy bien y todos contentos.
De las vieiras no tengo foto preparadas. Contaros que este año, lo hace una amiga mía, puse una gamba pelada en cada vieira antes de añadir la salsa. No eran muy grandes pero bueno, es una gracia más. Estaban muy buenas y las tomamos el día que estábamos todos. A nadie le gusta perdérselas.
La foto del consomé, quedó muy fino y sabroso pero estas fotos es difícil que queden bonitas. Al menos para mí. Me voy haciendo mayor.
Y llegó el día de Reyes. Sobrevivimos a todo... El roscón me salió mal. Lo digo humildemente. Lo cocí de menos. Nunca me había pasado (con el roscón). Estaba la masa friísima de pasar la noche en la nevera y tardó más en hacerse, de hecho no se hizo del todo. ¿Qué pasó? De la misma manera que todos los años pues... me salió crudo por dentro. No lloré porque tuve muchos regalos. Hablando en serio, me sentí mortificada pero desgracias son otras cosas. Lo triste es que de sabor, los bordes, estaba delicioso, con mucho sabor a ralladura y a azahar. Mis hijos dicen que no debo dejar de hacerlo sino, al contrario, practicarlo más, ya sea en forma de mona de Pascua, coca de San Juan, lo que es no jugarse todo a un sólo día del año. Os digo que me dio una rabia...
Y el brunch de Reyes, obviando el roscón fallido y helado, resultó muy rico y divertido. Como siempre que hay una familia que se quiere a la que añades unos locos bajitos que no paran de moverse un minuto.
Hubo también ocasión de invitar a algún sobrino a comer. A veces me piden que les haga algún plato y, bueno, me dejo querer, ¡que vamos a hacerle! Y hubo tiempo para un café y alguna copa de Oporto, y hasta de echar alguna partida de Catán. ¡Nunca gano! Creo que a las madres nos parece milagroso sobrevivir a la Navidad, a las comidas, a las epifanías, al lío que es todo. Ya pasó y aquí seguimos. Espero publicar pronto y que me resulte más fácil. Bicos a todos.