Vaya por delante que no soy panadera ni pretendo serlo... Al menos de momento porque en esta vida siempre hay que dejar puertas abiertas. Estos días de encierro he seguido en contacto con mis lectores de Facebook. Mirando también aquí las estadísticas, me ha quedado claro que en estos días turbulentos, lo que más se ha leído en mi blog son los bollitos royal. ¿Por qué? Pues porque a la gente le gusta comer con pan, al menos a la gente que yo conozco, y, además, a muchos se les ha acabado la levadura. Esto es normal pues no sabíamos que iban a ser tantos y tantos días sin salir.
Con ánimo de ser útil, que no es tan fácil, no creáis, os voy a contar cómo hago yo las masas para pizza, bollitos o focaccias. Quiero decir que no es una masa totalmente panera pero sí rica y relativamente sencilla. Yo os cuento todo el rollo y después hacéis lo que os dé la gana. Me parece lo más correcto. La libertad ante todo. Bien, en un cuenco yo pongo:
Un vaso de agua tibia lleno casi hasta arriba
Y el resto del vaso de aceite de oliva (un dedo)
Un trocito de levadura de pan del tamaño de una avellana, o un dado, o un garbanzo
Una cucharadita de sal común
Dos tazas y media de harina
Con esto empiezo. Tengo la levadura congelada en trocitos y la pongo directamente en el agua. Se descongela enseguida. Añado dos tazas y media de harina para esta cantidad. Y voy removiendo con una cuchara:
Veis en la foto de arriba que se va formando una masa. Es bastante pegajosa pero ya la podemos pasar a la encimera y empezar a trabajarla. Es rollo por una cosa: debemos añadir un poco de harina, a poquitos, para poder amasar pero si añadimos demasiada el pan quedará poco tierno o incluso duro. Así pues, es una masa pesadita, lo mejor es trabajarla sin romper mucho por fuera, ya que la parte central es muy pegajosa, haciendo dobleces. Me explico lo mejor que puedo para no estar delante de vosotros con las manos en la masa.
Aquí tenemos la masa, foto superior. Esta bonita pero tengo que deciros que no es harina de fuerza sino normal, así pues, el pan no va a ser nunca tan tierno como el que nos vende el panadero que tiene el oficio bien aprendido: harina, cantidades, tiempos de espera. Nosotros sólo somos aficionados. Dejamos levar hasta que se doble. Y si no tenemos tanto tiempo, pues procedemos antes. Yo lo hice y no me fue tan mal. Sólo lo dejé media horita. Quiero decir con esto que, a veces, el horno se porta bien y nos hace subir muy bien una masa que no prometía tanto. Me ha pasado muchas veces.
Formamos los bollitos. Yo aconsejo hacer bollitos porque es más fácil acertar con el tiempo de horneado y terminamos mucho antes. Además, los bollitos no empezados siempre se van a mantener frescos más tiempo que una hogaza cortada. Creo que es lógico. Podéis formarlos haciendo dobleces hacia dentro y luego con las manos giramos abajo para que estén monos. Y si no, por las buenas. Para esto tenéis vídeos en internet que lo explican bárbaro.
Una vez que han crecido, se pueden tapar con un paño, les hacemos varios cortes, los mojamos con unas gotitas de agua y ya están listos para ir al horno. En el horno, a 225º ponemos un cacharro con agua que aporte humedad.
Según sea el horno estarán listos en 12-16 minutos, para este tamaño. Si os parece que están de más, lo apuntáis en una libreta para la próxima vez sacarlos antes. Necesitan calor para dorarse pero no mucho tiempo porque son chiquitos. Yo los saqué a los 14 minutos y mi horno no es lo que se dice de carreras.
Y aquí podéis ver un vídeo que hice de la miga. Esta tierna pero no tanto como si hubiéramos utilizado harina de fuerza. Yo me doy por satisfecha. Esto de subir vídeos me parece ya lo máximo.
Los bollitos acompañaron una comida de domingo que consistió en pudin de merluza y ensalada. Todo cosas normales que me habéis visto hacer mil veces. Bueno, no tanto. Algunas veces.
Os voy a enseñar ahora la fiambrerita de la levadura. Os aconsejo hacerlo así porque es barata pero en la nevera se estropea pronto. Entonces... la cortáis en trocitos y la congeláis. Sacáis un trocito cada día que vayáis a hacer pan y dura... dura mucho. Que también la hay seca pero no es tan económica.
Para terminar os dejo una foto de los últimos bollitos royal que hice. Estos llevaban semillas de amapola, cosas que están de moda. A parte de eso, no me quedaron tan tiernos como otras veces, aunque monos monísimos. Tengo que hacerlos más porque se me están olvidando y este mes llevan montones de visitas, casi quinientas.
Respecto a la primera masa, podríais aplastarla con los dedos, mojarla con aceite, espolvorearla con sal y romero y formar una focaccia para acompañar la comida, lo que es decir: a falta de pan, buenas son tortas. Y, por supuesto, si la estiráis y hacéis pizza también quedaréis satisfechos. Se pueden hacer pequeños cambios de harina: integral u otros cereales, finas hierbas,... dentro de una lógica y unas proporciones. Lo importante, es que sea tierna.
Voy terminando. No creáis que yo hago pan todos los días, no soy tan trabajadora. El día que toca compra, cada... nueve o diez, traen pan que estiramos para varios. También compramos pan de pita, pan de molde, picos,... Y así vamos pasando. Soy muy panera pero puedo pasar un par de días sin pan tranquilamente, lo mismo que he pasado ya tres semanas largas confinada en mi casita. Transcurren los días de forma lenta y mis canas crecen de forma rápida, lo cual, en medio de todo me va importado bien poco. Una experiencia más. Siempre he sido bastante peculiar para ciertas cosas y llevo este encierro bárbaro. Me divierto bastante conmigo misma. Lo que sí me importa es que esta pesadilla pase pronto y lo que más me duele es ver el mucho dolor que todo esto trae a tantas personas, a algunas que conocemos y a miles que sabemos que están sufriendo muchísimo. Pido a Dios que nos ayude a todos. Esto, no el pan, es lo verdaderamente importante. Os mando todo mi cariño. Ánimo amigos. Bicos.
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